Trabajo de chinos

Rafael RoblesLa empresa Solaria de Puertollano, dedicada a la noble labor de las energías renovables, va a despedir a más de doscientos trabajadores porque, entre otras razones, fracasaron las desesperadas negociaciones con una empresa china. También el capital chino anda detrás del Aeropuerto de CiudadReal y no es difícil imaginar las abominables condiciones laborales y financieras que quizá, en este larguísimo proceso de venta-regalo, estén planteando.

Los clavos ardientes chinos no son la mejor salvaguarda de una empresa y es que llegar a acuerdos sínicos es como vender el alma al diablo. Obviamente no critico a las personas de etnia china, de las que guardo un gratísimo recuerdo desde que enseñé en Sichuan hace más de una década. No, el problema no es el chino-persona sino la chino-empresa.

La llegada masiva a España de grandes empresas-patera y financieras chinas supone un desafío democrático de primera magnitud. Su entrada gradual está cimentando, con el respaldo de la reciente legislación laboral diseñada a su medida, el hundimiento de los salarios de los trabajadores españoles, el incremento hasta la náusea de los horarios laborales y la interiorización de la filosofía laboral china que afirma que hay que “vivir para trabajar” en detrimento del “trabajar para vivir”. Tantas décadas de maoísmo les ha despertado una inusual voracidad neoliberal fuera de sus fronteras.

Si la democracia-como-nación pretendió, hace no mucho tiempo, dulcificar el inevitable capitalismo, en nuestros días la democracia-globalizada es el peligroso artífice que allana el camino a culturas empresariales —¡dichoso multiculturalismo!— que desprecian a los trabajadores, chantajean a los pequeños emprendedores y ocultan a sus clientes el porqué de sus precios sorprendentemente baratos.

Lo peor de la crisis-estafa llegará cuando las empresas españolas adopten el modelo de negocio chino y las generaciones de trabajadores venideras acepten el estajanovismo como algo normal y valioso. El estado de continuo malestar se alcanzará cuando empresas como Solaria o el Aeropuerto de Ciudad Real se entreguen, cegados por el dolor, a los brazos chinos y es que al gato blanco o negro de Deng Xiaoping sí le importa el color de los ratones, como los apetitosos grises del mercado de trabajo de España.

Es preferible, por tanto, que haya cientos de trabajadores cobrando la prestación por desempleo o, incluso, pensiones vitalicias hasta que se arregle la crisis-estafa, a verles con el alma robada y la soberanía del pueblo en entredicho. Todo mi ánimo para los trabajadores de Solaria.

La antorcha de Diógenes
Rafael Robles
http://www.rafaelrobles.com
@RafaelRob

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3 COMENTARIOS

  1. Cómo se te echaba de menos Rafael. Y cuánta razón tienes. Yo soy un afectado-subcontrata de este cuento chino. Porque este final tan extraño afecta a trabajadores de Solaria y empresas que apoyamos el proceso productivo.

    Por favor, no te vendas tan caro. Me alegra muchísimo volver a leerte.

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