Carta abierta del centro de mayores «Campo de Calatrava» de Almagro: Una comunidad de «ángeles»

Pedro Morallón y hermanos. Hijos de Crisanta Ballesteros Simón.- En estos tiempos de penurias y dificultades para casi todos, la satisfacción del deber cumplido no es suficiente mérito y virtud para muchas personas anónimas, sencillas y buenos profesionales, que desarrollan su trabajo en el sector de la atención a personas mayores en residencias para asistidos.
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Hace casi cinco años y medio, nuestra madre, Crisanta, quedó totalmente dependiente y sin poder hablar tras sufrir un infarto cerebral, e irremediablemente quedó ingresada en el Centro de Mayores “Campo de Calatrava” de la localidad de Almagro, en el que ha permanecido de forma ininterrumpida hasta su fallecimiento el pasado día 20 de noviembre.

Con esta carta queremos hacer público nuestro reconocimiento y eterno agradecimiento a toda esa familia de “ángeles” que son todos los trabajadores y trabajadoras del centro, los residentes, sus familiares, visitantes y acompañantes voluntarios, sacerdotes, y todos los colectivos de la localidad que puntualmente y de forma solidaria aportan su granito de arena para hacer más llevadera y humana la existencia diaria de todos los que allí viven, y que fueron también la familia de nuestra madre durante todo este tiempo. Ella no podía hablar, no pudo nunca decirnos por su boca como se encontraba, pero siempre nos recibía y nos despedía con esa su gran sonrisa franca, sincera y luminosa con la que tan a diario mostraba su gratitud y enorme afecto a todos cuantos la rodeaban y la cuidaban.

Ella fue siempre una persona abierta, muy extrovertida, muy conversadora, y de una gran empatía con cualquier persona que conociera. Y luego en el centro de mayores, ella fue, con su silencio obligado, un modelo y un ejemplo de fuerza y entereza para asumir y asimilar su nueva situación y las condiciones de vida que la enfermedad le obligó a llevar.

No queremos olvidar, y queremos mostrar también nuestra gratitud, a todo el personal del módulo C de la cuarta planta del Hospital General Universitario de Ciudad Real, que la atendieron y cuidaron durante su estancia allí, en las últimas semanas, en las que nuestra angustia y zozobra nos impidieron mantener una actitud más serena y comedida.
GRACIAS, MUCHAS GRACIAS A TODOS en nombre de nuestra madre y de todos nosotros.

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