Musgo en otoño

José Rivero«Un poco de musgo, por los Santos«, pedía Valery Larbaud en esta fechas tan temibles como mortuorias, de la encrucijada novembrina. Aunque en puridad, debería pedir que ese musgo melancólico estuviera arañando y besando la piedra tanatológica y funeral. En una suerte de fusión y abrazo de lo mineral con lo vegetal. Un cíngulo del orden de la naturaleza con el orden de la cultura.
El carácter memorial de los cementerios, era indagado el pasado 31 de octubre, por Carmen Ordoñez, en un trabajo de largo aliento y mejor recuerdo, denominado ‘El lenguaje de las piedras‘ acompañado de fotografías de Jordi Socias, sobre el Cementerio Civil de Madrid, con un excurso de los llamados entre nosotros ‘Cementerios de los Ingleses’, como el de Málaga, que no dejaban de ser Cementerios laicos en un océano de confesionalidad religiosa. En la creencia sostenida, por la autora, (incluso en pasados años, por Antonio Gala, guionista que fuera del programa televisivo ‘Si las piedras hablaran’) de la posibilidad de interrogar a las piedras funerales y memoriales. Piedras dolientes y tatuadas por el recuerdo que dura y que fija la mano del lapidario y del lapicida, como dicen en Italia, al que talla y modela el fruto frágil de la cantera. Si las piedras hablaran ¿podrían pronunciar algo coherente, sobre esa fragilidad tan presentida como sentida?
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Viene todo ello a cuenta por la doble tesitura advertida ya sobre esas piedras centenarias, sobre las que circula una doble pesada carga: la simbólica y la administrativa. Esta última, y sus nuevas circunstancias fiscales, fueron señaladas en el Pleno del pasado mes de octubre por el portavoz municipal Nicolás Clavero. Quien señaló a un grupo de vecinos sobre la desaparición del carácter de “a perpetuidad” de sepulturas, nichos, mausoleos y panteones del Camposanto de la capital. Más aún, matizó que el informe jurídico solicitado concluye que, “dado el carácter demanial de los cementerios y a la vista de la jurisprudencia del Tribunal Supremo y la normativa vigente en la materia, existe una imposibilidad legal del otorgamiento de concesiones por tiempo  indefinido en este bien de servicio público”.

Junto a ello o frente a ello, la dimensión simbólica, o patrimonial y monumental si se quiere. Que puede que case mal, con esa pretensión del título municipal antepuesto al título de ‘Memoria Privada’ o de ‘Memoria Personal’. Y es que a lo largo de los últimos años, ese depósito de memoria construida que forman los cementerios, han venido produciendo piezas funerarias de enorme valor patrimonial, desde el punto de vista de la Arquitectura y de la Escultura. Hay ya, y fuerza es el decirlo, importantes estudios de los Camposantos y Cementerios, que los contemplan bajo ese mirada cultural y no bajo la petrificación administrativa o bajo la contabilidad tanatológica de las sanidad mortuoria.IMG_0011

Bastaría citar casos como los cementerios de Génova, el de Estocolmo de Asplund y  Lewerentz, el de Laeken en Bruselas, el de Fisterra de Cesar Portela o el de Modena levantado por Aldo Rossi, para advertir lo que decimos. Por no citar otros casos de propuestas excepcionales, como el Mausoleo de Carlo Scarpa en Treviso para la familia Brion; el de Benlliure en Sevilla para el torero Joselito o el dieciochesco cenotafio de Canova, en Santa María Gloriosa dei Frari en Venecia. De igual forma que entre nosotros, y a escala menor, emergen piezas identificables de Rebollar, de García Coronado o de López Salazar; y otros elementos singulares en Alcázar de San Juan, Tomelloso o Manzanares. Piezas levantadas por particulares y deudos familiares, que puede que, con la extinción de ‘la propiedad perpetúa‘, estén señalando una extinción material o una desaparición venidera.IMG_0012

Porque, en esa hipótesis ¿cuál será la actuación municipal? ¿Inventariar lo valioso y preservarlo? o ¿priorizar la continuidad administrativa de concesiones con fecha de vencimiento y rendimientos económicos renovables? Y ¿cómo se compatibiliza la declaración de BIC de un Camposanto, como ocurre en el cementerio malagueño de San Jorge, con títulos de propiedad sujetos a prórroga y renovación? Que no todo sea como el musgo y su memoria liviana. Que no todo sea ‘el olvido que seremos’. Lo que sí parece cierto, es la continuidad reflexiva de todo lo citado, como la anotada por Ortega y Gasset al fijar que: “Lo que llamamos la muerte es sólo una teoría, la realidad que hay debajo de ella es la soledad en que nos quedamos cuando alguien muere”.

Periferia sentimental
José Rivero

JORDI SOCIAS EDUARDOSOJOscarpa brionCEMENTERIO BENLLIURE VALENCIA

 

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3 COMENTARIOS

  1. Ya sé que me vas a decir que solo digo maldades pero, este maravilloso artículo, si lo dejas con fotos del Parlamento y Senado (y los 17 parlamentos regionales) y el Parlamento de la UE también quedaría «niquelao» ¿A que sí? Y perdona por mezclar peras y manzanas…pero esto de los panteones y las tumbas me recuerda mucho a los que nos representan en la actualidad.

    Seguro que Gonzalo estará de acuerdo.

    Manipulando torticeramente y de forma vulgar a Gasset: “Lo que llamamos la política es sólo una teoría, la realidad que hay debajo de ella es la soledad en que nos quedamos cuando alguien logra su escaño”. Con aviso a Page y García Molina, no vayamos a tener que ir con el cubo y los trapos a lavarles la lápida política…

    • La política mortuoria se aproxima cada vez más a la muerte de política. Sin necesidad de retorcer a Ortega. Razones tienes para tus propuestas.

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