De mayos y cruces

José RiveroHay toda una lógica invisible en las Cruces de Mayo, pasadas. También hay otra lógica visible que bebe de un pasado agrario, con aires de monte aromatizado y de religiosidad elemental.  Aunque la apariencia rutilante sea la de la exaltación de la Santa Cruz, como símbolo triunfal cuya correspondencia es verificada el 14 de septiembre y no el 3 de mayo. Celebración de la citada Santa Cruz, como guía triunfal y simbólica del Cristianismo primero, del Catolicismo después. Como supuso la aparición del lábaro de Constantino en la batalla de Puente Milvio; aquella que el emperador visualizó en un sueño muy repetido: una Cruz ante una nube, y una afirmación certera antes de la batalla. “In hoc signo vinces”. De aquí el carácter de signo triunfal que adquiría la Santa Cruz, que sería igualmente Santo Madero o Santo Leño.

r_220px-0_Constantinus_I_-_Palazzo_dei_Conservatori_(2)-(2) Lógica simbólica que viaja, además, entre las brumas de la Ninfa griega Maia, romanizada después como Maya, hasta llegar a la mística fundacional de la Santa Cruz, descubierta por Santa Elena, madre del Emperador Constantino, durante su estancia en Jerusalén, organizando una vida piadosa y fundacional. Piénsese que el propio hijo de la Santa, vencedor de la batalla de Puente Milvio, sería el primer motor de la oficialización de esa religión que se identificaba, unas veces con el Santo Leño y otras con un hermoso cordero al que llamarían Cordero Místico.r_cruz-ayuntamiento

Hay junto a todo ello, el carácter de conmemoración agraria que acontece en ese mes germinal y productivo. El mes de la Ninfa Maia, sería adoptado más tarde, desde el catolicismo, como Mes de María; también llamado como Mes de las Flores. De igual forma que el carácter celebrativo de lo agrario y de lo rústico, llegaría hasta el Santo Patrón de las Artes Agrarias, San Isidro Labrador, en la mitad del mes iniciado con Cruces y cánticos. Y la consecuente celebración, en la clave del mes y en la fecha del Santo Labrador, de la ‘Bendición de los campos’. Bendición que no deja de ser la oferta celebrativa, que se realiza para asegurarse y asegurarnos la bondad de la próxima cosecha. Y que se visualiza en el ‘Palo de Mayo’, ‘Palo Florido’ y ‘Árbol Mayo’, transposiciones lasicas del Sagrado Madero, al cual como al olmo machadiano, “algunas hojas verdes le han salido”.

r_cruz-de-la-asociacion-de-la-prensa-p5023931-640x640x80De aquí a las llamadas Cruces de Brezo, hay un solo paso y un salto menor. Una propuesta de orden naturalístico, en donde se conmemora, desde la elementalidad de unos recursos, la exaltación no tanto de la Cruz como de esa Naturaleza a la que se interroga y se representa con los atributos de la Fertilidad y de Cierta Alegría Elemental que se pregona y se canta en composiciones poéticas y poetizantes, denominadas igualmente como Mayos. Que algunos ven y oyen como composiciones preflamencas, o como cantos de compromiso entre mozos casaderos. Un recinto menor de carácter doméstico, donde el ruido del agua domesticada que circula entre piedras y musgo, no impide captar la intensidad del olor de las plantas aromáticas trasplantadas entre piezas de animales disecados, en una raro ofertorio de Vida y Natura.

r_cruz-de-mayo2Si la Cruz de Brezo argumenta sus composiciones y alegorías desde el orden natural citado; las Cruces de Tela o Cruces de Raso, se vinculan ya con el orden de la representación cultural y artificializada que expresa toda religión. Por ello cuentan con un carácter abigarrado y denso, donde una diversidad de acontecimientos y de representaciones, dan pie a múltiples lecturas piadosas y celebrativas de asuntos propios del Breviario, del Kempis y del Catón. Vidas de Santos, la Pasión de Cristo, la Corte Celestial, las Virtudes Teologales, el Ejército Arcangélico, los Milagros Fundacionales y la representación doméstica de un cielo algodonado y blando, son algunas de las posibilidades expresivas de este universo que se abre y se cierra, como las misma piezas florales que se utilizan en el relato de la naturaleza artificializada y en la visión del cielo algodonado y ambiguo de sedas y satenes.

Periferia sentimental
José Rivero

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