Cadaunadas gravitacionales

José Antonio Casado.- Uno, que es de letras y no ha logrado que su mente funcione dentro de las coordinadas de la relatividad einsteniana a pesar de que lleve un siglo en vigor, anda estos días preocupado por el descubrimiento del año y acaso del siglo: las ondas gravitacionales.

casadoUno ha decidido escribir estas líneas porque, a veces, solo cuando escribe aclara lo que piensa o cree pensar, como A.R. cuando habla de la cultura de la transición en Ciudad Real. Y uno, que tiene sus cadaunadas unamunianas, se ha puesto delante del ordenador por ver si alguien, más entendido en Física, le echa una mano, que también son pretensiones, y le ahorra andar cabizbajo por ahí mientras le da vueltas al asunto.

Estas ondas gravitacionales tienen mucho que ver con el espacio y el tiempo, dos cuestiones sobre las que ha reflexionado el ser humano desde que se decidió a pensar sobre su entorno. El viejo Aristóteles definió el tiempo como el “número del movimiento según el antes y el después… Ahora bien, es imposible que se generen o destruyan ni el movimiento (pues existe de siempre), ni el tiempo, ya que no podrían existir el antes y el después si no hubiera tiempo. Y ciertamente, el movimiento es continuo como el tiempo, pues éste o es lo mismo o es una afección del movimiento» (Metafísica, IV,11).

O sea, que tiempo, movimiento y espacio están relacionados entre sí y son conceptos difíciles de entender, a pesar de las apariencias. Agustín de Hipona reflexionando profundamente sobre el tiempo, decía que si no le preguntaban qué era, lo sabía; pero que si le preguntaban por su esencia se hacía un lío y no podía explicarlo a la primera.

El pensamiento medieval vivió –fuera de los platónicos más cerriles que daban por existente un mundo ideal donde habitan las esencias y los conceptos en estado puro- de las reflexiones de Aristóteles, punto arriba, punto abajo. Pero cuando los científicos empezaron a mirar hacia el cielo y a echar números, que es lo que hicieron Galileo, Kepler y Copérnico, el problema se enturbió.

Se enturbió más aún cuando intervino Kant que, como Leibniz, estaba convencido de la existencia de una razón interna que explica la eficacia externa, pero en cuanto a aquellos que “semihabitan otro mundo”, advertía que “su lugar natural es el hospital”. Ni es posible ni hace falta conocer el otro mundo porque nuestra mente vive en el espacio y en el tiempo, y cualquier cosa que vaya más allá de estas coordinadas nos es ajeno.

El campo ya estaba embarrado cuando llegó Newton y echó mano de la manguera reivindicando el espacio absoluto para poder explicar cualquier movimiento. Para Newton, el agua de un cubo se mueve con respecto al espacio absoluto. Si el espacio no fuera nada, no habría referencia para el movimiento y, por tanto, no habría movimiento. El espacio absoluto es la referencia absoluta del movimiento. La prueba de que es «algo». Y además, algo en reposo absoluto.

Kant y Newton, dos hombres modernos, tienen un concepto diametralmente diferente del espacio y el tiempo. Para Kant son una condición a priori del intelecto humano (les ahorro la jerga trascendental del germano), algo que nos viene dado y de lo que no podemos prescindir para leer la vida y el universo; para Newton, el espacio es algo absoluto, que está fuera de nosotros y es una referencia del movimiento y, por tanto, del tiempo. Espacio, tiempo, movimiento. Los tres conceptos siguen enredados; tan entrelazados como los enlazó Aristóteles cuatrocientos años antes de Cristo, y como los ató Einstein el siglo pasado, hasta el punto de que el universo y nosotros vivimos, somos y nos movemos en el espaciotiempo.

Adivino que esta entidad –el espaciotiempo- es tan absoluta como el espacio de Newton o como el éter postulado por otros científicos para explicar el fluir de las ondas eléctricas y magnéticas, porque la naturaleza huye del vacío; y lo adivino porque los descubridores de las ondas gravitacionales afirman que estas lo deforman, alargan, estiran y encogen. Conjeturo que es absoluto pero menos, porque no es imperturbable. Pienso que es infinito porque Einstein dejó dicho que hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana. Y creo que es tan sensible como mi mente, que anda torturada por asuntos como estos.

Me llama la atención también que los científicos afirmen que el descubrimiento es de gran alcance ya que a través del sonido podemos rastrear o columbrar algo que no podíamos hacer a través de la luz, es decir de la vista. Estas afirmaciones abren, queriéndolo o no, otro filón de reflexión de largo alcance sobre qué sentido es más importante para entender el universo y para entender al ser humano, si la vista o el oído.

La vista nos hizo hombres porque, al erguirse, el homo sapiens primitivo, además de cambiar los huesos de la pelvis, pudo vislumbrar a lo lejos las presas y practicar la caza con más solvencia y habilidad; el oído también nos humanizó porque la lengua y el habla son indispensables para que exista el ser humano. Somos palabra, que diría Emilio Lledó. Corto.

No sé si me he aclarado o no, ni sé por qué se me ha ocurrido humanizar el espaciotiempo, ese monstruo bipolar que tan pronto muestra una cara de su personalidad como la otra; en todo caso pido perdón si me he dejado llevar y les he metido –en el improbable caso de que hayan llegado hasta aquí – por estos andurriales tan alejados de los torticeros senderos de Rajoy, Sánchez, Rivera o Iglesias. Por no saber, no sé siquiera si estas reflexiones, que no hacen referencia directa a los agujeros negros, son pertinentes. Mi ignorancia chapotea en las profundidades del universo.

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8 COMENTARIOS

  1. CADAUNADAS ¿ES CADASCUNO? O SEA CADA UNO Y SUS COSAS. EN SEGUNDO LUGAR ANTE TODO Y SOBRE TODO, EL PRINCIPIO DE INDETERMINACIÓN DE HEISSENBERG, ES CAPAZ DE ATAR Y DESATAR AL MISMO TIEMPO.

  2. Bueno, también tiene que ver mucho con la política. Los partidos, como los electrones, ahora son de izquierdas, ahora de derechas. Ahora me ves, ahora no me ves. Ahora te prometo, ahora te miento. Incluso, algunos vuelven al pasado y asesinan intelectualmente a sus líderes para que no existan en el presente. O se formatean 35 veces…a la velocidad de la luz.

    Al final, todo tiene su lógica… a pesar de Heissenberg, Scherk, Schwarz, Einstein…hasta llegar a nuestro queridísimo Ignacio Cirac, que va a dejar a Jobs y a Gates a la altura del betún. Ya veréis, lo cuántico nos va a dar en dos días un nóbel de física…aunque cada vez tenga más acento alemán.

    • Imagina cuando dentro de 21.000 años lleguen las ondas del SMS de Rajoy con el «Sé fuerte» a los confines del Universo…los marcianos fliparán…

  3. El verdadero sentido de la noticia del descubrimiento de las ondas gravitacionales es que facilita probar (se verá en treinta o cuarenta años) la existencia de los universos paralelos o multiverso.

    • Esos universos paralelos o multiversos existen en las matemáticas, en las ecuaciones, pero no son más que posibilidades latentes. Y sólo una puede manifestarse, y eso sucede en el momento que elegimos hacer una cosa y no otra o explota una estrella en vez de enfriarse. De ese modo se fabrica la realidad.

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