Solitarios: Vivian Maier

Jesús Millán Muñoz.- Siempre se habla de que una obra maestra o genial nunca se puede perder. Y que el mercado artístico o cultural siempre la reconocería. Otros piensan que en un granero de millones de granos, y por tanto con tanta competitividad y tanta oferta, quizás un grano de oro o de platino o de plata se puede perder y olvidar en la barahúnda de tal cantidad de autores, en todas las especialidades y de obra. Alguien que puede estar encerrado en algún lugar del mundo.
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Vivian Maier (1926, Nueva York, 2009, Chicago)

No vamos a narrar todos los aspectos de su existencia, entre otros motivos porque este artículo como todos los que escribo están pensados para la invitación que el hipotético lector amplíe en la biblioteca internacional o mundial que es hoy Internet. El sueño de Borges de la biblioteca universal está a punto de materializarse en forma de bits de información.

Resumiendo toda su existencia se la pasó cuidando niños, en familias particulares, y en su tiempo libre su afición era la fotografía.

Hay algunos que indican que quizás pudo haber sufrido algún pequeño trastorno de la personalidad, quizás debido a que su madre y ella fueron abandonadas por su padre, quizás porque era hija de padres refugiados judíos de Europa, quizás a un conjunto de factores.

Hoy es considerada una de las grandes fotógrafas de su época y de su tiempo, y por tanto, una clásica. Que se sepa parece ser no hizo intenciones de publicarlas, ni de mostrarlas en galerías y los circuitos comerciales o artísticos de su época.

De todas formas y maneras, una vida diríamos tan humilde y tan modesta y tan silenciosa, nunca sabremos si lo intentó, una o varias veces, y le fue negada su valía, debido a multitud de razones, porque en los mundos artísticos, quién los conoce sabe que hay mucho silencio, por utilizar una palabra suave, sobre determinadas personas…

Se calcula o se han encontrado unos doscientas mil fotos, reveladas o en negativos, o en las carcasas sin revelar.

Como no tenía casa propia estuvo, parece ser durante toda su vida, alquilando trasteros donde guardaba sus pertenencias más personales, y multitud de fotografías y archivos de ella.

Parece ser que un agente inmobiliario John Maloof, de veintiséis años, tenía que realizar un trabajo sobre Chicago y se enteró que subastaban un trastero que contenía fotografías sobre su ciudad. Y parece ser que por unos cientos de dólares, 380, una nadería o una nada, menos que el precio de unas baratijas se quedó con ellos.

Indico por si alguien no lo sabe, por lo que se ve si durante unos meses, no sé cuántos, según la legislación de cada Estado norteamericano, si no se paga el alquiler, el propietario de dichos trasteros puede y tiene derecho quedarse con lo que hay en su interior, y por tanto subastarlo.

Dicha persona se percató que dichas fotografías no le servían para su trabajo, se dice que iba a escribir un libro sobre su ciudad. Pero como los norteamericanos tienen siempre esa personalidad de que todo puede tener una proyección comercial, y no solo cultural. Quizás una mentalidad luterana-calvinista-judía que deberíamos aprender nosotros en Hispania, siempre claro con justicia, equidad, moderación. Pues empezó a poner o subir o colgar o exponer fotos en Internet, y venderlas por un precio reducido.

Un marchante de fotografía norteamericano se dio cuenta del valor documental y artístico y estético que tenían esas fotografías y se puso en contacto con Maloof, para que no las vendiese de ese modo, sino que pasase por los circuitos artísticos y estéticos…

En la Piel de Toro he oído, desde hace décadas, las expresiones, como las siguientes: “en España hoy no se perdería un Quijote”, “hoy una obra maestra o genial no se perdería, porque entre tantos especialistas y tantas personas del mercado artístico y cultural y universitario alguien lo reconocería…”. Y esto dicho públicamente por grandes gestores o propietarios o promotores del mundo cultural, sea editorial, sea artístico, etc.

De todas formas los que no realizan obras geniales, sino diríamos están en una franja más modesta, también tienen derecho a que su trabajo exista. Porque de todas formas, lo que pueda gustar dentro de un siglo, no sabemos lo que será. ¿o acaso sabe usted o su vecino lo que dentro de un siglo se necesitará o gustará…?

Siempre pienso a los que dan esos argumentos lo siguiente: quién sabe cómo hoy sería un Quijote, yo desde luego no lo sé.

Evidentemente esta fotógrafa, no se perdió su obra por casualidad, le faltó unos centímetros para que su trabajo cultural, un trabajo de toda su existencia, hubiese quedado en la basura de los papeles o entre miles de dossier, o en nada… Es evidente que se recuperó por casualidad y por azar y una pequeña causalidad…

¿Todavía continuamos diciendo que hoy un Shakespeare o un Cervantes o un Dante o un Hume o un Platón o un Picasso o un Miguel Ángel no se pueden perder sus obras en la vorágine de un millón de artistas plásticos activos y vivos en estos momentos, de un millón activos y vivos de escritores…?
¿Está usted seguro…? ¿Quizás no se perdería si hubiese centros y archivos documentales dónde estuviesen nombres y obras de docenas de miles de autores, de todas las especialidades…? ¿Pero por qué, esto que hoy se podría realizar online, sin apenas gasto, no se acepta o no se hace por fundaciones o museos o archivos o universidades o bibliotecas… por especialidades…?

En esos meses de descubrimiento de esta fotógrafa por parte de Maloof y del valor de sus obras pues buscaron a la autora… cuándo localizaron nombre y lugar de residencia, se encontraron con la noticia, obituario, de que acababa de morir unos meses antes…

Por lo tanto, ni siquiera en su último aliento de existencia o de vida, en los últimos días o semanas esta mujer, solitaria, fue capaz de morirse sabiendo que había realizado una obra artística maestra o genial, de un alto nivel de significado y de significante… Y que su obra no sería destruida por el tiempo o por la dejadez o el olvido sino que gran parte de ella se conservaría…

Mi pequeño homenaje con este artículo a Vivían Maier, y a todos y todas las Vivian Maier, que posiblemente existan o se hayan perdido sus nombres y sus obras…

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