Plenitud

DJosé Riveroice, Boris Izaguirre, heraldo afamado de la salsa rosa, que la venta de la finca ‘La Yerbabuena’, casa familiar que fuera de Rocío Jurado y Ortega Cano, hunde y disuelve parte del ‘mundo rosa’ que el glorifica y glosa.   Allí, en esa finca lateral, parece ser que nació la frase emblema “Tan a gustito”, que a su juicio es otro icono, junto a la finca misma, “de lo que fuimos”. O mejor aún, de lo que creímos ser en los años noventa, como años de gloria y fama: “Ricos, fiesteros y enamorados”.

El gustirrinín de Ortega Cano en ‘La Yerbabuena’ se dilató hasta los esfínteres de Rodríguez Zapatero en la década siguiente, para advertirnos no ya de la Plenitud sensible, sino de la Plenitud económica. Ya se sabe que en esos años de marfil y oro, jugábamos en la ‘Champions League’ de la Economía, o que creímos jugar junto a los más grandes; creímos en esos años de ébano y plata, que nuestro PIB subía sin parar a los cielos etéreos, como un globo estratosférico, por la gracia de dios y por los misterios del diablo.

marx340aY ahora es ya otro verano; o el mismo verano de siempre,  como quería Esther Tusquets. Y por ello, es el tiempo de la sazón vegetal y del celo animal. Aunque siempre quede en entredicho la grandeza oxidada,  nuestra grandeza pasada y borrada. Porque es éste el verano único y verdadero, el que hemos aprendido y el que tenemos guardado en el bolsillo; como el verso azul y último del Machado del exilio final francés.

No es el frío del coctel helado; ni la sal en los labios tras el beso marino; ni la  hermética luz del ‘cavespre’ catalán. No, lo que hemos aprendido y recordado es el bello axioma marxista, de don Carlos, vertido en ‘El Capital’: “Todo lo que es sólido se desvanece en el aire”. Que admite otras variaciones traducibles, desde las transformaciones evidentes y notorias, descritas con detalle desde el feudalismo pasado, al naciente capitalismo, coetáneo con la redacción de su obra magna en la sequedad de la biblioteca del British Museum. Como “Todo  lo que existe merece desaparecer”; incluso “Todo lo sagrado es profano”.

Una captura marxiana que da nombre al recuento libresco de Muñoz Molina en su libro ‘Todo lo que era sólido’; una captura tan bella  como la verificada, tiempo atrás por el poliédrico Talleyrand, al decir “Quien no ha vivido antes de la revolución, no conoce la dulzura de la vida”. Y que daría nombre a la película de Bernardo Bertolucci ‘Prima della Revoluzione’. Esa melancolía de lo que se deshace, como el sol poniente; y de lo se desvanece, como el dibujo lunar en la arremolinada madrugada, es la Plenitud del ser mortal. Que se complace de lo fuimos, tanto como llora y lamenta por lo que dejamos de ser.

Periferia sentimental
José Rivero

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5 COMENTARIOS

  1. Sí señor…un artículo redondo, D. José.
    Una ración más de vanidad…que conteniendo solamente vanidad, sólo es vanidad…y además plastificada….¡que horror!!!

  2. También de Talleyrand:

    «Nadie puede sospechar cuántas idioteces políticas se han evitado gracias a la falta de dinero.»

    Esta de aplicación en el periodo 2008-20??

  3. Hermoso e inspiradísimo artículo, que, además, me ha hecho recordar un librito casi olvidado, de esos que prestas y se desvanecen en el aire como todo lo que es sólido :»El mismo mar de todos los veranos» de la Tusquets.

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