Mi mejor regalo de cumpleaños

El pasado sábado fue mi cumpleaños. Hace un par de semanas, cuando Público adelantó que Zapatero podría anunciar el 2 de abril que no se presentaría a la reelección, una amiga mía se permitió bromear: «Mira, el mejor regalo de cumpleaños que te podían hacer». Más allá del obsequio de que Zapatero abandone en 2012 (que bueno, tampoco está mal del todo), mi mejor regalo ha sido otro.

Y ese regalo se llama elecciones primarias. En una época en la que la democracia interna brilla por su ausencia en la mayoría de partidos, el PSOE nacional ha optado por llevar a cabo unas pequeñas elecciones en las que decidir cuál será su candidato a las elecciones generales de 2012. Sin dedazos, sin imposiciones, sin enchufes, sin poder hereditario. Sin discursos de ningún César que se congregue ante sus discípulos para que éstos, fieles y plebeyos corderos, admiren y aclamen tanto a su mesías como a su incuestionable continuador.

Aunque la cosa no acaba aquí. Una vez cumplido este feliz anuncio, habrá que vigilar con lupa y asegurarse de que las primarias no sólo son reales de cara a la galería. No es ningún secreto que se puede convocar elecciones primarias con candidatos ya designados y ejerciendo presión para que cualquier atisbo de rebeldía o insumisión no salga a la luz en forma de un candidato incómodo e imprevisto. Tendremos que comprobar que, efectivamente, cualquier militante del PSOE que quiera optar al liderazgo del partido pueda hacerlo sin que nadie de su propia casa le ponga zancadillas. No sería algo nuevo en el PSOE: ya lo hicieron con Tomás Gómez, aunque la jugada les salió mal.

En cualquier caso, sólo el anuncio de unas elecciones primarias ya es, per se, una fabulosa noticia. Nada mejor que un poco de democracia interna para que los candidatables ensayen la democracia externa. La de verdad.

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