Charlistas y parlistas

Escribía Luís Fernández Galiano, hace largos años, a propósito de las  obras y ampliaciones de los edificios del Congreso y del Senado, sobre la «endogamia enclaustrada de unos políticos que contemplan la calle a través del vidrio ahumado y blindado de sus despachos«.
Frente al silencio del claustro del hemiciclo y el despacho sellado, que eso es la ‘endogamia enclaustrada’, el ruido de las palabras, propio de Parlamento.

Unamuno hablaba, pese a todo, no de Parlamentarismo, sino de Charlamentarismo.

Que es la diferencia sustancial entre el Habla construida como razonamiento y exposición de las ideas propias,  y la Charla insustancial, tediosa, bronquera y repetitiva.

Hay un tipo de hablantes de esa insustancialidad y de esa nadería, a los que se llama pomposamente ‘Charlistas‘, ‘Rezadores‘, ‘Portavoces‘, ‘Voceros‘, ‘Repentizadores‘, ‘Predicadores‘, ‘Pregoneros‘, ‘Animadores‘ y ‘Entretenedores‘.

La misión de todos ellos, es dejar pasar el tiempo sin que se note su paso. Y sin que duela en demasía.

Como ocurría en las viejas colas de los cines ingleses con los ‘Enterteinements‘.

Un ‘Charlista‘ polifónico y ‘bavardant‘ como dicen los franceses, que mata el tiempo.

Para evitar que nadie note la espera tediosa y lenta.

Incluso es posible hablar de los ‘Parloteadores‘ y de los ‘Parleros‘.

Que muchas veces ‘portavocean vacuidades’, que sólo llena el tono tonante de su verbo.

Verbo inflamado versus Verbo deshinchado. O desinhibido.

Y hasta hablamos y nos hablan de ‘Mantenedores‘ de cualquier evento y de muchas ceremonias.

Que por ello necesitan del palabreo del ‘Maestro de Ceremonias‘. Y del fraseo del ‘Recitador‘.

Sin que el tal ‘Mantenedor’ mantenga nada, más allá de su camisa y su chaqueta, si es que la lleva.

Sin que el tal ‘Mantenedor’ mantenga siquiera el armazón de su discurso y la inteligencia de sus borborigmos.

Qué pocos políticos actuales pueden decir lo que afirmaba Augusto: «Encontré Roma como una ciudad de ladrillo y la dejé de mármol«.

Hay quien sostiene lo contrario. «Lo que encontré de mármol, lo deje de ladrillo«.

Porque hay hablas que son eso, Puro Ladrillo.

Otras veces, ni eso. Puro Muermo.

José Rivero
Divagario