Corazón mío. Capítulo 35

Manuel Valero.- – Así es, señor Peinado, le veo a usted muy puesto, todo un experto…”.- Gloria lo aduló con sinceridad. El padre de Peinado, le parecía uno de esos hombres de los que se puede aprender incluso cuando pide la carta en un restaurante.
corazonmio
-Gracias, Gloria, pero no olvides que soy sociólogo y la televisión tiene toda una sociología para sí sola-, respondió complacido el profesor.

– Insisto, que la gente vea lo que quiera, que las televisiones hagan lo que quieran, dentro de las leyes, por supuesto, que ofrezcan lo que quieran, que vayan quienes quieran… Y si hay problemas tenemos tribunales que pueden dictaminar si ha habido…

-Tiempo, dinero, espectáculo… A veces comprendo a los famosos que se enfrentan a los reporteros de esos programas, aunque ya sabéis cómo las gastan… Ponen las imágenes una y otra vez con la escusa legal de que se trata de un personaje público… Pero como os decía, y no he terminado… hay más variantes que nos conducen a una televisión subliminalmente perniciosa…

-¿Sí? Por favor, señor Peinado, siga, se lo suplico…-rogó Gloria.

– Aquella que pretende ir de seria para ocultar sus verdaderas intenciones. Recurren a personajes de los llamados “serios” a quienes invitan para lavar la cara del resto del contenido. Estos no suelen negarse porque a su vez aprovechan las audiencias millonarias para sacar rentabilidad a su propia notoriedad o a algún proyecto que en esos momentos los ocupe.

-Lo que pasa es que las personas serias “, terció Gloria apostillando lo de serias con los dedos de las manos” logran efectivamente que las vean muchísima gente, si se trata de la promoción de un libro,  ni te cuento, pero no son éstas las que dignifican el programa, al contrario, acaban contaminadas. Cuando en un programa de ésos hay un debate político lo que realmente vemos es una corrala, un guirigay, los propios periodistas se comportan como los otros “periodistas”, volvió a entrecomillar la última palabra, en la forma de expresarse, y de insultarse. Es la versión basura en plan político, que no todo va a ser si la señora cantante se lo hacía con la modista a espaldas del marido que a su vez tenía un regimiento de amantes.

-Ja, ja, ja…- La risa del señor Peinado desplazó hasta un segundo plano la banda sonora de El Golpe que sonaba en esos momentos. ”Esa observación es estupenda, Gloria, francamente, yo también la había detectado pero veo que te me has adelantado…

-Seré pesado, pero a mi que haya telebasura me da igual, tampoco es tan raro, la hay en todas partes. Hay cine basura, libros basura, música basura, políticos basura… La basura forma parte de la vida, es el detrito exigido por vivirla-,  dijo Peinado.

-Vive Dios, que ahí has estado acertado, hijo mío, pero hay una diferencia: no salen por la tele todos los días del año durante años. Al cine basura sencillamente la gente no va, los libros basura acaban en el olvido y la música… bueno, no hay música basura, la hay o muy buena o malísima. En cuanto a los político-basura… Oh, Dios mío, con estos no hay quien pueda”, dijo cómicamente el profesor Peinado, echándose manos a la cabeza.

Así pasó la tarde del domingo, como por ensalmo. El profesor Peinado encendió la luz de una lámpara de pie que tenía al lado. El azul desvaído de la noche había tintado la ventana junto a la que conversaban, y los visillos se adornaban con las luces de ciudad y los resplandores de la calle. Poco antes de despedirse, fue inevitable que el profesor Peinado le preguntara por el caso. De hecho esperó a ese momento, mientras se levantaban para hacerlo, pues no quiso desde el momento en el que su hijo le telefoneó anunciando su visita.

-¿Y cómo va ese caso, hijo?

-Mal, papá, no avanzamos. El planchazo de la detención de ese funcionario ha sido un golpe duro.

-Bueno, la policía hace su trabajo y a veces se equivoca. Un error en busca de la verdad no es importante, hijo, lo es si al final es el error la conclusión.

– Gracias, papá, pero los de arriba se están empezando a impacientar. Pienso en un nueva víctima y me dan ganas de beberme entero El Gato Azul.

-¿Crees en esa posibilidad?

-Si te soy sincero, sí. Pero no sé, tengo un presentimiento, algo aquí dentro que no me deja… Me refiero al suicidio de esa joven Irene Cruz… Creo que de alguna manera o de otra está relacionado, pero no tenemos aun un indicio sólido. Hablamos con su padre, y no disimuló su odio hacia ese Lobera y su programa. Al fin y al cabo, su hija.

-Pues sigue esa intuición, profundiza, todo lo peor que puede pasar es que estés equivocado, y en ese caso, ¿qué? Vuelta a empezar. No te preocupes, Roberto encontraréis a ese malasangre…

El padre abrazó a su hijo en la puerta del piso y besó a Gloria. El profesor Peinado estaba feliz por eso. Hacían una estupenda pareja, no en el aspecto estético de chico-atractivo-chica-guapa, sino en la forma en que se complementaban. Era como si estuvieran hechos el uno para la otra. Y viceversa. La causalidad de las flores es lo que tiene. En el ascensor, Gloria, le dijo a Roberto.

-Tu padre es un buen tipo.

-Lo es-, sonrió Roberto.

-Como el hijo-, le dijo besándolo traviesamente en los labios.

-De eso no estoy tan seguro.

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