Trabajadores (y empresas), víctimas de la crisis: los convenios ya no valen y los salarios bajan sin cesar

Lucio A. MuñozLos ciudadanos hemos aprendido en relación a la crisis financiera que poseer profundos conocimientos financieros es más rentable que confiar  la administración de nuestras finanzas personales a los gestores tradicionales. Muchos españoles han perdido sus inversiones, vía productos de ingeniería financiera y de alto riesgo, sin leer ni entender la “letra pequeña”. En relación a ello, otra lección aprendida es la relativa a que los gobiernos siempre se posicionan a favor de los bancos. En España, el rescate a la banca (sobre todo, a las antiguas cajas de ahorros saqueadas por los políticos) ha empobrecido masivamente a los ciudadanos.

De la crisis política española, que es el origen y la causa de nuestra particular crisis económica nacional, extraemos la conclusión consistente en que el “gobierno de los peores”, integrado por una casta política sin apenas formación ni experiencia laboral privada, y a través de una gestión corrupta de la Administración, ha provocado el desempleo y la miseria de millones de españoles.

¿Y de la crisis que sufre nuestro ineficiente mercado laboral, podemos extraer alguna enseñanza? ¿Seguiremos con el desfasado debate ideológico entre derecha (empresa) e izquierda (trabajadores) o apostaremos definitivamente por la productividad y la competitividad en forma de cooperación entre empresarios y empleados? No olvidemos que el nivel de competitividad de la economía de un país depende en gran medida del buen funcionamiento de su mercado de trabajo.

Tradicionalmente y según los expertos en la materia, las leyes españolas de ámbito laboral han sobreprotegido al trabajador de manera excesiva, provocando con ello una extrema rigidez que ha restado eficiencia a nuestro mercado de trabajo. (Tan perjudicial es esta sobreprotección como dejar a los trabajadores desprotegidos y sin salidas).

Por el contrario y debido al efecto de la última reforma laboral, el número de empresas que se están desmarcando de los convenios (alegando problemas de viabilidad debido a causas económicas, técnicas, organizativas o productivas) está aumentado considerablemente, puesto que la adopción de esta práctica se ha generalizado progresivamente.
Pero contradictoriamente, el 71% de las sentencias relacionadas con ERE (extinción de empleo) dictadas durante el año 2012 fueron declaradas nulas por defectos de forma.

La desvinculación de los convenios y los descuelgues, considerando el desfavorable entorno económico actual, han permitido a las empresas que han ejecutado esta medida salvar situaciones que hubieran podido acabar en concurso de acreedores y mantener los empleos de parte de sus plantillas.

La contrapartida consiste en que multitud de empleados de estas empresas han sido despedidos, percibiendo, además, menores indemnizaciones. Y a los trabajadores que han conseguido mantener sus puestos de trabajo se les ha reducido su sueldo.

A pesar de ello, podemos deducir que si no existiera la posibilidad de desvincularse de los convenios, muchas compañías, que todavía siguen activas, habrían desaparecido y, por tanto, todos los empleados de las mismas estarían en situación de desempleo.

La flexibilidad interna, consecuentemente, favorece el empleo y la competitividad empresarial.

No obstante, el mercado laboral español sigue sin ser “flexiseguro” debido a que no es capaz de reabsorber a la gran mayoría de trabajadores que se quedan en paro, puesto que no existe un trasvase fluido de trabajadores que puedan pasar de un sector o una actividad económica a otra. Y ni siquiera de una empresa a otra. Evidentemente, falta mucho por hacer: bajar las cuotas sociales, definir un contrato flexible a tiempo parcial, reducir el número de contratos, etc.

Aunque algunas empresas hayan podido desvincularse de los convenios con el objetivo de no subir los salarios o, incluso, para bajarlos, la mayoría de ellas ha adoptado esta medida anti crisis al objeto de sobrevivir.

¿La economía española necesita devaluar los salarios (sobre todo, reducir los costes laborales unitarios) para recuperarse y crecer? La competitividad de nuestra economía no solo depende de la devaluación de los salarios sino de otros factores como la inversión en I+D+I+D, la cualificación del talento, etc. Aunque la devaluación salarial si está potenciando las exportaciones, casi la única apuesta, hasta el momento, de nuestra economía.

¿La posibilidad que tienen las empresas de desvincularse de los convenios sin necesidad de negociación colectiva podría debilitar el inmenso poder que todavía tienen los sindicatos? ¿Es la hora del protagonismo del trabajador, atribuyendo a los sindicatos una mera labor de asesoramiento?  ¿Algún trabajador confía en UGT o CC.OO., después de la corrupción de los ERE andaluces, las subvenciones, las cuentas opacas, etc.?

La problemas que afectan al mercado de trabajo español también están interrelacionados con nuestro modelo productivo tercermundista y con el gran problema de nuestro país que no es otro que la deuda pública (camina hacia el 100% del PIB) y el déficit público (el más alto de la UE).

Empresas y familias han reducido sus deudas (aunque la deuda privada sigue en un nivel alto) pero el Gobierno continua machacando a impuestos a los españoles para que la Administración pueda dilapidar el dinero, vía gasto público-político improductivo.

Tanto pymes y autónomos como empleados son víctimas del engaño de la crisis, que en realidad es una máscara que esconde a la corrupción político-financiera y al despilfarro del dinero público.

Lucio A. Muñoz.
Socio director de Eurogroup Human Resources.

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2 COMENTARIOS

  1. Y, sin embargo, las grandes empresas del Ibex 35, cerraron la primera mitad del año con un beneficio conjunto de 14.633 millones de euros, un 9 % más que en el mismo periodo de 2012.

    Pero, claro, esas empresas no tienen trabajadores, no subcontratan a pymes que tienen trabajadores y no venden a otras empresas o pymes que tienen trabajadores.

    Está claro que España empieza a salir de la crisis, pero no los españoles.

    Y, entre todo este follón, Bankia ha tenido casi 600 millones de euros de beneficios ¿No sería el momento de empezar a devolver hasta el último euro a los preferentistas engañados?

    O, como ya empezamos a oír ¿No será que las entidades financieras rescatadas serían incapaces de soportar un nuevo test de estrés y vamos a seguir sufriendo recortes en sanidad, educación y servicios sociales para poder seguir abonando la fiesta de nuestros ignominiosos banqueros?

    El otro día Fermín Gassol hablaba en un buen artículo sobre las falacias. Está claro que aquí hay una bien grande. UNA FALACIA QUE EXPLICAS EN TU ÚLTIMO PÁRRAFO: Tanto pymes y autónomos como empleados son víctimas del engaño de la crisis, que en realidad es una máscara que esconde a la corrupción político-financiera y al despilfarro del dinero público.

  2. Vaya parece que al artículo le falta alguna parrafada sobre el enooooooooorme fraude fiscal (70.000-80.000 millones de euros) de las grandes empresas «choriceras» …. ¡¡¡¡¡¡¡ uuuhhhm.

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