Lo dijo el barquero

RecogoderesNata
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«Yo también pago», eso le dije al segurata que me dijo que las niñas bonitas no pagan dinero hace ya seis años. No le dije «Yo no soy bonita ni lo quiero ser, las niñas bonitas se echan a perder», no, no seguí con la canción. Pagué los cinco euros con consumición incluida que se le exigían a todo aquel que llevase un pene arrastrando y me adentré en la discoteca junto a mis compañeros de parranda.

Mi acción no fue ni heroica ni estúpida. Mis compañeros de parranda y yo barajamos todas las opciones para montarnos la fiesterilla que nos pedía el cuerpo y, a sabiendas de que lo más acertado hubiese sido no poner los pies en esa disco, digamos que, lamentablemente, no nos quedo otra que pasar por la puerta de la sala «Papiyón» en Salou.

Los empresarios de la noche tienen una astucia insuperable: los nenes van donde van las nenas, nuestro objetivo es que las nenas vengan a nuestro local. A partir de ahora, las nenas no pagan. ¿Qué vamos a decir  a estas alturas sobre las estrategias de empresa, querido lector?

{mosgoogle}Si mal no recuerdo, ya le he dejado caer en alguna ocasión que no comulgo demasiado con la actual lucha por la igualdad de género porque, a mi entender, hace aguas por muchos lados y está tremendamente contaminada por la estupidez. Amig@, los abanderados de las arrobas, la paridad y la Consejería de igualdad han perdido la perspectiva ante la causa que «defienden».

¿Qué diferencia hay entre no pagar la entrada en una discoteca y no pagar el carné de conducir (o pagar sólo una parte) por ser mujer? Remuevan las conciencias, señor@s feminist@s, pero remuévanlas con conciencia, por favor.

Los datos están ahí. Claro que hay mucha mujer muerta a manos de esposos violentos, como también hay otras tantas infravaloradas laboralmente y, pensándolo bien, los movimientos desproporcionados tienen su efectividad en tanto que despiertan al ciudadano ante el problema que ciertamente existe. ¿Quién, a día de hoy, ignora que el sueldo de muchas mujeres es inferior al de muchos hombres que desempeñan el mismo empleo? El colectivo que busca poner fin a esta situación se ha hecho oír como la pólvora y hasta tiene su Ministerio y sus puntos de venta repartidos por toda la geografía mundial. No obstante, han perdido el norte que quiero pensar alguna vez tuvieron y toman medidas ¿exageradas? (por poner un ejemplo).

«Yo no soy bonita ni lo quiero ser, las niñas bonitas se echan a perder. Como soy tan fea yo lo pagaré. ¡Arriba la barca de Santa Isabel!». No, no seguí con la canción y, a día de hoy, tampoco diría «yo también pago». A día de hoy, me iría con la parranda a otro lado o me quedaría sin parranda. Aquella medida mía también fue desproporcionada pero, como le digo, fue efectiva y despertó mi conciencia ante la realidad social de la mujer como tal y ahora actúo de otra manera. Como he recuperado la fe en el individuo, quiero pensar que a ell@s les pasará lo mismo.

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