Eso es de todos, señora Romero

Ejecutiva local del PSOE de Ciudad Real.- La alcaldesa de Ciudad Real, Rosa Romero, ha anunciado a bombo y platillo en su Facebook que se le ha concedido la Gran Cruz al Mérito en el Servicio a la Abogacía por acuerdo del Pleno del Consejo General de la Abogacía. Esta distinción se le concede “por la cesión efectuada por el Ayuntamiento de Ciudad Real de los terrenos para la edificación de la nueva sede del Colegio de Abogados”.
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Rosa Romero está haciendo currículo electoral con el patrimonio de los ciudadanos. Ha comprado con los bienes de la ciudad, como ya hizo el Sr. Aznar con la medalla del Congreso estadounidense, un galardón que es de todos. Y lo curioso es que haya instituciones que no se lo cuestionen, que personifiquen y que no entiendan que es la ciudad quien hace el esfuerzo de desprenderse de parte de su propiedad para el bien de la comunidad. ¿Por qué no otorgárselo a la ciudad?

Esta alcaldesa, que ha estado ausente de la ciudad durante cuatro años al más puro estilo cunero, se beneficia ahora de la socialización de nuestras pertenencias, pero no defiende la misma filosofía cuando está por medio su dominio particular. Rosa Romero está utilizando el patrimonio de la ciudad para salir en los papeles. Le urge ahora remendar los descosidos de estos largos cuatro años de inoperancia en los asuntos municipales; y lo hace, sin pudor, utilizando nuestro patrimonio.

Habría que hablar de ética en estas circunstancias; de ética y de vergüenza torera. Lo que es de todos no es da cada uno y mucho menos de unos cuantos. Esa distinción le quema en el pecho porque se la ha hurtado a la ciudadanía. Corren tiempos convulsos para la política y seguimos cayendo en los mismos errores que denostan los ciudadanos una y otra vez. Responsables son también quienes fomentan la vanidad, el ego y lo intereses particulares de los políticos sin entender que lo importante es la institución que representan.

Hubiera sido más justo otorgar la importancia de tal acto a quien corresponde, y haber valorado el esfuerzo de toda una ciudad por haberse desprendido de parte de su riqueza. Hubiera sido más justo que la Sra. Romero hubiera entregado a sus legítimos dueños, que somos todos, lo que es de ellos, en vez de arrogarse una distinción comprada con el sudor de la ciudad y de colocarse una medalla que no se ha ganado.

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