Ricardo Chamorro.- La semana pasada Mariano Rajoy, junto al presidente de Colombia Juan Manuel Santos, dijo que “Los grandes políticos dejan a un lado una ideología para gobernar según las exigencias del momentos”.
Toda una declaración de pensamiento tecnocrático y del “Crepúsculo de las Ideologías” que leyó en su juventud de manos de Gonzalez Fernandez de la Mora.
Manuel Fraga, en parte, tenía otra opinión:
«Frente a quienes defienden la tesis de que la Administración y la tecnocracia crecen en importancia, y que correlativamente desciende el nivel de la acción política y del Gobierno, propiamente dicha, debemos sostener justamente los contrario. Las sociedades actuales, con su compleja organización y el crecimiento de las funciones económicas y los servicios sociales hacen crecer la administración, la burocracia y los servicios técnicos; pero ello hace más necesario que nunca, por una parte, la coordinación y la orientación superior del conjunto de los servicios; por otra, hace aún más importante y difícil la tarea de la decisión política propia de la función del Gobierno».
También Manuel Fraga contaba que alguien en Inglaterra dijo que: «… si Reino Unido hubiera estado gobernado por sus funcionarios, su famoso servicio civil, con criterios puramente técnicos, durante algún tiempo sería el país mejor administrado del mundo, pero que después los mismos funcionarios aparecerían colgados de las farolas de la capital»
El resumen de esa idea (que al fin y al cabo también es ideología) es que los conflictos sociales serían sustituidos por mera gestión y administración de la cosa pública. Una idea del desarrollismo franquista que al parecer es adoptada por parte de personas de los partidos tradicionales y que limitaría a los partidos a la obtención del poder.
El pensamiento tecnocrático es un riesgo en la España actual
Georges Pompidou decía que “Existen tres caminos a la ruina: El vino, las mujeres y los tecnócratas atrapados entre el ser y el deber ser.”
Este pensamiento es endeble frente a las ideologías separatistas o populistas que pretenden hoy la ruptura de España, por ello algunos plantean la coalición PP-PSOE o la reforma Constitucional cediendo parte de la soberanía y transformando la Nación Española en un Estado neutro para el mantenimiento del poder, tratando de frenar a los extremistas. Ciertamente ciertos oligarcas que han hecho negocios con unos y con otros, pero que también lo hacen con dictaduras liberticidas y los harían con PODEMOS, es lo que desean hoy.
Es lo cómodo pero es un riesgo no defender convicciones en la España actual, es un riesgo actuar como Groucho Marx cambiando de principios cada mañana, es un riesgo ante la corrupción rampante que infecta a los grandes partidos y es un riesgo mayor para nuestras instituciones tratar de poner bozales a nuevas formaciones políticas regeneradoras tratando de hacer elegir a los españoles entre el Populismo de PODEMOS y una posible coalición PP-PSOE.
La realidad de España no son solo multinacionales que cotizan en bolsa, sino que el 90 % del tejido empresarial español son autónomos, pequeñas y medianas empresas que pagan impuestos y levantan este País. El problema es que España la levantan las clases medias, los pequeños empresarios, los trabajadores, las familias y los funcionarios que honradamente pagan sus impuestos para que España siga adelante. España es la estructura que nos proporciona libertad, solidaridad e igualdad, y España no es una excusa para que patriotas de folclore y pandereta la retuerzan en función de sus propios intereses.
España es algo mucho más importante, de la que nos debemos sentir orgullosos y debemos desenmascarar a aquellos que con la excusa de populismos materialistas o envueltos en una llamada a la estabilidad pretenden arrebatárnosla.
Ante una parte de la derecha que se quiere echar a los brazos del PSOE alegando principios tecnocráticos y ante una izquierda absolutamente radicalizada, es necesario pulsión política en el ámbito de una derecha de valores que defienda que la política debe estar por encima de la economía y al servicio de los españoles.
Es decir y traduciendo el último párrafo: para solucionar la crisis política y social, derechona de la rancia, de la de toda la vida, la de apellidos, familias «importantes» y borjamaris con la chapa de no al aborto.
No creo que sea la solución, la verdad. Pero por lo menos, propone, que hoy en día ya no está mal.
El ultimo párrafo,lo único suyo del articulo,insiste una vez mas en lo de siempre de su reiterativa idea sobre la España de las tres letras.Tan joven y tan antiguo y tan casposo.