Carmen Lozano convoca de nuevo a los vecinos de Ciudad Real a hacer ganchillo por el reconocimiento de la sensibilidad química múltiple

Después del éxito de la ganchillada popular celebrada el pasado mes de julio y de la machada de Fausto Chicano, que recorrió a pie la distancia entre Elche y Ciudad Real por el reconocimiento de la sensibilidad química múltiple, Carmen Lozano vuelve a la carga con una nueva propuesta. En esta ocasión, y con motivo de la Semana de la Movilidad que se celebra en la capital del 16 al 22 de septiembre, invita a participar a los vecinos de Ciudad Real en un maratón de ganchillo que durará 24 horas. carmenlozanobici

«Tejiendo una bicicleta», así se denomina el evento, comenzará a las 18:00 horas de mañana sábado, 21 de septiembre, en la carretera de Toledo (Nuevo Parque) y no concluirá hasta la misma hora del día siguiente. «Vamos a intentarlo», asegura Carmen Lozano a este digital. «Desde Ciudad Real en Bici me llamaron por el tema de un aire más limpio y se me ocurrió la idea de tejer una bicicleta. Y así surgió la iniciativa, vamos a revestir de ganchillo una bici antigua», explica.

Sensibilidad química múltiple, una enfermedad devastadora
Así la califica Carmen Lozano; «devastadora para las personas que la padecen, debido a la elevada cantidad de sustancias químicas con las que convivimos». No se conocen todavía las causas de la enfermedad pero Lozano asegura que su caso se debe a la exposición a  los productos químicos en su puesto de trabajo. Ha sido peluquera durante cerca de 30 años. “Es triste que, en siglo en que vivimos, tengamos que renunciar a la vida porque no esté reconocida esta enfermedad por la Organización Mundial de la Salud”. No existe un tratamiento específico, ni tiene cura. “El enfermo de sensibilidad química múltiple está muy desprotegido, no sabe adónde acudir”.

“Mi casa se ha convertido en mi cárcel y la mascarilla en mi condena”. Carmen Lozano no puede respirar el perfume, los ambientadores o los suavizantes, ni entrar en contacto con detergentes, gasolina, tabaco o esmalte de uñas. Los síntomas son terribles, “nuestro cuerpo deja de funcionar y responde en forma de dolores de cabeza, fatiga, malestar, vómitos, mareos o parestesia; se me duermen las manos y los pies”. Como la enfermedad no está reconocida, “solamente me pueden tratar la dolencia concreta que tenga en cada momento”.  “¿A qué tengo que esperar – se pregunta indignada- a que me muera para que me la reconozcan?”. “Quiero que lo hagan ahora que estoy viva; creo que tengo derecho a la vida y a la sanidad, como tantos otros enfermos”.

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