Puertollano: Mozart y Weber protagonizan el concierto del Conservatorio de Música

José Mateos Jiménez.- “Tengo hambre, tengo sed, tengo sueño, me siento perezoso, pero estoy bien de salud”. Wolfgang Amadeus Mozart dirigía estas palabras, tan alejadas de la imagen que se suele tener del fabuloso compositor salzburgués, a su hermana Nannerl en octubre de 1772, pocos meses después de componer su Sinfonía nº 20 en Re mayor.
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El pasado martes tuvimos la ocasión de escuchar el primer movimiento de esta obra en el Auditorio Municipal “Pedro Almodóvar” de Puertollano interpretada por la Orquesta del Conservatorio Profesional de Música “Pablo Sorozábal” con Enrique Santacecilia en la dirección. Fue una magnífica interpretación en la que la música contagió vitalidad (sí, esa vitalidad que parecía no sentir el compositor en la época en que compuso esta pieza) a todas las personas que asistieron a la abarrotada sala. Antes de esta página musical, la orquesta había acompañado con gran acierto a la soprano Miriam del Hoyo el aria “Deh vieni non tardar”, perteneciente al cuarto acto de la afamada ópera “Las bodas de Fígaro”.

Sin embargo, los encargados de abrir el concierto fueron los miembros de la Orquesta de Cuerda de Enseñanzas Elementales del “Pablo Sorozábal”, que bajo la dirección de Andrea Henríquez interpretaron con gran madurez, a pesar de la corta edad de los componentes de la agrupación, dos arreglos de Carrie Gruselle y una obra con tinte español, “¡Fandango!”, aunque compuesta por un autor americano, Robert McCashin. Al final de esta parte se entregaron las orlas a los alumnos que finalizan los estudios en el Conservatorio de Música, y se recordó que el plazo de inscripción para todos los que deseen aprender a tocar un instrumento musical en el centro concluye el próximo viernes 29 de mayo.

Cerró el concierto la Banda de Enseñanzas Profesionales del mismo centro, con la dirección de Ander Joseba Diego. En esta ocasión, la formación acompañó a Pilar García, quien interpretó el colosal primer movimiento del concierto para clarinete de Carl Maria von Weber op. 73.

Pero la jornada tuvo un final latino, a través del Caribbean Concerto del compositor neerlandés Kees Vlak con su espectacular batucada en el movimiento final. Y espectacular no es un adjetivo puesto al azar, tanto fue así, que el público asistente se puso en pie y no dejó de aplaudir hasta que la banda ofreció dos propinas. La audiencia siguió insistiendo, porque parafraseando la misiva de Mozart a su hermana, en el Auditorio no hubo pereza, pero sí hambre y sed… pero sed de Música.

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