Ciudad Real: Diego Peris reconstruye el legado religioso de Miguel Fisac

Eusebio Gª del Castillo Jerez.- La Escuela de Arte Pedro Almodóvar de Ciudad Real acogía en la tarde de ayer la presentación del libro «El espacio religioso de Miguel Fisac» (Serendipia Editorial) de Diego Peris Sanchez, un recorrido por la arquitectura religiosa de Fisac. El autor, también arquitecto y colaborador de miciudadreal.es, destacaba que, aunque existen diversas publicaciones sobre la figura de Fisac, este trabajo sintetiza y ordena toda la documentación sobre una perspectiva concreta de su obra.espacio-religioso-de-fisac-07

Tal y como explicaba su autor, el libro recopila los proyectos de Fisac en el campo de la arquitectura religiosa a lo largo de sus cincuenta años de carrera. Una arquitectura que Peris calificaba de «singular». Además, señalaba que «El espacio religioso de Miguel Fisac» es un recorrido de medio siglo por la historia reciente de España. «Y esto en paralelo a una Iglesia que es, por un lado, el gran apoyo del régimen y, por otro, la gran beneficiaria en sus momentos iniciales pero que, veinte años después, tras el Concilio Vaticano II, sufre un cambio sustancial y esa Iglesia que, hasta entonces, ha ido de la mano del régimen se convierte en una Iglesia crítica que pretende plantear una alternativa política de España».

Diego Peris comentaba que Miguel Fisac fue un hombre que vivió su religiosidad con una gran intensidad y de una forma muy particular. Durante muchos años fue un miembro destacado del Opus Dei y tuvo una relación próxima con una serie de órdenes religiosas, como los dominicos, que le abren la puerta a una modernidad que en España no era normal. «Lo que hace para los dominicos en Alcobendas o en Valladolid no es entendible en la Iglesia tradicional, profundamente vinculada con el régimen en aquel momento», apunta el autor. «Tendrán que pasar bastantes años, hasta el Concilio Vaticano II, empiece a cambiar de mentalidad».

«La arquitectura religiosa concebía iglesias de planta rectangular donde los fieles tenían una importancia muy relativa frente al gran elemento religioso, que era el altar, con el sacerdote que, según la tradición litúrgica antigua, decía misa de espaldas al público y encima en latín», recordaba Peris. En contra de esto, «Fisac diseña en Valladolid una planta oblicua en la que toda la visión del público se centra en el altar, que lo ilumina de forma muy significativa y crea una pequeña pendiente para que se vea mucho mejor. En Alcobendas construye una iglesia de planta hiperboloide, en la que la mitad era para los dominicos y la otra mitad para la gente, con uso de las vidrieras, de la luz y del color que no era normal en aquella época», explicaba. «A partir del Concilio Vaticano II, la iglesia dejará de ser rectangular y pasará a ser achatada porque quiere ser un lugar de participación y de celebración».

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