Las lúcidas obsesiones de un talento muy fuera de lo común: «El libro de arena», de Borges

palabrasmarginalesDe nuevo, las obsesiones del maestro: el infinito, los cuerpos geométricos imposibles, las pesadillas y los sueños de los genios. Hay más literatura en cinco páginas de Borges que en toda la morralla libresca que nos invade por doquier.
Y luego le dan el premio Nobel a según qué gente. Qué injusticia, oigan. Un argentino que escribía en un español absolutamente neutro. Como bien dice Augusto Monterroso, se puede imitar a muchos autores, pero hacerlo con Borges pone en evidencia nuestras limitaciones, porque Borges sabía expresar lo máximo con el mínimo esfuerzo; algo que está fuera del alcance del común de los mortales. el-libro-de-arena-jorge-luis-borgesO al menos esa es la impresión que le queda a uno tras leer estos cuentos. Pero después, cuando uno los relee como es debido (porque este libro –como todos los del maestro– está hecho para ser repasado docenas de veces, cada una de ellas uno saca algo nuevo), se percata de la enorme dificultad que entraña expresar tal vorágine de ideas con recursos aparentemente tan sencillos. Se ha dicho de cierto escritor chileno que es el nuevo Borges, o que ha escrito la novela que Borges nunca quiso redactar. Qué risa, carape. Nadie, absolutamente nadie, puede compararse con el maestro. En los cuentos, lo de siempre, como hemos dicho, las obsesiones de una mente privilegiada. Hay, por cierto, un homenaje a Lovecraft, titulado en inglés. Y eso que Borges llegó a decir de Lovecraft que era un imitador de Poe, una opinión con la que se puede estar o no de acuerdo, pero algo de eso hay. Borges escribe un cuento de terror como lo hubiera hecho Lovecraft si el otro genio, el de Providence, hubiera tenido mejores maestros de los que puede tener un autodidacta. También hay por aquí, por vez primera que yo sepa, una historia donde un personaje femenino juega un papel fundamental. ¿Misógino, Borges? Qué tontería. Gente como él está por encima del bien y del mal. Y además también están muy por encima de la paupérrima media actual en literatura hispana, sobre todo en la que se nos viene encima en las listas de éxito. Guy de Maupassant y Chejov escribieron cientos de cuentos. Borges, apenas dos o tres docenas, pero qué cuentos. Esto no es un libro, es una inversión. Usted lo compra, lo lee, lo guarda, y dentro de seis meses lo vuelve a leer; y así ad infinitum. Como a Borges le gustaba: la filosofía y las matemáticas al servicio de la literatura. Este libro sí que no pasará de moda en los próximos cien años. Otros no pueden decir lo mismo.

Emilio Morote Esquivel
Palabras marginales

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