Los cernícalos

Manuel Valero.- Me he empezado a preocupar después de la caída de un segundo cernícalo en Puertollano. No es una noticia del peso de los nubarrones que se ciernen sobre Elcogas pero como no hay dos sin tres cabe esperar que un nuevo falco (no falcon) se desplome de su nido sobre el asfalto de una ciudad en estado critico.
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Como no creo que la misteriosa lluvia de cernícalos tenga nada que ver con algo premonitorio o que se trate de un símbolo de decadencia en medio de este absurdo panorama, supongo que los expertos tendrán más de una razón para encontrar en su orrnitólogo conocimiento las verdaderas causas de este curioso desfallecimiento pajaril. Para quienes tengan la imaginación atada en largo bien pudiera ser un signo de mal agüero.

Ya sólo faltaría que a la ciudad que se desmantela peligrosamente se le fueran callendo los pájaros del cielo mientras andan a sus anchas en vuelo rasante y escrutador los pájaros de cuenta, de cuentas corrientes y otras filigranas, quicil. Menos mal que a los cernícalos les da por desmayarse y no por liarse a picotazos contra el pacífico viandante, como en una suerte de pájaros albertianos, de una rebelión de los cernícalos de arriba contra los cernícalos de abajo, que no sé de donde viene esa acepción de la voz cernícalo para señalar a quien carece de frente donde aterrizar sus pensamientos.

Los cernícalos comunes suelen sobrevolar la torre de la Asunción con su vuelo alegre y níveo. No son como las palomas, a quien una migo llamaba las ratas del aire porque dejan todo empercudido como si la paz que simbolizan necesitase antes de mugre al por mayor. Bien entendido la paz, como dijo el estadista, es sólo una firma sobre un montón de cadáveres.

Estas noticias de verano a uno les gustan más que las habituales a las que la agria actualidad nos tiene acostumbrados. Son pequeños sucedidos que pasan desapercibidos luego de estimularnos cierta curiosidad, pero oiga, a uno no le apetece ser de una ciudad a la que se le caen los cernícalos sin avisar. Da un poco de grima, y suscita como un temblor de apocalipsis lle-ga-de-ro que es a lo que nos lleva la especulación de un suceso fungible que no tiene explicación a primera vista.

Luego vendrán los que saben de esto y dirán que no es raro que algún pollo adolescente e irresponsable se caiga del nido, que si el calor, que si… sepa Dios y los “ornitos”, pero de momento ya van dos pájaros rapaces venidos al asfalto puertollanero. El tercero que llueva sobre esta doliente ciudad será un mojón que acentuará el misterio.

De momento acudiré al entorno de la Asunción a contarlos… si es que aún andan con sus filigranas alrededor del corcovado local que observa las décadas desde su lugar prominente. Y en cualquier caso siempre nos quedarán los cernícalos de tierra, más abundantes, me temo.

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1 COMENTARIO

  1. Parece que os dado eco-sostenibles y faunísticos; a ti con los cernícalos, a Luis Mario con las palomas y a Eusebio con los linces. ¿Será un síntoma de zoofilia nueva? Vaya usted a saber. Pero me apunto, por si acaso.

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