Corazón de comercio, cuerpo de ciudad

José RiveroLa reciente campaña municipal de promoción del Comercio, hace énfasis en el corazón, más que en el cerebro o en el  cuerpo entero. Y es que la pretensión del IMPEFE y de la Concejalía de Promoción Económica, está orlada por un corazón, para apuntalar las razones del Comercio y para visualizar el eslogan de ‘Ciudad Real capital del comercio’. Que quiere ser y decir y sentir: “el comercio como el corazón de las ciudades”.  Corazón, pero ¿y las flechas de Cupido, donde están?

Afirmación aquella, que casi se aproxima a la dictada, en 1932, por la pintora surrealista Maruja Mallo, al advertir que ‘El comercio es la vida de las ciudades’. Y bien cierto fuera esa afirmación en la historia pasada. Aunque puestos a precisar, habría que anotar la revisión que realiza  Lewis Mumford en su monumental trabajo ‘Las ciudades en la historia’, fijando el titular del capítulo XIV como ‘Expansión comercial y disolución urbana’. Es decir, que a partir del siglo XVII, surge un conflicto imparable e incesante y cambian muchas cosas. Así “si el crecimiento de la ciudad comercial constituyó un proceso lento”; el proceso de expansión del capitalismo “consistió en introducir las modalidades del mercado, en forma universal, en todos los sectores de la ciudad: en adelante ninguna parte de la ciudad sería inmune”. Inmune a la abstracción de la mercancía y a la contaminación del valor económico, que acabaría modificando sus relatos iniciales.

r_20hermes1 Por ello, el mismo Mumford prosigue metafóricamente hablando de que “dentro del nido de la ciudad medieval, el huevo del cuclillo capitalista, aunque era más grande que el huevo normal del comerciante local, seguía tratándose como un miembro de la nidada”. Llegando un momento en que el cuclillo dio la cara, como ocurre con el huevo de la serpiente. “La primera entrada visible del capitalismo en la ciudad medieval fue por vía de la escuela de primeras letras, donde los principales objetos de estudio eran los rudimentos de la lectura, la escritura y la aritmética”; dando pie desde aquí, tanto a la formación de la contabilidad, como al principio del control económico de los métodos numéricos. Más aún, prosigue Mumford: “La introducción de los relojes públicos en los siglos XIII y XIV fue sólo uno de los síntomas que demostraban que los negocios ya no estaban regidos por el sol y las capacidades del organismo humano”.  De tal suerte, que la conclusión veraz del proceso descrito, es la de: “En relación con la ciudad, el capitalismo fue, desde un comienzo antihistórico; y a medida que su fuerza se consolidaba en el transcurso de los últimos cuatro siglos, su dinamismo destructivo se acrecentaba”. Y ello, pese a que Quirós Linares fijara aún para el ámbito temporal del siglo XIX, que “lo que define el carácter urbano de la mayor parte de las ciudades… no es la actividad industrial sino la comercial”.

***

Llama, por ello, la atención de este empeño municipal por dotarnos de corazón-de-melón o de corazón-de-emoticón, cuando el centenario de la Cámara de Comercio e Industria de Ciudad Real, ocurrido hace dos años, ha pasado de puntillas en los santorales laicos y civiles. Incluso el trabajo, en el que tuve el placer de colaborar con un escogido grupo de escritores, relativo al mencionado Centenario cameral, no ha merecido más que un sonoro silencio público y administrativo. Ese trabajo de estirpe literaria no renunciaba a la visión y análisis de las transformaciones habidas y no al recuento memorioso y enaltecedor del recorrido.r_02283_A03

Por ello, y comenzando con la cita de Maruja Mallo de “el comercio es la vida de la ciudades”, se denominaba el texto como ‘Las cenizas del comercio’. Cenizas que quería dar cuenta, no sólo del fuego ido, sino de los infinitos movimientos habidos en torno a la razón comercial en la historia última. Y es que la afirmación de Maruja Mallo, sobre la relación de las ciudades con los comercios y con El Comercio como divisa, hay que ubicarla en el contexto de esplendor de los años 30  españoles del siglo XX, en lo que podríamos llamar como años de Esperanzas Republicanas. Aunque también eran ya unos años de Esperanzas Comerciales; no en balde en esos años Ramón Areces regresa a Madrid, tras su experiencia cubana y pone la primera piedra de lo que sería después El Corte Inglés. Es decir, en esos años de vísperas y esperanzas, un fantasma recorre Europa. No sólo los fantasmas del enfrentamiento, en ciernes y ya crecido, entre Comunismo y Fascismo, sino el fantasma de la Mecanización y del Comercio.  O el fantasma de la Mercancía.

r_BAZARPor ello la afirmación precedente de ‘El comercio [como] la vida de las ciudades‘, dejaría en evidencia el cambio de paradigma social y cultural que se avecinaba. Ese horizonte social y cultural avistado por Mallo, casi coincide temporalmente con las anotaciones de Walter Benjamin, que comenzara en 1927, bajo la forma del ‘Libro de los pasajes’,  y que viene a ser una requisitoria sobre la evolución de las ciudades a lo largo del siglo XIX, y muy particularmente por los aspectos más cambiantes de la centuria: desde la arquitectura del hierro al comercio centralizado, desde los grandes escaparates que jalonan los Pasajes al humo pestilente de las máquinas.

Que ello es así parece evidente, no sólo para Walter Benjamin y sus ‘Pasagem Werk’; sino también para la óptica provincial que formulara  Cecilio López Pastor en su trabajo ‘Ciudad Real: medio siglo de su comercio’. Trabajo de referencia de esas transformaciones señaladas, por más que se formulen desde el fuerte estatismo provinciano y provincial, que cuenta además con un sobretítulo equivalente y superpuesto de ‘Pequeña historia local.’ Historia local y Comercio, pero también calles comerciales y bajos comerciales; dando cuenta de ese devenir ciudadano que desde mediados del siglo XIX ha hecho indivisibles a las ciudades y a los comercios. Y a su transformación.r_Lola-Merino-capitalcomercio

Pero esa misma transformación que acelera e innova, también paraliza y mata; como reconoce en las páginas finales del trabajo López Pastor: “La intensa transformación de nuestro hábitat urbano, que ha originado la desaparición de no pocos establecimientos comerciales o su cambio, imposible de reconocer…”. Y es que el Comercio siempre ha tenido, desde Marco  Polo, una impronta viajera y novedosa, cosmopolita y algo frívola. Y cainita, según Azúa: “La invención de la ciudad cainita es coincidente con la invención de la historia, y ésta a su vez con la partición del habla en las muchas lenguas de Babel”. Frente al bucolismo y el ruralismo de la Agricultura o de la Ganadería, propios del universo de Abel; el Comercio ha gozado de ese carácter viajero y urbano del fratricida Caín. “El origen de la ciudad (donde la naturaleza no actúa) surgió cuando Caín asesinó a su hermano Abel y tuvo que exiliarse. Entonces fundó una ciudad, el lugar de refugio contra la naturaleza, que no es otra cosa que la ley de Dios”.

No en balde la representación del Comercio se produce de la mano – o mejor de las alas –  del caduceo de Mercurio, como dios de la actividad que acoge y tutela. Actividad que comulga con las invenciones del dios romano: tales como el fuego, la música y la escritura. Para servir a Mercurio los romanos crearon un ‘collegium mercatorum’ o cofradía de mercaderes que celebraban su fiesta principal en los idus de Mayo. Esa movilidad del Comercio sobre nuestras vidas, será parte de su propia singladura y de su  imagen tornadiza.

r_Vampiros_141De todo ello, de todo ese complejo amalgamado, iluminado, cristalizado, refrigerado y diseñado, la faz del Comercio giró sobre sí misma, para verificar el triple salto mortal. Salto de su desubicación, de su desmaterialización y de su transubstanciación invisible. Desubicación, dando paso de los locales comerciales y calles comerciales a los refulgentes Centros Comerciales, o Mall sajones, alojados en periferias urbanas anónimas e intercambiables y ubicables hoy ya en el entero Reino del Ocio. Desmaterialización a través de la desaparición del comercio de toda la vida, a manos del permanente Made in China, capaz de fagocitar todo lo precedente y destruir el artesanado local y el pequeño comercio. Y transubstanciación, desde que apareció esa suerte de cadena de clones que atiende al nombre de Franquicia. También la desnaturalización virtual desde que somos usuarios del e-comercio o comercio electrónico. Con lo cual todo presente es ya pura ceniza del pasado, como cita Azúa al advertirnos que “en cuanto concebimos un mundo en tiempo pasado ya hemos cubierto de ceniza el tiempo presente, le hemos marcado, ojeras, arrugas y cicatrices”. En cuanto miramos hacia atrás e indagamos la sustancia de las historias pasadas, todo el presente y sus arreboles, se nos muestra envejecido y cubierto por unas cenizas de las que no se sabe qué Ave Fénix pueda surgir.

Periferia sentimental
José Rivero

Relacionados

1 COMENTARIO

ESCRIBE UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí


spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img