La casa de doña Elisa

Recuperando lo pasadoEstanislao Z. Navas.- “Quien mejor que una mujer para homenajear a otra mujer”, señalaba el autor del libro “Elisa Cendrero (Aquella dama de una Ciudad Real) 1888-1977”, don José González Ortiz, el pasado miércoles 6 de marzo -el día 8 se celebró el Día Internacional de la Mujer Trabajadora-, en el Museo López-Villaseñor, en el que el Ayuntamiento capitalino rendía un sentido y cumplido tributo a uno de los personajes que más relevancia e influencia ha tenido en el mundo cultural de Ciudad Real en el pasado siglo, haciéndose un bosquejo del proceso de gestación y una presentación fotográfica de diferentes momentos de la protagonista del libro. Se trata de doña Elisa Cendrero Arias Díaz del Castillo Fernández de Sierra, homenajeada, con el relato biográfico por parte del que, a la sazón, fue el primer responsable del Museo-Archivo Histórico Municipal “Elisa Cendrero” desde sus comienzos, del cual se han cumplido recientemente tres décadas desde su apertura, aunque en la última haya permanecido en su mayor parte cerrado al público por multitud de reformas necesarias y por su posterior ampliación, al igual que ocurría con el Museo Provincial del artículo anterior.

La gran benefactora de este Museo -a la que también se homenajea con el nombre de una calle cercana al Museo-, nacía en Ciudad Real un 17 de septiembre de 1888, hija de don José Cendrero, a la sazón Presidente de la Diputación Provincial en dos ocasiones además de senador del reino, y descendiente por línea materna de Francisco Antonio Fernández de Sierra Méndez Flores -caballero profeso de las órdenes y caballería de Calatrava, San Fernando y San Hermenegildo, que luchó contra los franceses, siendo nombrado por el monarca Fernando VII gobernador político y militar de Almagro y el Campo de Calatrava-, y sería esposa de don Ramón Medrano y Rosales Maldonado y Medrano (fallecido en 1923), caballero de la orden de Calatrava, dueño de Benavente y su castillo (actualmente derruido).

elisa01Habiendo gozado de una elevada situación económica y cultural y a pesar de los tempranos reveses recibidos –fallecimiento de su padre y de su esposo, pérdida de gran parte de su patrimonio al convertirse la Casa-palacio en “Cuartel de zona”  en la contienda del 36. que la obligó a abandonar de forma itinerante su ciudad natal-, doña Elisa se convirtió en una erudita conocedora de la historia, curiosidades y anécdotas de Ciudad Real, siendo igualmente su benefactora, hecho que la llevaría a recibir a lo largo de su vida diversas distinciones y reconocimientos entre los cuales cabe destacarse el de Presidenta Honoraria de la Cruz Roja -cuyo edificio hoy en día curiosamente es vecino en la misma calle de Toledo del Museo que lleva su nombre- y, a título póstumo, el “Cervantes de Oro” por su labor cultural.

Doña Elisa Cendrero fallecía un 29 de abril de 1977 en la localidad que la vio nacer y antes de morir había manifestado la voluntad a sus hijas -las finadas doña María Elisa y doña María Jesús- y nieta -doña María Elisa- de donar la mansión familiar y patrimonio al Ayuntamiento de Ciudad Real con el fin de que fuese destinado a Museo y Archivo.

Las gestiones realizadas por el Consistorio capitalino se remontan a finales de la década de los 70 y los fondos destinados a tal fin fueron inventariados desde 1981, aunque el Museo-Archivo Histórico Municipal “Elisa Cendrero” no abriría sus puertas hasta el 14 de enero de 1983.

El Museo -hoy en día temporalmente cerrado-, dependiente de la Delegación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Ciudad Real y como Servicio Municipal realizaba una oferta que iba enfocada en tres direcciones: el legado museístico proveniente de la Fundación “Elisa Cendrero” y del Patrimonio del Ayuntamiento de Ciudad Real; el Archivo Histórico Municipal y la Hemeroteca proveniente de la colección “Enrique Pérez”, y las Salas de Exposiciones.

Cuando doña Elisa Cendrero quiso donar su legado al Ayuntamiento capitalino con el objeto de ser destinado a Museo (“Museo histórico de la Fundación Excma. Sra. Doña Elisa Cendrero”, en 27 de noviembre de 1981), la fórmula que se utilizó fue la cesión en arrendamiento del inmueble y patrimonio museístico (muebles de época, una importante colección pictórica -fruto de su amistad con numerosos artistas de la época-, enseres etnográficos, cerámica del siglo XVII, o la maravillosa colección de abanicos de los siglos XVII al XIX) el día 2 de diciembre de 1981, al Ayuntamiento de Ciudad Real durante un período de cincuenta años y por la simbólica cantidad de una peseta. Una vez inaugurado este centro, en 1983, el Ayuntamiento capitalino reconocería la laboral cultural realizada por la difunta a partir del otorgamiento, a título póstumo (el 2 de diciembre de 1985), del “Cervantes de Oro”.

En cuanto al edificio en sí, desde un punto de vista arquitectónico se trata de una construcción modernista encuadrada en los comienzos del siglo XX (1917), diferenciándose claramente dos pisos de altura y planta cuadrada y un patio central interior a modo de elemento distribuidor a partir del cual se dotaba de luz a la casa. Ambas plantas parecen mostrar una distribución más o menos homogénea, apareciendo en las mismas sendos corredores abiertos al patio que constituyen los elementos facilitadores de luz a las habitaciones y de acceso a las distintas dependencias.

La fachada, definida por un fuerte eje de simetría, en torno a la gran puerta de acceso y mostrando igualmente el mirador del piso superior y la moldura superior que se constituye a modo de pequeño coronamiento, juega a su vez con la verticalidad y horizontalidad que definen sus plantas. Así, la inferior definida por su verticalidad está en función de relación anchura-altura de las ventanas y la puerta (demasiado altas para la escasa anchura). Y la superior nos muestra un sentido de horizontalidad derivado de la continuidad existente entre el mirador principal -elemento decorativo bien de piedra o de cristal característico de las construcciones del principios del siglo XX- y los pequeños balcones laterales.

elisa02En cuando a su interior, cabe mencionar las diferencias existentes entre ambas plantas, tal como sigue.

En la planta baja podemos observar tres funciones bien diferenciadas: las salas de Exposiciones temporales; el Archivo Histórico Municipal y Hemeroteca, y la parte destinada a museo.

Del Archivo Histórico Municipal destacamos los documentos pertenecientes a los siglos XIII al XIX, desde la “Carta Puebla de Fundación de la Ciudad” (1255) otorgada por el Rey Sabio hasta todo el corpus documental previo a 1900, exceptuándose las Actas Municipales ubicadas en la actualidad en el Archivo del Museo Municipal Manuel López-Villaseñor. Y a ello se suma la Hemeroteca de carácter provincial en la que se destaca una recopilación de la prensa del primer tercio del siglo XX de la colección “Enrique Pérez” (Heraldo de La Mancha, Vida Manchega, los Boletines de Información Municipal (años 60 y 70)). Todos ellos podían ser consultados en una Sala de Lectura habilitada para tal fin.

Segundo, las Salas de Exposiciones Temporales (el patio central y la sala anexa) han constituido un centro de actividades muy dispares en las que se acogieron diversas exposiciones, como la muestra de autores tales como Enrique Pérez-Serrano, Encarnación Domingo, Alfredo Calatayud, César Yauri o Sisante, por citar algunos, además de otras actividades como la exposición de atuendos propios de Hermandades de Semana Santa (por ejemplo la de Nuestra Señora de la Esperanza) o trabajos propios de actividades como talleres de restauración, mimbre, etc., propios de la Concejalía de la Mujer (hoy en día de Igualdad de Género), entre otros.

Y en la función museística de esta planta baja observamos: la existencia de obras de autores como Carlos Vázquez, Joaquín Araujo, Lorenzo Aguirre (Crepúsculo de vidas, 1926), Ángel Andrade, Manuel López-Villaseñor (Alfonso X, fundador de la ciudad, 1944) o la escultura en bronce de doña Elisa Cendrero de Joaquín García Donaire (1982); existía igualmente una sala destinada al mundo de la arqueología provincial (piezas del Paleolítico Inferior y Medio, Edad de los Metales, Romanización y época medieval); y por último, destácase el mobiliario en maderas labradas de los siglos XIX y XX e incluso una talla románica policromada del Apóstol Santiago. A esta planta se suman los fondos de artesanía popular y etnología ubicados en sus dos sótanos.

El elemento de unión entre ambas plantas lo constituye su escalera, la cual tenía un techo decorado con molduras de yeso diseñadas, al igual que el resto de la casa, y mostraba los reposteros con los anagramas familiares Medrano-Cendrero, todo ello obra Ángel Andrade Blázquez.

Cuando llegamos a la planta alta, nos encontramos ya realmente en el ambiente que caracterizaba al mundo en el que vivía la familia Medrano-Cendrero, propio de una familia de alcurnia. Esta planta viene distribuida por tres tramos de galería -en la que se observan colecciones de espadas, sables, dagas, armas de fuego de avancarga de diferentes cronologías- que la circundan al mismo tiempo que proporcionan la luz procedente del patio central. Lo primero que observamos es el retrato al pastel de la titular de la casa de Ismael Blat (1929), y las dependencias que en ella se muestran serían: una Capilla -anteriormente ubicada en la planta baja-, en la que se exhiben objetos religiosos, de culto, atuendos sacerdotales, cuadros diversos (como la Virgen de Llanes del siglo XVII), coronada por el retablo de Joaquín Coronado; el Salón-comedor, donde se muestran jarrones y cerámicas de finales del siglo XIX y principios del XX, entre ellos los correspondientes a una grandiosa vajilla (ejemplos son los de la “Casa Pickman” o algunos platos “estilo Macao”); la breve Biblioteca familiar con más de trescientos ejemplares de los siglos XVII al XIX; la Sala de Artesanía y Tradiciones Populares, antiguas cocina y despensa, donde destacaba entre otros la escultura colonial de escayola “Negro Leyendo”; la Galería-mirador acristalado que comunica con los patios; un Almacén (antiguo aseo); las Salas de Varios y de Abanicos donde destaca la interesante muestra de abanicos de los siglos XVII al XIX de marfil, nácar y maderas labradas (entre ellos los conocidos “pericones”), además de otros objetos de la vida familiar (estuches de escritura, entre otros); el Gabinete y el Dormitorio de la familia, apareciendo en el primero de ellos la escultura del “Cervantes de Oro”; y un Salón principal, centro de la actividad lúdica de la familia, en el que se observaban pinturas de Ángel Andrade, Carlos Vázquez, una “Sagrada Familia” de autor anónimo, o el cuadro barroco de C. Hornt (“La Dama de Fuego”, 1671), mobiliario como el bargueño frailero del siglo XVII o el piano, los espejos dorados al “pan de oro”, las sillerías isabelinas o la colección numismática, etc.

Una vez que este centro cultural cerró sus puertas, el Ayuntamiento de Ciudad Real puso en marcha la mejor manera de rehabilitar integralmente todo el inmueble que lo adaptase a las nuevas realidades existentes (a partir de un nuevo acceso por el espacio añadido tras la cesión de la actual dueña de los terrenos, la nieta de doña Elisa Cendrero). Esta remodelación constituyó un proceso definido en tres fases (primero, consolidación del edificio, eliminación de humedades, mejora de la estructura y colocación de nuevas cubiertas; segundo, la restauración de la fachada; y en tercer lugar, la actuación en el interior), el cual sufrió una paralización por la cuestión que en estos momentos a todas las personas nos preocupa: la financiación, y en el mundo de la cultura se agrava aún más si cabe.

La inversión inicial ha parecido quedarse bastante corta para poder abrir las nuevas instalaciones en su totalidad, manteniendo el esplendor que la donante albergó en su momento para dicho legado. Los retrasos no sólo se deben al tema económico, sino que tras la consolidación del edificio, la dirección de la obra se encontró con nuevos espacios, sobre todo con unas cuevas que obligarían a ampliar aún más la financiación, cifra del todo imposible en estos momentos de ahí que no se pueda aventurar una fecha concreta para su reapertura.

El nuevo edificio que parece atisbarse tras la rehabilitación y ampliación de esta Casa-Museo mostrará una transformación de la otrora casa señorial encaminándola a constituirse en un centro cultural actual y contemporáneo que asimismo dará cabida a la historia más reciente de la ciudad a partir de las costumbres y vivencias de una familia burguesa acomodada.

Con el nuevo solar cedido -unos 300 metros cuadrados-, el nuevo museo ampliaría su superficie, incorporando así una zona moderna donde se ubicaría la nueva entrada dotada de mayor accesibilidad, sin escaleras y con un puesto de control y vigilancia. A partir de aquí, se visitarían las nuevas salas y se accedería a las plantas superiores mediante un ascensor ubicado al fondo, o bien a través de una nueva escalera.

En estos nuevos espacios se acogerían las exposiciones temporales, en su planta baja, y un aula didáctica, en la superior. A ello se une la existencia de una zona de aseos y de uso privado para el personal en la planta baja. Además, desde la entrada se podría disfrutar asimismo, a través de un tragaluz, de una vista parcial de las cuevas. Las salas ya conocidas por albergar las obras de artistas locales quedarían totalmente acondicionadas, según expresó el director de las obras y arquitecto municipal don Emilio Velado.

La antigua dependencia donde se ubicaba el archivo y el despacho del responsable del museo, sufrió una profunda reforma que desmanteló totalmente para su reconstrucción la bóveda del sótano inferior y recolocó el embaldosado de la misma.

Igualmente, los sótanos han sido privados del yeso y cemento con el que se recubrían -como el antiguo Casino-, saneándose y drenándose la piedra y haciendo más accesible al visitante al incrementar su altura. Uno de estos sótanos en vida de la familia Medrano-Cendrero, fue utilizado a modo de fresquera para conservar alimentos como hortalizas o frutas, y que en fechas recientes acogían una gran variedad de enseres y útiles etnográficos (aperos de labranza, planchas, aceiteras, etc.)

elisa03Sin embargo, la gran sorpresa de esta rehabilitación fue sin duda alguna el descubrimiento de los tesoros que escondían los sótanos. Así, recuperando uno de los mismos, halláronse dos cuevas del siglo XVIII, previas a la construcción del propio edificio, lo que supuso alcanzar los 120 metros útiles de sótano. Estas cuevas naturales, excavadas en la roca caliza del subsuelo, habían sido modificadas para albergar tinajas y otros recipientes donde se almacenaban víveres, agua, aceite y otros alimentos -¡no existía el frigorífico, se sobreentiende!-, tal como señalaron el arquitecto municipal y el arqueólogo encargado del estudio, el cual la definió como “la típica cueva-bodega que había en la mayor parte de las casas de Ciudad Real antiguamente”.

Estas cuevas -cegadas con residuos y escombros, cuya longitud estaría en torno a 6 y 4 metros- parecían provenir de un solar adyacente a la casa pues su entrada se encontraba en un edificio próximo a la misma, que en generaciones anteriores pudo ser propiedad de la familia. Este descubrimiento, pues, no hubiese sido posible sin la cesión del solar anexo al museo.

Así pues, el nuevo edificio con todas sus novedades está a la espera de que lleguen tiempos mejores en el ámbito económico, pues como señalaba el actual Concejal de Cultura, el Museo Elisa Cendrero siempre ha sido un edificio emblemático para los ciudarrealeños y ha servido como “reclamo turístico en el que se daban a conocer las raíces de Ciudad Real”. A la ya conocida fama de este Museo, la actualización del mismo a partir de sus nuevos accesos y salas, además de los sótanos y cuevas, hacen que todo el mundo esté aún más deseoso por ver abiertas de nuevo sus puertas, ya que en pocos años se cumplirán cuatro décadas desde que la donante manifestase la voluntad de que este espacio fuera un museo que recogiera la identidad de Ciudad Real a partir de la Casa Palacio en la que vivió.

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4 COMENTARIOS

  1. Quiero expresar aquí mi deseo y esperanza en que este emblemático espacio cultural de Ciudad Real, el Museo «Elisa Cendreros», abra de nuevo sus puertas a la ciudadanía tanto local como foránea para su uso y disfrute.

    Yo tuve hace muchos años el privillegio de contar con sus salas para dos sendas exposiciones: La Mujer en la Publicidad y Ciudad Real, historia de una destrucción. De ambas experiencias conservo muy buenos recuerdos tanto del director como de mis colaboradores y colaboradoras así como del público que asistió a las mismas entre familia, amigos, conocidos y curiosos.

    Pero estas líneas aparte de para recordar con añoranza aquella época quiero que sirva también para dos cosas: Como queja de que este edificio con marcado caracter cultural y parte del DNI de esta «nuestra ciudad» no cuente con los medios institucionales necesarios para poder ser abierto al público cuanto antes y digo esto porque cada día vemos como se sigue gastando dinero en obras cuestionadas por mucha gente y en nada necesarias y en cambio este edificio, bien cultural de Ciudad Real, ahí está en el olvido esperando que «los olmos den peras» y, enlazando con este queja viene mi segunda cuestión cuestión a modo de denuncia. No me gustaría ver este edificio histórico como está actualmente el viejo edificio de la Cruz Roja en la ronda de Granada, a punto de caerse por la falta de medios para su restauración y la desidia de ya no se cuantas administraciones.
    Es todo desde la amargura de la impotencia.

  2. GRACIAS LUIS POR TUS PALABRAS, PUES ESTAMOS EN LA MISMA SINTONÍA, RESULTA IRÓNICO QUE LA NUEVA SEDE DE LA CRUZ ROJA SEA VECINA DEL ACTUAL EDIFICIO AL QUE ESTE ARTÍCULO SE REFIERE. ESPEREMOS QUE NO TENGA EL MISMO DESTINO PUES SERÍA UN CRASO ERROR NO MOSTRAR AL PÚBLICO CIUDARREALEÑO Y DE FUERA UNA DE LAS BAZAS MÁS IMPORTANTES QUE HA TENIDO CIUDAD REAL A NIVEL MUSEÍSTICO EN LAS ÚLTIMAS DÉCADAS.
    UN SALUDO

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