José Esquinas Alcázar advierte de que sin seguridad alimentaria nunca habrá paz en el mundo

Luis Mario Sobrino Simal.- El hambre como tragedia, como vergüenza y como amenaza. Sobre estos ejes ha girado la charla que el ingeniero agrónomo ciudadrealeño José Esquinas Alcázar, durante treinta años trabajador la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), ha impartido esta tarde en la Residencia Universitaria Santo Tomás de Villanueva. 

Esquinas ha recalcado que 40.000 personas mueren de hambre cada día, una cifra «infinitamente superior» a la de muertos por cualquier tipo de enfermedad o accidente. Muertes «silenciosas» que pasan desapercibidas, pero también muertes «innecesarias» porque, según ha destacado, el hambre se puede erradicar siempre que haya la voluntad política de hacerlo.

Entre cifras, comparaciones y contradicciones, José Esquinas ha construido su discurso. Ha recordado que a partir de 2005 el número de obesos y personas con sobrepeso llegó a igualar al número de hambrientos en el mundo. O que, al mismo tiempo que mueren de hambre en un día 40.000 personas en el planeta,  los gobiernos destinan a armamento 4.000 millones de dólares. Por otro lado, señalaba que con lo que se ha empleado en salvar a la banca en los países de la OCDE durante los diez últimos años sería posible erradicar el hambre en el mundo. «Y son cifras de la Organización de las Naciones Unidas», subrayaba.

Asimismo, ha comentado que hoy en día se producen el 60% más de los alimentos necesarios para alimentar a toda la humanidad. «Alimentos que están en el mercado internacional y no llegan ni a la mesa ni a la boca de los que tienen hambre». El problema, aclaraba, no es la producción de alimentos, sino el acceso a los mismos, bien mediante dinero o produciéndolos a nivel local allí donde se necesitan. «Es por tanto -insistía-, un problema de voluntad política».

Sobre los resultados de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), organismo para el que ha trabajado durante más de 30 años, ha reconocido los inconvenientes de la burocracia en este tipo de organizaciones, y a la vez ha hecho hincapié en su falta de recursos, pues el presupuesto de la FAO de dos años es «el equivalente a lo que dos países desarrollados utilizan en comida de perros y gatos en una semana. No se pueden hacer milagros si no existe esa voluntad política».

«El hambre existe porque no es contagiosa. Si fuese así, otro gallo cantaría». No obstante, advertía de que el hambre no es contagiosa pero sí que es sumamente peligrosa.

En ese sentido, ha retrocedido hasta 2008. «Cuando, como consecuencia de la crisis alimentaria, subieron los precios de los alimentos en el mercado internacional hasta multiplicarse por tres, se incrementó en un 20% el número de hambrientos, lo que provocó revueltas callejeras en más de 60 países. Dos años después se produjo un repunte de esta crisis alimentaria, y estalló la Primavera Árabe tras las revueltas como consecuencia del incremento de precios en el mercado».

En el siglo XXI, añadía, «el caldo de cultivo de los grandes males de la humanidad, la violencia internacional o la emigración ilegal, son el hambre y la pobreza. Sin seguridad alimentaria no podrá haber nunca seguridad mundial ni paz», advertía. «De hecho, el G7 y el G20, a partir de 2009 han incluido esta cuestión en sus agendas. Desgraciadamente en el Comité de Seguridad de las Naciones Unidas no se ha tratado el tema pero debería tratarse».

Por otro lado, ha matizado que no consiste en entregar alimentos a los países necesitados sino de fomentar la producción local. Un tipo de ayuda que, asegura, no está llevando a cabo. «Debido a la crisis ha disminuido la ayuda al desarrollo en los últimos años. En España hemos pasado de aproximadamente el 0,5% a menos del 0,2%, lo cual es absurdo, porque si el producto interior bruto ya ha bajado, aplicando el mismo porcentaje, ya se destina menos dinero. No seamos mezquinos y no reduzcamos también el porcentaje».

Otra cuestión que José Esquinas ha abordado durante la ponencia ha sido la insostenibilidad de ciertos tipos de producciones agrícolas, que están llevando a la pérdida de los recursos naturales permitirían dar de comer a las generaciones futuras. «Los africanos dicen que los recursos naturales no nos pertenecen, los tenemos en préstamo de nuestros hijos», comentaba.

La necesidad de un sistema de gobernanza mundial o qué puede hacer cada uno a nivel personal son otros de los asuntos que ha tratado en su disertación durante este acto organizado por la Asociación Cultural Progresista de Castilla-La Mancha. Por último, ha recordado que, pese a que España ha firmado la Declaración Universal de los Derechos Humanos, su Constitución no reconoce el derecho a la alimentación como derecho humano.