Manzanares celebra San Antón fiel a las tradiciones

Manzanares cumplió con las tradiciones vinculadas a las fiestas de San Antón, como la hoguera de la víspera, las tres vueltas a la ermita tras la bendición de animales, o pasar a ésta a hacer sonar la campanilla del guarrillo situado a la entrada. La procesión, en la fría tarde del viernes, cerró los actos programados por la cofradía de San Antonio Abad.
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Las fiestas comenzaron el día 15 con la proclamación de mayorala, ayudaoras y motrilillas y con el pregón a cargo de Isabel Quintanilla, en el que apeló a las tradiciones. Y es que esta fiesta mantiene vivas muchas de éstas. Así, centenares de personas se congregaron en la víspera de la festividad del patrón de los animales en torno a la hoguera sobre cuyas ascuas se asaron chorizos, morcillas, lomo y patatas.

Tras la amenaza de lluvia por la mañana quedó una noche de temperatura agradable, que se caldeó cuando las llamas cobraron fuerza tras su encendido, lo que obligó a los bomberos a refrescar la fachada de la ermita y a atemperar el fuego. Bomberos, Policía Local y voluntarios de Protección Civil velaron por la seguridad del acto.

La venta de castañas asadas, barquillos de canela y cochinillos de manteca, y el habitual chiringuito también captaron la atención del público. Los más pequeños siguieron el ritual de pasar a la ermita a hacer sonar la campanilla colgada en el cuello del guarrillo situado a la entrada, que este año tuvo la compañía de una carroza de San Antón en miniatura realizada por Gabriel Moya Acosta. También hubo que hacer cola para tocar la campana de la ermita.

Otro de los momentos más esperados de la fiesta tuvo lugar a las dos de la tarde de este viernes, con la bendición de animales. El sacerdote Luis Gallego Villena, que cambió el libro por la pantalla del móvil para leer la oración al santo, sacudió el agua bendita sobre las mascotas que se congregaron para dar las tres vueltas de rigor a la ermita. Predominaron los perros de todas las razas, algunos de ellos con pocos días de vida. También hubo gatos, pájaros, tortugas, hamsters y alguna que otra especie exótica.

La procesión con la imagen de San Antón, acompañada por la Banda de Cornetas y Tambores del Santísimo Cristo Resucitado, contó con la participación de la mayorala, ayudaora y motrilillas, de niños y niñas con trajes típicos, de miembros de la hermandad, peñas caballistas, autoridades y de vecinos con sus perros.

Comenzó a las cinco de la tarde del viernes. Tras salir de su ermita recorrió las calles Jesús del Perdón, Lope de Vega, Toledo, Reyes Católicos, Mayorazgo, Avenida de Cristóbal Colón y regresó por San Antón. Como novedad, mediante un bando municipal se prohibió el estacionamiento de vehículos en la calle Lope de Vega, la más estrecha del recorrido, lo que facilitó el tránsito y dio mayor lucidez a la procesión.

En la procesión participaron veinticinco caballos cuyos jinetes y amazonas dieron al terminar tres vueltas a la ermita, en cuya entrada se situó la imagen del santo. En ese momento también se repartieron entre los caballistas los dulces llamados “viejas”.

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