El ojo manchego

José RiveroEscribía Umbral, hace mucho tiempo ya, a propósito del cine del Pedro Almodóvar y de su pasada nominación como Premio Príncipe de Asturias de las Artes, bajo el capitular distinguido de ‘El ojo manchego’, para dar cuerpo al asunto y al tema. Tratando de ubicar a Almodóvar y a su mirada contradictoria y movediza, en esa constante visual que, él vallisoletano, trataba de caracterizar y aún de recorrer. Aunque, para ello y para mantener su argumentación visual se viera obligado a producir un desdoblamiento: entre lo manchego y lo madrileño. ojomanchego-01Y ya sabemos de las viejas pretensiones desplegadas por Umbral, de conectar Madrid, como un poblachón manchego travestido de Kansas City, con La Mancha tersa, que ya se atisba en los bordes plomizos de las periferias de los Carabancheles y de los Villaverdes. ¡Ay, los manchegos de Madrid!, que ya estudiara, entre otros, Paco Gómez Porro. Perdidos en su grandeza urbana y en alguna osadía intrépida que los define y caracteriza.

Subrayando con esa cortadura inteligente, la fuerza universal de la mirada local y pueblerina, y los arraigos locales de algunas miradas tan universales  como nítidas. Que las hay y las hubo. Pero si el ojo rústico, perdicero o matancero, se ensancha en su mirada lacónica, a fuerza de la exégesis local, deja de ser ya un ‘Ojo manchego’ para convertir y convertirse ya en un inmenso ‘Ojo universal’. ojomanchego-02 Un  ‘Ojo universal’  que todo lo ve y que todo lo interpreta bajo la sabiduría aprendida en la era rústica, y madurada como frutos en sazón, en los bulevares sombrados por las acacias primaverales. Constante visual esta del ‘Ojo manchego’ que no sabemos si viene determinada por la luz estallante de la geografía plana de la meseta, o por una caracterología conductista del psiquismo de la baja meseta y de sus rigores climáticos. Pero si parece con ello, querer identificarse una sutil manera de mirar los entresijos del horizonte y de sustanciar las entretelas del alma.ojomanchego-03

Allí, en esa mirada posesa y posesiva, recontaba Umbral a los hermanos Úbeda, a Martínez Novillo, a Paco Arias o a Benjamín Palencia. Y podía haber seguido con otros mirones que saltaron de la rastrojera parda a la ‘Rive gauche’; de los jaraíces atufarados y palurdos  a los bajíos del Manzanares; de los doblados y sobrados somnolientos a los recovecos multiformes de las Ramblas barcelonesas. Esa constante visual del viaje implícito que marca y se define como un verso sentido y signado por el mismo Umbral; al decir algo así como ‘cuando el aire se hace voladizo y el tiempo cuaja en acuarelas’. Un tiempo acuarelado y un  aire voladizo, o tal vez volandero, compone el cuajo de una mirada abstracta a fuer de local. Pero ¿por qué abstracta?, ¿es abstracta la mirada de Almodóvar o es figurativa? Y ¿qué decir de otras miradas prototípicas, que lo hacen y lo hicieron bajo el patrón de un figurativismo sorprendente? Como ocurre con otro ‘Ojo manchego’ muy consolidado, como es el de Antonio López García, Premio Velázquez de Pintura, retratista impasible de la actual Casa Real, tomellosero de pro, y militante de unos membrillos casi imposibles de pintar y capturar. ¿Miradas coincidentes o miradas desviadas?ojomanchego-04

Hasta ahora los esforzados en la codificación argumental del ‘Ojo manchego’ proponían tal clasificación visual, no tanto desde el casticismo de un paisaje asolado que parece un cataclismo, cuanto desde la peculiaridad de una bonanza de soles que tatúa el alma y marca los cuerpos. Miradas de Pepe Ortega y de Gabriel García Maroto; poemas de Ángel Crespo, de Félix Grande, de Pepe Corredor Matheos y de Eladio Cabañero; dibujos de Gregorio y Miguel Prieto; sueños grabados como sonajeros de Antonio Fernández Molina; visiones del sueño pintadas por López Torres, por Carretero o, incluso, por Canogar; ojomanchego-05sueños escudados en palabras de Juan Alcaide, de Paco Nieva, de Paco García Pavón; figuras recortadas de Miguel Fisac, de Joaquín García Donaire, de García Coronado y de Alberto Sánchez. O placas fotográficas congeladas de Cristina García Rodero, de Alfonso, de Josip Ziganovic, de Eduardo Matos o de Nicolás Müller, son algunos de los rastros posibles de ese ojo inventariado, pero que no se agota aún ni se agota ahora. Del misterio del ojo, revisado ya antes por Starobinski, Bataille o Cirlot. Del misterio del ojo reventado por Buñuel-Dalí en su ‘Perro andaluz’ que bien podía haber sido un ‘Perro manchego’ con su ojo abierto en canal y lleno de luz cegadora. Un perro que el Buñuel de la ‘Orden de Toledo’ veía en las cuestas del Miradero.

Periferia sentimental
José Rivero

 

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6 COMENTARIOS

  1. Y tantos y tantos. Esta tierra ha dado mucho «ojo manchego» y lo va a seguir haciendo.

    Lo maravilloso sería que esos ojos manchegos se quedaran…cuando haya condiciones para la supervivencia de la cultura en la tierra que les vio nacer y que ahora aúna crisis, decandencia y ultraliberales con el cuello torcido hacia Génova.

    Por cierto, menudo cabreo me pillé con Umbral, en una ocasión que vino a Ciudad Real a una exposición, creo que en la antigua Casa Cuna. Con qué mala leche describió el AVE a Ciudad Real como un tren que no nos correspondía por su modernidad, con olor a chorizo y pis. Jodidos tópicos.

    Lamentablemente no he encontrado en la Red el texto, creo que fue en El Mundo donde salió. En fin, las cosas de Umbral, que todas se las perdono a cambio de los libros y los artículos que nos ha dejado.

    • Me gusta tu reflexión y me ha recordado un encuentro que tuve con Enric Sopena hace ya meses en el que dijo que «CReal le enamoraba» y que dió pié a muchas críticas por ser esa una frase sin saberlo él, con tinte PP…

    • A la Casa Cuna, como dices, Umbral vino a la inauguración de la exposición de Pepe Díaz en 1994, que ya era el CEX. Díaz pintor de la Escuela de París, como Agustín Úbeda y su hermano, con apariencia de cultivador del campo manchego y amigo suyo del café Gijón.
      Más atrás aún en el tiempo, fue su presencia en un ciclo de confrencias organizadas por el Museo de Ciudad Real (Rafael García Serrano,. como director) en el instituto Beato Juan de Avila, para hablar de ‘Ramón y las vanguardias’. Y la entrada fue inenarrable, al reproducir Umbaral su conversación telefónica con RGS. A quien Umbral confundía con el escritor falangista García Serrano, autor de ‘Plaza del Castillo’ entre otras obras.

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