Un americano en París

silencio_regularJosé Manuel CampilloYo era de los que se ponían en un lateral de la pista de baile y no despegaba los pies del suelo mientras mi cadera hacía quiebros que ni los de Pelé en sus mejores tiempos. Un conjunto estético al que había que añadir mi mano izquierda metida en el bolsillo del pantalón y la derecha sosteniendo la correspondiente copa. Gracias a ello siempre había alguna chica en la discoteca que terminaba interpelándome con el clásico: ¿Estudias o trabajas?

Por todo lo anterior, la primera vez que vi Un americano en París, Gene Kelly no me impresionó. ¿Acaso tenía que envidiarle en algo? Veinticinco years later la percepción sobre Gene Kelly y sobre mí ha cambiado sustancialmente. Si bien la de la película no mucho. No me gustó entonces y no me ha gustado ahora.

americano01 Es un film artificial Fet a posta, como dice el título del alegre pasodoble de Miguel Picó, para ganar el premio de la Academia. De hecho es tan mentiroso que, aunque rezuma Paris con más fuerza pictórica incluso que la que crearon los impresionistas, está rodado en Hollywood (excepto un par de tomas). Tiene el pie forzado de los poetas que falsean el poema.

El acierto de Vincente Minnelli (Castillos de arena, Los cuatro jinetes del apocalipsis, Con él llegó el escándalo, Gigi) fue realizar esta cinta  en el momento en el que los espectadores demandaban algo distinto. Ese es su principal valor. Fue diferente cuando esta cualidad ya era una virtud en sí misma. Por hacer un paralelismo cinematográfico, algo así como lo que le pasó a Almodóvar. Hizo de la vigilia cine y eso era una auténtica novedad, porque el cine era ensoñación.  El problema apareció cuando la gente comprendió que lo real es tan prosaico y previsible que no tiene ningún mérito inmortalizarlo. La copia nunca es brillante, la creación puede serlo.

La secuencia final de trece minutos es la que nos hace olvidar el aburrimiento previo y la que consigue que sea considerado un gran musical. No hay que olvidar que, hasta ese momento, solo se había rodado una secuencia más larga con el Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, Si (Las zapatillas rojas), que duró quince minutos.americano02

Tiene buena fotografía, buena música, brillante puesta en escena, buen montaje; aunque le pasa como a esos peluqueros que tienen las mejores tijeras, el mejor champú y la última tecnología, pero no saben cortar el pelo. Esta película lo tenía todo, pero se quedó en nada. Le faltaba alma. Y sin alma solo se hace aquello que nunca perdura.

Posdata: Ese cuerpo en movimiento que antes consideraba clave de mi éxito, hoy lo compararía con la filosofía del absurdo. Tardé muchos años en entender que el baile y yo estamos tan reñidos como Walter Matthau y Jack Lemmon. Por cierto, para los curiosos, a la pregunta del primer párrafo siempre respondí de la misma manera.

Nominadas: El traidor, Un lugar en el sol, Quo Vadis, Un tranvía llamado deseo.

Próxima: El mayor espectáculo del mundo (1953).

Silencio, ¡se rueda!
José Manuel Campillo
www.vienafindesiglo.blogspot.com

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8 COMENTARIOS

  1. Amigo José Manuel: ¿Recuerdas cuando hablamos el otro día? Yo me confundí de peli. Me decías Un americano en París y yo pensaba en Un día en Nueva York. Obviamente me quedo con la segunda. Aunque tengo debilida por los musicales. Por cierto ¿sabes cual es el origen de los mismos? La ópera de cuatro cuartos, salvo que tu ciencia mayor me lo ratifique o desmienta.

      • El resumen de Cristina Bringas, en “El musical. Historia de un género americano”, puede servir como aclaración del asunto originario del Musical americano.
        Dice Bringas que: “Su pasado está constituido por el teatro, por la aparición del sonido en la historia del cine, y por la fuerza creciente de la industria musical. La manifestación teatral del musical surge, pues, de la evolución, mezcla y coexistencia de la opereta, la ópera, la revista y el vodevil”. Que es lo es lo que insinúa Valero, con ‘las obras de cuatro cuartos’, y se puede fijar una procedencia variopinta, entre la opereta vienesa, el cabaret berlinés, los coros laicos o la revista teatral parisina. Prosigue Bringas con la comparativa Teatro versus Cine, de tal suerte: “Mientras el Musical Teatral se consolida a principios del siglo XX y se concentra en la avenida Broadway de Nueva York, el cine mudo se obliga a inventar música en directo, en donde cantantes secundarios hacían el doblaje de los actores de pantalla. A finales de los 20 la primera película sonora que llega a las salas, va a revolucionar la industria fílmica. The Jazz Singer,”.
        Cuando irrumpe el sonoro, por tanto la Revista musical teatral estaba viviendo uno de sus grandes momentos, según Gustavo de Alba en su trabajo “Fred Astaire: alas en los pies”. Y por ello Manuel Villegas López en su libro “Los Grandes Nombres del Cine” al referirse a Fred Astaire nos señala que: “al llegar el sonoro, la comedia musical domina el cine como el gran espectáculo capaz de superar el escenario teatral”. Ahí está el pulso ganado por el cine a la Revista musical teatral.
        Más tarde Busby Berkeley revoluciona el género, dotándolo de un lenguaje visual, dinámico y cinematográfico que lo alejaba del teatro: ahí está La calle 42. En la década de 1940 hizo su aparición Gene Kelly (el amo del género: actor, bailarín, coreógrafo, productor y director), y el musical no volvió ya a ser el mismo. Junto a Stanley Donen, lo llevaron a lo más alto en Un día en Nueva York (1949). Con ellos, los rodajes salieron al exterior y el musical alcanzó la mayoría de edad. Y tras toda mayoría de edad, se atisba la imparable senectud. Saludos amigos.

  2. En 1928 el compositor americano George Gershwin viajó a París. Las vivencias que tuvo en este viaje las dejó plasmadas en el celebérrimo poema sinfónico «Un americano en París», retrato musical del viaje en el que utiliza melodías, armonías y ritmos provenientes del incipiente Jazz americano. Inspirándose en esta gran obra musical, Vicente Minnelli dirigió el musical de idéntico nombre en 1951.

  3. Gracias a ti por recordarnos la importancia que el cine musical adquirió con autores como Vicente Minnelli, director que dio el primer paso hacia la concepción moderna del musical, aunque mi vista y oido aun se emboben con la música de Leonard Berstein en «West side history» de la década siguiente. Un placer leerte, un cordial saludo!

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