La Agrupación de Represaliados en Valdenoceda busca a 17 familias de la provincia de Ciudad Real para identificar restos exhumados

Las antiguas dependencias del penal de Valdenoceda (Burgos) aún presentan el desolado y pavoroso aspecto de los lugares marcados por la desgracia y la crueldad. Allí, en la más espantosa de las prisiones de castigo del régimen franquista, murieron de maltrato, hambre y frío 154 personas. Aún hoy buscan el descanso de la memoria los restos de 17 ciudadrealeños que esperan su identificación de la mano de la Agrupación de Familiares y Amigos de Represaliados en Valdenoceda, según explica en nota de prensa.
carcel
Desde 2005, esta asociación coordina una campaña de búsqueda de familiares con los que practicar las pruebas de ADN de los restos encontrados y proceder a la devolución de los cuerpos.

En Valdenoceda murieron oficialmente 154 personas, 61 de la provincia de Ciudad Real. La Agrupación ya ha tomado contacto con 44 familias y ha podido identificar y entregar 15 restos exhumados, que ya descansan en sus respectivos pueblos.

Según relatan los responsables de la agrupación en su página web, la tarea de localizar familias comenzó comenzó a gestarse a finales de los años 90, con los primeros contactos entre familiares de aquellos represaliados. Tras la aprobación de la Ley de Memoria Histórica, y conseguida una primera subvención, en febrero de 2007 se inició la excavación del solar del cementerio y la exhumación de 116 cuerpos a cargo de un equipo de arqueólogos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y de la Universidad Autónoma de Madrid.

Un infierno en vida

Lo que fuera una fábrica de sedas se convirtió en una de las más temibles prisiones del régimen franqusita, desde 1938 hasta 1943. Según relatan los supervivientes, allí eran trasladados presos de toda España condenados en la mayor parte de los casos, por “adhesión a la rebelión”. Por la cárcel pasaron varios miles de personas y el edificio de tres plantas y con capacidad para menos de 300 personas, llegó a albergar a casi 1.600 presos de una sola vez.

Un caldo aderezado con una sola alubia se convertía en el primer y único plato del día. “La alubia siempre estaba podrida y alojaba un gorgojo en su interior”, han recordado años después algunos presos. Uno de ellos recuerda en sus memorias que, cuando dormía, sus mejores sueños estaban protagonizados “por un simple trozo de pan”. El hambre y las malas condiciones del agua provocaban enfermedades entre los penados. La práctica totalidad de los presos de los que se tiene noticia fallecieron de “colitis epidémica” o “tuberculosis”.

Los castigos del sótano

A las malas condiciones de vida y al hambre se unían los castigos físicos. Cualquier mal comportamiento era merecedor de un traslado a la celda de castigo. Ésta estaba situada en los sótanos de la cárcel, junto al canal del río Ebro, que antaño sirviera para mover las aspas de la maquinaria de la fábrica textil. La celda siempre tenía agua, y se inundaba cuando el río se desbordaba. El preso debía permanecer quieto, helado de frío y con el agua al cuello, sin ni siquiera poder dormir.

También eran habituales los insectos. “Los presos que sobrevivieron han recordado siempre las manchas oscuras sobre el techo durante el día. Al inicio de la noche, las manchas comenzaban a descender por las columnas y se dirigían en masa hacia los presos. Eran chinches”, relatan.

Según la Agrupación de Familiares y Amigos de Fallecidos en el Penal de Valdenoceda, “muchos penados fueron sacados de madrugada de su interior y nunca más fueron encontrados”. “En los alrededores se encuentran numerosas cuevas y se cree que muchos presos fueron asesinados y arrojados a su interior, sin dejar rastro para nadie y sin que su ejecución fuera comunicada siquiera a la familia”, aseguran.

En el caso de los fallecidos por hambre o enfermedades, eran los propios presos los que los enterraban. “Durante años, la Agrupación creyó que las condiciones del enterramiento eran muy precarias. Sin embargo, los estudios antropológicos y los trabajos realizados durante la exhumación han confirmado que los presos construían, con sus propios medios, ataúdes de madera. Metían en cada uno de ellos al preso fallecido”,explica la asociación. Tras el cierre de la cárcel, el solar fue abandonado. En 1989, la parroquia se hizo con la propiedad del solar, que fue cedido por Instituciones Penitenciarias para ampliar el cementerio parroquial original.

En busca de 17 familias

La Agrupación de Familiares de Represaliados en Valdenoceda (Burgos) busca a 17 familias de la provincia de Ciudad Real para que donen una muestra de saliva de la que el laboratorio pueda extraer ADN sin coste alguno que sirva para identificar los restos exhumados en esa localidad de Burgos.

El primer paso de toda esta labor es la localización de las familias. Se trata de las familias de:

1.- Celedonio Molina Alba, que vivía en Anchuras y que murió el 12 de marzo de 1941. Estaba casado con Dionisia Sánchez. Dejó 2 hijos y 5 hijas (que se apellidarían MOLINA SÁNCHEZ).

2.- Cándido Aranda Rincón, de Alcolea de Calatrava, que murió en 29 de marzo de 1941. Estaba casado.

3.- Modesto Flores Jiménez, de Daimiel, que murió en 31 de marzo de 1941. Estaba casado con Teresa Ruiz de la Hermosa. Dejó 2 hijos y 2 hijas (que se apellidarían FLORES RUIZ o FLORES RUIZ DE LA HERMOSA).

4.- Teodoro Sánchez Caro, de Picón, que murió el 5 de abril de 1941. Era soltero. hIJO DE jOSEFA Y aLEJO.

5.- Eloy Sánchez Martínez, que vivía en Socuéllamos. Murió el 8 de abril de 1941. Estaba casado con Teodora Fernández. Dejó 2 hijos y 4 hijas (que se apellidan SÁNCHEZ FERNÁNDEZ).

6.- Alejandro Sánchez Jara, de Villamayor de Calatrava. Murió el 9 de abril de 1941. Estaba casado con Agustina Ureña Rodríguez. Dejó 2 hijos y 4 hijas (que se apellidarían SÁNCHEZ UREÑA).

7.- Juan Alcalde López, que vivía en Navacerrada. Murió el 10 de abril de 1941. Era soltero. Hijo de Mercedes y Andrés. Con él estuvo preso en Valdenoceda un hermano suyo, ISIDORO SANTOS ALCALDE LÓPEZ, que sobrevivió.

8.- Julián González González, de Almagro, que murió el 12 de abril de 1941. Estaba casado con Francisca Sobrino. Dejó 1 hijo y 2 hijas (que se apellidarían GONZÁLEZ SOBRINO).

9.- Lorenzo Castillo Martín, de Gargantiel. Murió el 22 de junio de 1941. Estaba casado, aunque no tenemos datos de su mujer ni sus hijos. Era hijo de Valentina y Cipriano.

10.- Mamerto Redondo Muñoz, de Fuencaliente. Murió el 9 de agosto de 1941. Estaba casado con Ana María Mata Duque. Dejó 2 hijos y 2 hijas (que se apellidarían REDONDO MATA).

11.- Ciriaco García Gómez, de Anchuras. Murió el 27 de agosto de 1941. Era casado con Amable Castro. Dejó 3 hijos y 1 hija (apellidos GARCÍA CASTRO).

12.- Andrés Romero Gallego, de Terrinches. Murió el 1 de septiembre de 1941. Estaba casado con Aquilina García. Dejó 1 hijo y 3 hijas (apellidos ROMERO GARCÍA).

13.- Maximiano (o Maximiliano) Rosa Sánchez, de Puertollano. Murió el 2 de enero de 1942. Estaba casado con Adela Rodríguez Canal . Dejó 1 hijo y 2 hijas (que se apellidarían ROSA RODRÍGUEZ).

14.- Eugenio García Quintana, de Valdepeñas. Murió el 2 de enero de 1942. Era soltero. Era hijo de Miguel e Isabel.

15.- Antonio Contreras Parras, de Almagro. Murió el 23 de enero de 1942. Soltero. Sin más datos.

16.- Andrés López Olmo, de Bolaños. Murió el 31 de mayo de 1942. Casado con Elvira Maroto. Dejó 1 hijo y 1 hija (apellidos LÓPEZ MAROTO).

17.- José Carrasco Valiño, vivía en Picón. Murió el 7 de agosto de 1942. Estaba casado con Francisca Sánchez Gallego. Dejó 2 hijos (apellidos CARRASCO SÁNCHEZ).

Contactos: valdenoceda.exhumacion@gmail.com / web http://www.exhumacionvaldenoceda.wordpress.com

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