Mundo macho

José RiveroAhora que la revista Current Biology, explica por qué gallos y patos, si compartieran vestuario, tendrían el llamado síndrome del gimnasio, nos suscitan muchas dudas. Síndrome que lleva a los varones  a comparar el tamaño de sus miembros viriles. Y es que por un capricho de la naturaleza, de dudoso valor evolutivo, los gallos carecen de pene, mientras que  los patos cuentan con uno visible.  Ocurre que en las primeras etapas formativas, pollo y pato iban desarrollando algo parecido a un pene. Pero, a partir de un momento preciso, el del gallo iba desapareciendo, en un proceso de suicidio celular. La comparación de los genomas y proteínas llevó a la pista del  culpable del suicidio: la bmp (proteínas morfogenéticas del hueso). En las gallináceas, producía la muerte celular del incipiente órgano. En los patos no aparecía.

Pero el trabajo no explica por qué la mayoría de las aves han renunciado a una forma insertiva de reproducción, y esta se mantiene en las palmípedas. Está claro que ello no ha evitado que las gallináceas se multipliquen, pero lo mismo sucede con los patos. La evolución, a veces, juega al desconcierto.

Esta evidencias biológicas de la extinción viril en el mundo animal, ha llevado a Ana Alfageme en su Blog ‘Mujeres’ a invertir los insultos de género, de clara estirpe machista. Todo ello  a raíz del escupitajo del concejal del Bloque Nacionalista Galego (BNG) en Cambados Xaquín Charlín, que llamó a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, “chochito de oro”, merced a la elevada cuenta abonada a su ginecólogo.  Y así nos propone el vituperio de Charlín, dandóle la vuelta y proponiendonos el Pollita de porcelana; sin suicidio celular mediante.

***

articul02No sé si, por otra parte, la pretensión del modisto francés Jean Paul Gaultier, con el lanzamiento de su perfume ‘Le Beau Male’ el pasado febrero, fuera la de deconstruir la masculinidad milímetro a milímetro, como ya hace la revista Current Biólogy; o la de golpear  las narices de la vanidad del macho herido y atribulado desde su proclamada Pollita de porcelana. O señalar al ‘varón domado’  y ya sometido como decía Esther Vilar en 1971. ¡Ay  los setenta!

Y es que entre el ‘varón domado’ de los setenta y el marinero deconstruido por Gaultier del 2013, hay la misma distancia de relación imposible que entre los modelos varoniles publicitados por el excelente dibujante Josep Christian Leyendecker, a finales de los años veinte, y que dieron pie a muchos soportes publicitarios de peso como las camisas Arrow; y un perfume tan atribuladamente macho como el ‘Varón dandy’ de los machos alfa españoles de los años del dominio vilariano.

articul01Pero algo habrá conseguido Gaultier y la revista  Current Biólogy  al poner al atrevido marinero, desnudo y con rasgos canallas, al abrigo de la cabeza de un oso disecado y de un núcleo de oscuridad genital, al alcance de todas las mujeres ‘dominatrix’. O de todos los hombres ambiguos, que también miran al marinero.  Igual que consiguió una turbación rara con los sujetadores cónicos y puntiagudos, que le diseñó a Madonna para algún recital. Porque el homoerotismo de Gaultier y sus admiradores, queda fuera de toda duda y de toda condena del gesto hipervaronil.

Como también queda de toda duda el carácter de hombre objeto atribuido  al marinero. No basta con las atribuciones olfativas de la casa Gaultier, que cuentan que el perfume  lleva un potente coctel de frescor con menta, artemisa y lavanda, combinado con los almizcles para conseguir una riquísima sensación de frío – calor. Esa es la teoría del Francis Kurkdjian, el perfumista: “la peculiar utilización de la lavanda, característica de ‘Le Male’, está presente, pero la faceta oriental desaparece de «Le Beau Male» para dar paso a una sensualidad a flor de piel. Como si la piel transpirara el perfume”. Con su envase clásico de lata y la figura de vidrio del marinero coloreado,  el relato de Gaultier ha pasado de un atractivo marinero  a un hombre que derrite el hielo.

O que se extingue, tal vez. Porque la verdad verdadera, es la disolución de los valores de cierta masculinidad rampante. Que no digo que esté ni bien ni mal; sino todo lo contrario. Aunque como consuelo de recalcitrantes,  al mismo tiempo que nos dan un  marinero engolfado y acaramelado o un pollo triunfal; nos cuelgan al macho alfa de turno en la televisión que no deja de ser enteramente un pato. Un  Don Draper cualquiera, que vino de los años cincuenta al futuro para volver a poner de moda el sexo de varón dominante en la oficina. ¿’Varón dandy’ o ‘Varon domado’? Al gusto del perfume y del gallinero.

José Rivero

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9 COMENTARIOS

  1. La masculinidad masculina es, por suerte, una forma de pose en desuso. Ahora bien, la deconstrucción que la posmodernidad hace de esa masculinidad también me parece una pose. Los roles cada vez se hacen más difusos, aunque tengo la impresión que esa difuminación la ha traído la posmodernidad como una manera de estar «on» y no «off». Vivimos en la época de la apariencia.
    Un saludo.

  2. Pepe, a mí me da la sensación de que en esto de los sexos se está produciendo un curioso cruce de caminos. Esperando que solamente sea un cruce y una unificación, que para eso uno ya no está preparado.

  3. Masculino, Femenino, Neutro, Epiceno, Homos y Héteros, Gays y Lesbos, dan sólo voz, y voces, al reparto de Sexos y de Géneros, o de Géneros y de Sexos. Y de papales. En todo caso en la infancia lejana de los cincuenta, a los niños se les pedía ser ‘Machotes’; igual que a las niñas se las conminaba a ser ‘Mujercitas’. DE aquellos polvos…
    No se si en ese orden (Sexo/Género) nace el conflicto de la Virilidad Manifiesta y galopante que hiere y mata y de la Feminidad Militante que tambien galopa. Por no hablar de las posiciones intermedias. Y tanto o más problemáticas.
    Aunque al final, los problemas se unifiquen como cuenta y canta la literatura y el cine mismo en un mar de solitarios y solitarias.
    Así primero fue ‘El hombre sin atributos’ de Robert Musil (1930-1943); al que sigue ‘L´homme revolté’ de Camús en 1951; luego sería ‘La soledad del corredor de fondo’ de Sillitoe (1959), llevada al cine por Richardson en 1962; más tarde el ‘Mundo macho’ de Terenci Moix, y del mismo año que ‘El varón domado’ de Esther Vilar. Para acabar, es un decir, con el ‘Single man’ de Tom Ford de 2009.
    Puede que me olvide de ‘Querelle de Brest’ de Fassbinder (1982), según texto de Jean Genet (1942); y de ‘Los amantes pasajeros’ de Almodóvar de 2013.

    • A esto añadiría yo el reality de Alska y Mario, donde no hay conflicto de virilidad…Simplemente no existe…y ni falta que hace.

      Marido maricón en la calle y macho en la cama, esposa que adora lo transgresor, solo hay amigos gays y la mejor amiga es un travesti.

      No querían caldo…pues tres tazas.

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