El día más triste en las carreras

A41En aquella espléndida tonada de Don McLean, “American Pie”, dedicada a recordar el día de la muerte de Buddy Holly, Richie Valens y otros músicos de la época, el neoyorkino insistía en catalogar la fecha (3 de Febrero de 1959) como “el día que murió la música”. No sé si alguien recordó esa frase el 1º de Mayo de 1994 en el circuito de Imola, pero el “maestro” Murray Walker que entonces comentaba la carrera para la BBC definió la fecha como «el día más negro para las carreras de Gran Premio que pueda recordar». Acababa de morir Ayrton Senna Da Silva y, ahora, en pocos días se cumplirán veinte años.

m_schumacher-senna-514LA CARRERA
En esa época, las carreras de F-1 se retransmitían por TVE que, según cuadraba a los programadores, emitían las cinco primeras vueltas y, acabada la insufrible “Sesión de Tarde”, te ofrecían las tres últimas, eso sí, si antes no sucedía evento de mayor enjundia y veías el final de la carrera en los postres del Teledirario, después del resumen futbolero obligatorio. Aquel día, sin embargo, y dados los terribles acontecimientos que se sucedían a pie de pista y sin ningún respeto por la víctima (hasta pasados bastantes minutos las cámaras no dejaron de enfocar el lugar de la tragedia), la emisión fue excepcional y tristemente larga.

m_senna_mclaren El GP de San Marino de 1994, tercera prueba del Mundial ya había empezado con mal fario cuando en la sesión de libres del viernes, un entonces joven Rubens Barrichello, estampaba su Jordan  contra unas vetustas protecciones y, tras varias vueltas de campana, acababa milagrosamente “solo magullado” y con un brazo roto. El sábado, en cambio, como si el fantasma de la muerte hubiera olido y ansiado más tragedia, se produjo el choque brutal del Simtek-Ford de Roland Ratzenberger en la curva “Gilles Villeneuve” contra un muro de hormigón causó un accidente de tal impacto que el austríaco fallecía poco más tarde en el hospital y los últimos cuarenta minutos de la sesión calificatoria se suspendían. El fantasma de la muerte había llegado a Imola. En esa parrilla de salida, Ayrton Senna había logrado su 65ª “pole position” y a su lado, tres décimas más allá, estaba el hombre llamado a sucederle y batir aquel estratosférico record, Michael Schumacher. El ambiente pre-carrera era todo menos tranquilo porque los tristes precedentes hacían ser más quisquillosos sobre, por ejemplo, la velocidad del “safety car” que muchos consideraban insuficiente para mantener calientes los neumáticos. En la salida, el finlandés Lehto cala su Benetton-Ford y es embestido por el Lotus-Honda del portugués Pedro Lamy que vuela literalmente sobre la pista: banderas amarillas, nervios, retirada de restos, suspiros al ver el buen estado de los pilotos y el “safety car” que los pone a todos en fila india hasta lanzar de nuevo la carrera y en esa otra largada, al llegar a la curva del “Tamburello” en Williams-Renault de Senna se va recto al muro y queda inmóvil. Ahí se acabó todo.

m_senna-williamsEFECTOS
“Show must go on” cantaba nuestro amigo Freddie Mercury y, efectivamente, treinta y siete minutos después del choque, cuando Ayrton volaba hasta el hospital de Bolonia, la carrera se reanudó porque las carreras son así y así ha de ser. Sin embargo, las carreras, los circuitos la competición y la seguridad cambiaron diametralmente, el negocio siguió siendo el mismo, pero esta vez habría cosas que cambiar dentro de los coches (rigidez en los componentes sobre todo) y en los circuitos (el hormigón está bien para las presas y los viaductos, pero sobra en una pista de carreras). La Asociación de Pilotos se volvió a poner en marcha para dirigir las reclamaciones en los diseños, los “crash-test” se universalizaron y, desde entonces, el chasis que no pasa ese durísimo filtro, no puede participar. A Senna se le enterró con honores de Estado en Brasil y bajo la atenta mirada de casi un millón de personas; Patric Head y Adrian Neweys, dueño y diseñador del Williams, respectivamente, acompañaron a los organizadores del Gran Premio en el banquillo de acusados que buscó durante once años un responsable y acabó sobreseyendo el caso. Desde aquel infausto 1º de Mayo de hace veinte años ningún piloto ha fallecido en los entrenamientos o durante la carrera de ningún Gran Premio de Fórmula Uno, si bien no podemos ufanarnos de ello en otras especialidades del motor. Senna cerró la lista en veintisiete, se unió, aquel día, a Ronnie Peterson, Gilles Villeneuve, Patrick Depailler, Peter Revson, Tom Pryce, Jochen Rindt… Monza, Nürburgring, Spa-Francorchamps, Zolder no han vuelto a sumar un F-1 a su negra estadística y algunos de estos escenarios han pasado a una ilustre y digna jubilación. La muerte de Senna, al fin, no resultó inútil.

Juanma Núñez
A41- Todo Motor

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1 COMENTARIO

  1. Recuerdo ese día como si fuera ayer.Que se lo digan a Jesús Alvarez que desde entonces no ha sido el mismo.Poseía una clase especial a la hora de adelantar.Recomiendo el visionado de su documental Senna.

    Una vez más Master Class.Viva A-41

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