Agua templada

fermingassolEsta reflexión tiene un prólogo aproximativo, (es también lo que pretende ser este artículo): la referencia a la gran “movida” que tuvo lugar una año más en el Recinto Ferial el pasado día 30 de julio. Una multitudinaria concentración-fiesta en la que miles de jóvenes, muy jóvenes, (para algunos veinte años ya son muchos), se reúnen para celebrar lo que nadie, ni siquiera ellos mismos, saben; quizá festejar que siguen vivos.

Es la respuesta espontánea a un “silbido”, a una llamada en la que se rinde culto al vino….como fluido elemento de ¿comunicación?, diversión y bacanal al aire libre.

Decir también que mientras escribía estas líneas mi “compañero de pupitre” en este Diario, Luis Mario, denunciaba en un comentario la preocupante ausencia de la mayoría de estos jóvenes en actos reivindicativos que procuran una sociedad mejor. Yo también lo firmo y lo rubrico. ¡Falta nervio! Dicho esto, entro en materia.

Siempre que me encuentro con algunos conocidos de la infancia, que a base de sacrificio, esfuerzo y tesón, (en sus casas no andaban sobrados de recursos), fueron aventajados estudiantes de Bachillerato y luego excelentes profesionales tras pasar por la Universidad, no puedo por más que retrotraerme a esos años y llegar a esta conclusión: existe hoy una generación que yo llamo del agua templada. Explícate, dirán ustedes y naturalmente que voy a hacerlo.

Soy padre de tres hijos, de edades comprendidas entre los veinte y veintisiete años, para mí los mejores del mundo, claro, y en una conversación mantenida con ellos hace algún tiempo, me salió esta aseveración: Vuestras generaciones no han tenido la ocasión de conocer lo que es el “agua fría de la vida” para poder apreciar lo que supone el placer de su “agua templada” porque nacisteis en ella y no conocéis otra. ¿Qué culpa tenemos nosotros? Me dijeron. Por supuesto que ninguna, contesté rotundo.

Si algo ha caracterizado a los años precedentes (creo que su filosofía subyacente continua vigente a pesar de la crisis), ha sido la identificación del desarrollo con la consecución de un exclusivo estado de sobre-bienestar material. El eje en torno al que se movía la sociedad desde no hace más de veinte años era poder disfrutar de abundancia de bienes y su frenético consumo. Podríamos decir que era una sociedad en la que sobraba de todo y no faltaba de nada. Nada que fueran bienes de consumo. Pues bien, en estos años y en estas condiciones han crecido unas generaciones que nacieron con todas esas necesidades cubiertas; nacieron en el agua templada.

La ideología que subyace después de observar el comportamiento en buena parte de los jóvenes y ante todo en las cómodas posturas de muchos padres que vuelan complacientes a satisfacer todas las demandas, deseos y caprichos de sus hijos es esa que dice: Bastantes dificultades y privaciones hemos pasado nosotros. Esta es la “humana”, emotiva y cuestionable justificación.

La ley del péndulo también se cumple en este caso. El desarrollo social ha propiciado un justo avance, rompiendo una estructura a la que más tarde me referiré; sin embargo como sucede muy a menudo, en ese afán de cubrir las carencias…hemos dejado al descubierto otras hasta ahora desconocidas por inusuales, pero a la postre necesarias para el futuro.

Hasta hace unos años se había identificado la alegría de conseguir algo con el triunfo sobre las dificultades que constituían un impedimento para lograr algún fin, alguna meta, algo que suponía un esfuerzo para alcanzar un bien que deseábamos y no teníamos. Fue así como crecimos, evolucionamos, maduramos y conseguimos estar más satisfechos de nosotros mismos al tiempo que de una manera natural activábamos el  ingenio y reivindicábamos día a día un futuro mejor.

No han transcurrido muchos años desde aquellos en los que la estructura social estaba compuesta por dos tipos de ciudadanos con posiciones muy distintas; los unos, que tenían casi todo, normalmente por herencias familiares, eran los menos, los privilegiados y aquellos que atesorando capacidad para conquistar un estamento mejor tenían que vencer muchas dificultades de tipo económico y social ya que la tendencia era establecer círculos cerrados muy difíciles de romper. La ruptura de esos “círculos malditos” ha sido una de las conquistas de los últimos treinta años. La posibilidad de acceder todos a disfrutar del agua templada.

Sin embargo hoy, independientemente de las dificultades que conlleva la masificación y la gravísima crisis económica para conseguir un puesto de trabajo, los jóvenes que se han educado en un mundo lleno de cosas a su alcance tienen el inverosímil inconveniente de que han de vencer además y por si lo primero fuera poco, las facilidades en las que se han educado y no las carencias, el “agua fría de la vida”; es el ambiente de excesiva bonanza en que han crecido la mayor dificultad para lograr lo que no tienen. Hoy el curioso déficit para los que se inician en la vida adulta consiste en ”haber tenido de todo sin haber comenzado nada”.

Me parece que en este esfuerzo por conseguir y ahora mantener un justo y humano nivel de vida confortable…hemos descuidado sin querer el aspecto del esfuerzo. Haciendo de nuevo referencia a la ley del péndulo existencial…nos hemos preocupado demasiado en evitar a nuestros descendientes el duro trago de las escaseces; ¿Qué padres han tenido y tienen hoy la “dureza de corazón” para consentir que sus hijos se bañen en aguas de temperaturas parecidas a las que ellos tuvieron, siquiera un momento? Haber nacido con todas las necesidades más que cubiertas, nos ha impedido apreciar la conquista de lo que siempre hemos tenido. Más vale así, dirán y estoy de acuerdo. Pero el problema es que hemos creado una generación educada a “bollos”, incapaz de reivindicar y protestar ante las muchas injusticias que hoy existen todavía…ajenas desde luego a esa filosofía que han mamado. Sobre todo porque la época de las vacas gordas ya ha pasado y la amenaza de vivir en agua fría de nuevo no es gratuita. Y será entonces cuando todos, padres e hijos echemos de menos esa “falta de aclimatación que necesitan las plantas para crecer en ambiente desapacible”. Cuando quizá nos arrepintamos de no haber educado a nuestros hijos de una manera menos tibia para saber solventar el frío futuro que ya estamos viendo les espera.

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3 COMENTARIOS

  1. Hay también otro frío histórico. No solo el del agua sanitaria. Las transformaciones materiales, como conquistas del progreso, acaban modelando formas y conductas diferentes de las precedentes. Si todo fuera tan simple como el agua fría necesaria, cortaríamos la caldera. Y así nuestros hijos adquirirían la dureza de Esparta.

  2. Lamentablemente la caldera se enfría demasiado despacio (pero se sigue enfriando sin pausa), las nuevas generaciones no saben lo que significa «espartano» porque no forma parte del proceso educativo como ciudadanos y el «carpe diem» sigue siendo un lema potente desde el aparato educativo ultraliberal.

    El 15 M fue una gran oportunidad de comportarnos como los países del norte de Europa, que cogieron el toro «crisis» por los cuernos e hicieron limpieza en todos los ámbitos. Pero, claro, a ellos les educan como ciudadanos participativos, les enseñan que los recursos públicos hay que cuidarlos, que si eres servidor público estás para ayudar a los demás y que, una sociedad que no comparte, que no ayuda a los que más lo necesitan, no tiene futuro.

    Aquí esa asignatura, por obra y gracia de Rouco Varela, el clan Aguirre y CIA se hundió de forma miserable y se sustituyó por la religión. Con un par! Así es que, bienaventurados aquellos que, como Wert, tienen un padre con dinero, van a una Uni privada de Madrid, salen colocados y luego heredan, porque de ellos será el reino de Horcher, Urban, La Dorada o Lazlo. Los demás están llamados a vivir en el infierno terrenal.

    Aquí, al igual que en la Pandorga, tenemos un Palacio Presidencial donde el lema es «Viva el vinoooo». Así nos va. Qué triste.

    Para finalizar, anoche haciendo un recorrido por los divertidísimos programas de verano, ví la que seguro es una de las entrevistas más absurdas y tristes que ha debido hacer Concha Velasco, era en un programa de La Sexta donde el necio de Paco Marhuenda vomita odio al comunismo cada sábado. Pues, a lo que voy, a la actriz de Hécuba le preguntaron por varias cuestiones de política actual y su respuesta fue deleznable: no pienso responder a nada de eso, porque detrás de mi tengo varias familias a las que tengo que pagar un sueldo, y las protestas de los actores en los Goya nos pasaron factura. No sé, imagino que no tengo que comentar la respuesta, no? Triste, muy triste.

    Pues así se han quedado también muchos 15M.

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