La agonía de la “Marina d’Or” manchega: elude pagar los impuestos al Ayuntamiento de Villamayor

Santos G. Monroy.- La metralla de la explosión de la burbuja inmobiliaria llegó a los rincones más insospechados. En Villamayor de Calatrava (Ciudad Real), un pueblo de apenas 700 habitantes, blanquean al sol los ladrillos de un sueño urbanístico paralizado desde hace más de cinco años. Se trata del ambicioso proyecto apadrinado por los empresarios José María Ramos Banús y Fernando Velasco, quienes soñaban con construir un paraíso de verdes lomas, masajes, golpes bajo par, cacerías y lujo de cinco estrellas. Hoy, tras el estancamiento de las obras, el Ayuntamiento de Villamayor reclama el abono de unos 50.000 euros, cantidad que estas empresas le adeudan en concepto de impuestos, principalmente el ICIO (Impuesto sobre Construcciones, Instalaciones y Obras).

Esta peculiar “Marina d’Or” calatrava, forjada durante el anterior gobierno socialista, es para el equipo presidido por Juan Antonio Callejas (PP) un  muerto urbanístico que está ocasionando no pocos quebraderos de cabeza, entre los que se incluyen cobrar los impuestos devengados por las obras, unos 50.000 euros, e imaginarse alguna manera de revitalizar el proyecto.

Y tan complicada es una cosa como la otra, asegura el alcalde. Callejas recuerda que, recién inaugurada la legislatura, los responsables del proyecto, encabezados por Ramos Banús, solicitaron al Ayuntamiento una prórroga en el pago de los impuestos ante las dificultades por las que atravesaban las empresas involucradas. A ello se negó Callejas, alegando que esa decisión crearía un agravio comparativo con los demás vecinos.

Desde entonces, y ante el impago de las cantidades reclamadas, el consistorio, con la ayuda de la Unidad de Recaudación de la Diputación de Ciudad Real, intenta desenredar la madeja de sociedades y empresas vinculadas con la urbanización. “La verdad es que es muy difícil”, señala el alcalde, “en primer lugar porque el anterior equipo de Gobierno, no sabemos muy bien por qué, dejó pasar el tiempo hasta que estuvieron a punto de caducar los derechos de cobro; y ahora nos hemos encontrado con una complicada maraña de empresas y sociedades, la mayor parte con sede social en Madrid y Navarra, que está dificultando sobremanera el proceso de reclamación de cantidades”.

El primer edil asegura que otro de sus objetivos es “revitalizar” el proyecto y ayudar a los promotores en la búsqueda de inversores, aunque el propio Callejas reconoce que, dada la ubicación de la urbanización y los grandes chascos de la desaparición del Aeropuerto de Ciudad Real y del Reino de Don Quijote, la misión se antoja complicada en las actuales condiciones de mercado.

Lo único tangible en la truncada historia de la “Marina d’Or” manchega son los restos de ladrillo que han alterado gratuitamente el paisaje… y las deudas. No sólo el Ayuntamiento brega con los promotores, sino también las entidades bancarias con las que se firmaron préstamos, principalmente Caja Rural de Ciudad Real (ahora Globalcaja), Caja Castilla La Mancha y Banesto.

De Puerto Banús a Villamayor de Calatrava

La urbanización de lujo y campo de golf de Villamayor de Calatrava está situada entre Ciudad Real y Puertollano, junto a la vía de Alta Velocidad Madrid-Málaga, a orillas de la carretera N-420 y de la autovía A-41; a escasos diez minutos en coche desde el Aeropuerto de Ciudad Real.

El embrión del proyecto surgió a mediados de los 90, y su planteamiento parte de la iniciativa de dos empresarios, José María Ramos Banús y Fernando Velasco. Ramos Banús es descendiente directo de José Banús, el gran constructor del régimen franquista que popularizó su entramado empresarial con la construcción de Puerto Banús (Málaga), y cuyo holding fue investigado por Hacienda durante los años 80. De orígenes menos conocidos es Fernando Velasco, quien, a través de la sociedad Velbapark S.L., fue uno de los beneficiarios de las concesiones municipales de mantenimiento de piscinas, parques y jardines en la Comunidad de Madrid.

Ambos quedaron enamorados de los espectaculares paisajes de este rincón calatravo, de su tremendo potencial como coto de caza menor, y de su cercanía a los grandes negocios cinegéticos que se han adueñado del Valle de Alcudia y Sierra Madrona. Presumiblemente fueron también deslumbrados por las posibilidades que prometía el fracasado Aeropuerto de Ciudad Real, que auguraba la llegada masiva de adinerados cazadores procedentes del norte de Europa.

Por su parte, el Ayuntamiento de Villamayor veía en este ambicioso proyecto la materialización de un sueño: perpetuar su nombre en el mapa turístico nacional y doblar su población, con las ventajas fiscales y económicas que ello supondría para las arcas municipales.

Así, en el antiguo camino de Almagro, muy cerca de la Finca Doña Elvira, la promotora Velbapark comenzó la construcción de un gran complejo turístico y de ocio empeñado en revitalizar y actualizar el estilo del vida de la jet-set del Puerto Banús ochentero, o importar los “exclusivos” placeres de macrocomplejos como el de Marina d’Or, en Castellón.

Sus inicios no estuvieron exentos de polémica, aunque apenas trascendió públicamente. Vicente Luchena, de Ecologistas en Acción-Valle de Alcudia, recuerda que en 1995 se pidió a la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente que denegara las autorizaciones ya que, a su juicio, se trataba de un proyecto especulativo que «ocasionaría un serio perjuicio para la comarca, debido, entre otras cosas, al enorme consumo de agua de los campos de golf y la contaminación de los acuíferos por los abonos químicos, insecticidas y pesticidas necesarios para el mantenimiento del césped». Aquel requerimiento nunca fue atendido. (sigue)

La fundación de un pueblo

El proyecto preveía la construcción de hasta 500 viviendas o «villas» (unas 200 en las primeras fases), que en principio no estarían en venta, sino destinadas al alquiler por temporadas, o a la propiedad en usufructo merced a la pertenencia a un restringido club de campo.

Comenzó así una aventura que recordaba a las fundaciones del Viejo Oeste americano: la construcción, partiendo desde cero, de un auténtico pueblo que, llegadas sus temporadas de esplendor, bien podría albergar hasta 1.300 habitantes, doblando así la población de Villamayor de Calatrava.

Sobre el papel, las urbanizaciones serían generosas en piscinas, y muchas de las casas dispondrían, además, de un bonito mini green. El principal reclamo sería un gran campo de golf que presidiría el centro del plano general, y que estaría a disposición de los socios. Asimismo, estaba prevista la construcción de un hotel de cinco estrellas, con servicios terapéuticos, que podría albergar todo tipo de eventos, seminarios y congresos. La oferta de ocio se completaría con una amplia gama de prestaciones turísticas, actividades cinegéticas, una escuela de hípica, o circuitos de quad. Otras unidades de negocio incluirían apartahoteles especialmente indicados para unas vacaciones familiares.

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