Al término de un desayuno informativo organizado por el Foro de la Nueva Ciudad, el miembro de Unió Democrática de Cataluyna, Duran Lleida ha vuelto a insistir en que “los sueldos de los políticos son insuficientes”, pero ha reconocido que es un debate que “no está dispuesta a aceptar la sociedad española”. Obviamente. Vieja cantinela que vuelve con una periodicidad que asusta. Hubo un tiempo en que la comparativa con los compañeros europeos, fijaba la demanda de mejora. “Hay que cobrar como en Europa”, se oía y se afirmaba. Ahora el razonamiento es otro.
Las declaraciones de Duran Lleida, se superponen curiosamente con las realizadas por su correligionario de coalición, miembro de Convergencia Democrática de Cataluyna y Alcalde de Barcelona, Xavier Trías, que advierte que es deseable un buen (¿…?) nivel retributivo de los políticos, para evitar las caídas en la tentación de la corrupción. Cuanto mejor pagados estén nuestros políticos, menos caída en las cuevas delictivas habrá, sería la tesis de Trías.
Casi recuperando los viejos consejos de los más viejos confesores, sobre las recetas aconsejable para evitar la caída en los malhadados pecados de la carne. Evitar la tentación de incumplir el sexto mandamiento, evitando las oportunidades de pecar y huyendo de las situaciones concupiscentes. De igual forma para que nuestros (¿…?) políticos no se lucren y abusen, la mejor receta es estar espléndidamente retribuidos. Así Trías, que cobra 144.708 euros, considera que los políticos precisan más emolumentos, para eludir los pecados de la codicia. Igual que su correligionario Más, se imputa como President de la Generalitat catalana, 144.030 euros y puede que aún sea insuficiente para garantizar su buena marcha.
De igual forma, en el PP, se sostenía que si retribuíamos al ex gerente y ex tesorero Bárcenas, con esa esplendidez de los 200.000 euros, estaría garantizada la cobertura de la moralidad y de la probidad de las cuentas partidarias y partidistas. Pero resultó que ni por esas. El método del buen pago, a lo que se ve, no garantiza los buenos resultados de la salud moral del perceptor. Una pena.
