Ella tiene razón

Me da igual que Carmen Riolobos sea del PP y todavía más igual que sea la portavoz institucional en la Cámara regional. A lo que dice le asiste la razón de la alfa a la omega, pasando por la beta que de beta-vetar, sabe mucho la Televisión autonómica, dirigida cual oligarca por el señor Candau más atento a lo suyo que a lo nuestro, o sea, al verdadero interés de la plural y caleidoscópica audiencia castellano-manchega, merecedora de algo más que de una infame programación trufada de películas y series descatalogadas, enlatados sin personalidad, programas de variedades anclados en una iconoclastia setentona y los llamados buques insignia que pretenden mostrarnos tal como somos en un retrato infumable. Hasta un programa con el pueblo llano como mercancía exhibible exige una puesta a punto a salvo de sentimentalismos facilones y tópicos de cartón piedra. Tantos años de televisión regional para esto.

Ella, Carmen Riolobos, lleva razón en este asunto. La Televisión regional cuenta con plantilla suficiente como para llenar de contenido una caja retro, para potenciar la producción propia, de modo que realmente la CMT ofrezca un retrato mucho más fidedigno de como somos, es decir, iguales al resto de compatriotas, menos mal. Una sociedad no es su televisión aunque una televisión si puede ser la imagen de una sociedad, a poco que la dejen. Basta con cambiar la política de dirección, organización, y gestión, mirar para adentro y activar las energías que a buen seguro destilan un buen montón de corregionilarios que trabajan para ella. Debates, reportajes, series, teatro, concursos nuevos, música, cine, variedades, sí variedades pero con el reloj puesto en hora… Una  televisión de producción, factura y sello propio con amor, humor, información,  y entretenimiento con una sociedad adulta y crítica como destinataria, debiera suplir a la cutre parrilla enlatada y foránea, culminada por una hiperbólica y sospechosa atención a los toros. A uno le da igual que Carmen Riolobos sea del PP, como NO le da igual la advertencia privatizadora de María Dolores de Cospedal, porque uno también prefiere una CMT pública. Bien gestionada, plural y con la suficiente autonomía del poder político como para marcar su propia personalidad, pero pública. Imagínense cuánto talento desperdiciado en esos 400 trabajadores que dicen que tiene la CMT en plantilla y de los que solamente conocemos los rostros de un buen plantel de sobrevenidos de otras televisiones. No se trata de reivindicar una televisión para los cuatro listos de la región, ni una CMT3 para diletantes de pedigrí sino una televisión normal que dé juego al potencial autóctono y autónomo, sin cerrarse, al exterior, por supuesto, pero cuyo acabado final sea una tele a la altura de la sociedad a la que informa y entretiene, con mucha más participación de los profesionales del medio y las iniciativas de esta tierra, tantas veces bendecida para el propio interés. Hay que suplantar la boina por la idea, o lo que es aún mejor,  que convivan en feliz armonía, como en el Japón. Riolobos tiene razón. ¿Dónde hay que firmar?   

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