El orgullo de un pueblo homenajeado en una modesta vía de la capital: Mónico Sánchez, inventor

Cuando deslizo entre mis dedos las páginas de un Programa de Ferias y Fiestas de mi pueblo [1], observo cuán orgullosos están y estaban los descendientes y paisanos de un personaje singular que pondría a su población de origen en el mapa del mundo. Estoy hablando del por todos conocido y respetado como “D. Mónico” o, como el mundo le vio nacer, Mónico Sánchez Moreno, nacido en el orgullosísimo pueblo de Piebrabuena.

recuperando manuelEn las referidas páginas se muestra cómo en su localidad natal se le rendía homenaje ya desde su retorno del continente americano, allá por 1914 en el que “el Ayuntamiento decidió poner a la calle Libertad, la que subía hacia el Castillo, el nombre de Mónico Sánchez”, aunque los mayores reconocimientos vendrían tras su fallecimiento: en 1995 un busto de bronce presidiendo la plaza donde se encuentra el Centro Social, además de haberse editado un folleto divulgativo de su obra y realizado una exposición – homenaje con las fotografías y muestra de la producción industrial conservada por sus descendientes [2].

Contraportada del Programa de Ferias y Fiestas 2013
Contraportada del Programa de Ferias y Fiestas 2013. Piedrabuena

Más tarde asistiríamos a la celebración de las Jornadas de Estudios de Piedrabuena, ya en este nuevo siglo, donde algunos de sus conferenciantes contextualizarían la época que le tocó vivir a nuestro personaje, como son los casos del historiador Francisco Alía Miranda y del ingeniero Juan Pablo Rozas. A ello se uniría un vano intento de “convertir la casa familiar en casa – museo”, aunque sí hay un edificio que lleva actualmente su nombre: el Instituto de Enseñanza Secundaria “Mónico Sánchez”, proyecto no exento de dificultades haciendo honor al dicho de que “nadie es profeta en su tierra”.

Junto a todo esto, cabe señalar cómo en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología (MUNCYT) – muchos de los aparatos que fabricó el inventor en su pueblo a partir de 1913 se exponen hoy en el MUNCYT, con sedes en A Coruña y Madrid, tal como nos relata la Física Rosa Martín Latorre [3] – se ha conservado y expuesto su legado, donde se indica que en la Sala de Innovación española “se muestra un generador portátil de rayos X ideado por Mónico Sánchez a principios del siglo XX, quien nació en Piedrabuena (Ciudad Real) y llegó, incluso, a presentar sus logros científicos en Nueva York” [4].

Este personaje es noticia recientemente porque una modesta vía – ubicada en la zona de la Carretera de Carrión, el Parque Industrial Avanzado del galardonado físico Ignacio Cirac, que durante los años 1991 a 1996 impartiera sus conocimientos en nuestra ciudad en el Departamento de Física Aplicada, y en su currículum ostenta el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2006, y no menos merecedor del Nobel – se encuentra acompañado de diversas vías con nombres de científicos e inventores ilustres de fama mundial – entre ellos a la Nobel Marie Curie, de la que más tarde también hablaremos – y sirve para rendirle homenaje en la capital de la provincia.

En esta área vinculada con el mundo de la ciencia y la tecnología nos encontramos con nombres tan representativos como Isaac Peral, Hermanos Lumière, Guttenberg, Marconi, Einstein, Torres Quevedo, Juan Ignacio Cirac, Edison, Marie Curie, que vienen a indicar el valor con mayúsculas de los científicos tanto en nuestro país como en el exterior, mostrando cada uno en su faceta, la ardua labor de investigación que en muchas ocasiones estuvo enfrentada a la sociedad de su época o supuso un cambio revolucionario.

En este contexto volvemos a las orgullosas páginas del Programa de Ferias referido, donde citamos cómo sus nietos rememoraban anécdotas que su abuelo les contaba, de la siguiente manera:

“Tardamos mucho tiempo en darnos cuenta de lo que fue aquello. Mónico Sánchez Moreno era simplemente nuestro abuelo. Se levantaba temprano y se iba a trabajar; volvía a mediodía y comíamos todos juntos. A veces nos hablaba de lugares lejanos, de ciudades sorprendentes en las que había estado y a las que iríamos cuando fuéramos mayores.

Cartela de la Calle de Mónico Sánchez Moreno, en Ciudad Real
Cartela de la Calle de Mónico Sánchez Moreno, en Ciudad Real

También recordamos el laboratorio en cuyos patios jugábamos y a las personas que trabajaban en él… Después el paso del tiempo ha ido dando sentido a muchos de estos recuerdos y junto con lo que nos contaron las personas que convivieron con él, especialmente nuestros padres, y lo que hemos ido conociendo de y de sus cualidades” [5].

La grandeza del personaje que hoy describimos hay que contextualizarla en una España del siglo XIX, descrita por Miguel A. Delgado de esta guisa:

“Un país que seguía a duras penas los decisivos avances del XIX, y donde la educación en los pueblos era poco más que un capricho que muchas familias, con pocos recursos y necesitadas del servicio de un par de brazos más, por pequeños que fueran, no se podían permitir. No, no lo era.

En la convicción de que el porcentaje de genios que nacía en nuestro territorio debía ser más o menos el mismo que el de cualquier lugar del mundo, un cálculo matemático (que nos vamos a ahorrar) haría evidente un número realmente insoportable de talento en potencia que nunca llegó a florecer, o que lo hizo en un ámbito reducido, con escasa repercusión en el entorno y sin dar pie a esas aportaciones que verdaderamente dejan huella” [6]

En este contexto se hallan excepciones, siendo una protagonizada por un personaje nacido en una población rural de apenas tres mil habitantes, Piedrabuena, cuna de Mónico Sánchez Moreno.

Calle de Mónico Sánchez, en Ciudad Real, desde la Carretera de Carrión (Avda. de Isaac Peral, al fondo)
Calle de Mónico Sánchez, en Ciudad Real, desde la Carretera de Carrión (Avda. de Isaac Peral, al fondo)

Orígenes y salida del pueblo

Recordando con Juan Pablo Rozas lo que representó la figura de Mónico Sánchez – del que nuevamente rendirá homenaje hoy 4 de mayo en su localidad natal, Piedrabuena, dentro de la Jornada de Cultura que se lleva a cabo en el Instituto de Enseñanza Secundaria “Mónico Sánchez” impartiendo una Conferencia sobre el ilustre personaje, en presencia de los nietos del mismo –, le planteaba cómo en una época en que existían los maestros de escuela – aquellos que tanta hambre pasaban –, cómo logró el suyo, don Ruperto Villaverde, plantar la semilla de la electricidad en un niño que era el benjamín de una familia numerosa cuyo padre era tejero y cuya madre lavandera. La respuesta fue simple y evidente: “Me temo que había amor por la sabiduría, ese maestro se volcó como muchos otros”.[7]

El contexto donde se encuadra el nacimiento de nuestro personaje, allá por 1880 en España – y más aún Piedrabuena – nos lo describe Manuel Lozano Leyva, de la siguiente manera:

“España, perdón, el Estado español en 1880 era tan destartalado como lo había sido casi siempre. Para no ser demasiado heterodoxo, digamos quién gobernaba entonces por irrelevante y vacuo que sea siempre el dato: reinaba el Borbón Alfonso XII y su primer ministro era en ese momento don Antonio Cánovas del Castillo, del Partido Liberal Conservador. A su sempiterno colega de faena, don Práxedes Mateo Sagasta, del Partido Liberal Fusionista, le faltaba muy poco para tomar el relevo de turno. Siete veces tomó posesión del cargo don Práxedes y seis don Antonio, así que las turbulencias políticas eran las justas y lógicas. Nada era muy trágico porque tiraba a lo tragicómico. Y ya que hablamos de política, conste que el mismo año en que nació Mónico lo hizo nada menos que don Manuel Azaña, futuro presidente de toda una República.

Veamos unos pocos, muy pocos hitos de gobierno y de progreso para situarnos en la época.

Ese año de 1880 se decretó la abolición de la esclavitud en Cuba y se aprobó el intrincado reglamento de las corridas de toros. Una de cal y otra de arena, dirán ustedes con razón…

… en un sitio como Fregenal de la Sierra, de la provincia de Badajoz, se realizó la primera llamada telefónica a larga distancia en España… el invento, el teléfono Gower – Bell, era norteamericano.

… cuando agonizaba aquel curioso 1880, concretamente el 20 de diciembre, en Nueva York, Broadway empezó a lucir su esplendor eléctrico de manera tan espectacular que se le llamó el Gran Camino Blanco. Todo sucedió porque el ínclito Thomas Alva Edison había patentado ese mismo año su bombilla incandescente.

Folleto de Jornada de Cultura, 4 de mayo de 2016, Conferencia de Juan Pablo Rozas
Folleto de Jornada de Cultura, 4 de mayo de 2016, Conferencia de Juan Pablo Rozas

Por lo demás, quizá sea digno de resaltar que el mismo año en que nació Mónico Sánchez se iniciaron las obras del Canal de Panamá a dinamitazo limpio y, nada menos, se inventó la bicicleta.

En Piedrabuena había varias tejeras que fastidiaban a todo el mundo con sus polvos y sus humos. Una de ellas, situada a orillas del Jabalón y conocida como la de Los Críspulos, pertenecía al vecino llamado Eusebio Sánchez. Su mujer, Lucía Moreno, lavaba ropas no sólo suyas, de su marido y de sus cuatro hijos, sino de varios vecinos, porque los ladrillos y las tejas no daban para alimentar continuamente a tanto chiquillo. No había grandes necesidades en casa de Eusebio el tejero y Lucía la lavandera, pues cuando se construía una casa, almacén o granero los chavales, desde los desgarbados mayores hasta el enloquecido más pequeño, Mónico, arrimaban el hombro en la tejera y muchas de las ganancias no sólo servían para ajustar deudas, sino para juntar unos ahorros. Pero depender de la construcción era eso: alegría por rachas y pesadumbre por temporadas…

El tejero era adusto y la lavandera campechana, lo que hacía curioso que la que llevara las riendas de la familia fuera ella, mujer recia y práctica…

Don Ruperto era el maestro de la única escuela pública de Piedrabuena, ya que las demás eran de curas y monjas. En aquella época surgió el triste dicho de pasar más hambre que un maestro de escuela, sobre todo de escuela rural del Estado. No era para tanto en el caso que nos ocupa, porque en Piedrabuena hambre, lo que se dice hambre, se pasaba pocas veces, pues hasta en años de sequía la solidaridad evitaba males importantes…

… Lucía era una mujer fuerte, o sea, que los chavales se la tomaban en serio. Pero hasta con la buena lavandera pudo la miseria, porque sus hijos fueron abandonando la escuela escalonadamente hasta llegar al pequeño Mónico. Ese abandono fue el que más le dolió al maestro y a Lucía, pues don Ruperto sabía que aquel zagal era listo de verdad y su madre sabía que tras aquella desilusión no volvería a soñar…

Además, había un asunto peliagudo para una familia pobre con varios hijos varones: el servicio militar. La exención costaba 15.000 pesetas si se iba por derecho y no bajaba de 10.000 si se apañaban sobornos…

Escasez de construcción en Piedrabuena, brazos que se ausentan para servir a la patria y al rey o hacerse el longuis, y enfermedad paterna desperdigaron la familia de Mónico. Para tribulación de su madre y de don Ruperto, al mozo le encontraron una salida en Fuente el Fresno, donde vivía familia lejana de su padre… Mónico iba a poder comer allí todos los días y como chico de los recados alguna que otra propinilla caería, amén de espabilarse después de tanto estudiar y pensar en las musarañas.” [8]

El mundo rural que caracterizaba a Piedrabuena, donde las grandes fincas constituían una gran lacra para el campesinado, pues el latifundismo había sido un producto generado por la desamortización, invitó al joven Mónico a salir de su pueblo y, tras su experiencia como chico de los recados en Fuente el Fresno, un Mónico de unos catorce años emigrará hacia la población conquense de San Clemente para ser dependiente de comercio, donde después de cinco años se atrevería a montar su propia tienda.

En esa época los sueños de Mónico empezaban a tomar cuerpo, y cuando comenzaba un nuevo siglo, allá por 1901, nos encontramos a un joven de veintiún años de edad que vende lo poco que tiene para comprarse un traje y cumplir su gran sueño: el estudio de ingeniería eléctrica en Madrid.

Portada de El Gran Mónico, de Manuel Lozano Leyva
Portada de El Gran Mónico, de Manuel Lozano Leyva

La capital del Reino y la electricidad

¿Por qué ese cambio de rumbo de este joven soñador? Quizá su espíritu soñador encontrase el terreno allanado al caer en sus manos un libro de don Eduardo Lozano y Ponce de León, “Física”, donde se mostraban las aplicaciones técnicas de una electricidad primigenia. Así nos lo indica don Manuel Lozano:

“Sí, casi sin duda Mónico Sánchez Moreno había pasado infinidad de horas estudiando el libro no sólo porque era el más famoso y el mejor de la época, sino porque el espíritu de su autor encajaba perfectamente en sus aspiraciones.” [9]

Nuevamente a Juan Pablo Rozas planteábamos una nueva pregunta: ¿Cómo logró superar el escaso bagaje formativo que tenía el joven Mónico en una Madrid en crecimiento – muy lejos aún de la gran Barcelona – y aventurarse a formarse en el mundo de la electricidad y gracias a Wetzler – o a algo más – dar el salto al gigante norteamericano? Su respuesta fue concisa pero elocuente: “Hace más el que quiere que el que puede”. Este espíritu es el que hoy en día y celebrado es durante este año lo que conocemos como ser un auténtico “Quijote”.

Sin embargo, para que Mónico cumpliese los sueños despertados por el citado libro – la “Física” de Lozano y Ponce de León –, debía contrarrestar la carencia que representaba el no poseer un bachiller elemental para acceder a un centro universitario en la capital del reino, centro que en esos momentos se encontraba cerrado por causas de índole político.

Sus sueños al llegar a una capital que aún no era comparable a la Barcelona industrial, eran parecidos a los que tenían muchos jóvenes creadores que llegaban a Madrid y que utilizaban como trampolín los cafés que existían en la capital. Por ello, la edad, prestancia y traje de Mónico Sánchez quedaba difuminado al no ser original en dicho contexto.

Durante dos años nuestro personaje permanecería en la Madrid de los toros y los teatros, buñolerías, cafés e incluso prostíbulos. A ello hay que unir que el incipiente proceso de electrificación de Madrid –particularmente de la Compañía de Tranvía que anteriormente utilizaba un sistema de transporte de vagones tirados por caballos o mulas- despertaría una gran fascinación en Mónico.

Así nos muestra Miguel A. Delgado, el Madrid al que llegaría Mónico:

“estaba inmerso en pleno proceso de transformación. A diferencia de otros avances tecnológicos, más destinados a una industria que escaseaba en España, la electricidad encontró un rápido desarrollo en el consumo doméstico. Aunque el cambio en el alumbrado se retrasó algo más, porque la mayoría de las casas obtenían su iluminación del gas, en el caso de los tranvías eléctricos el tránsito se produjo prácticamente de inmediato, dada la escasa operatividad de los tirados de mulas, que llevaban usándose desde 1871. Así, ya en octubre de 1898 había entrado en funcionamiento el primer tranvía eléctrico, con tanto éxito que pronto se extendió a otras líneas.

En cuanto al alumbrado, el cambio se fue haciendo, en los primeros años, al ritmo que demandaban los consumidores, todavía reticentes a realizar el gasto de cambiar su sistema de gas por la nueva iluminación eléctrica” [10]

Sin embargo, nuestro personaje “tenía la extravagante intención de ingresar en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Madrid para estudiar electrotecnia”, aunque existían dos peros: Mónico no tenía título alguno y la escuela estaba cerrada.

Fue entonces cuando este chico de pueblo que disponía de mucho tiempo para aburrirse cuando se puso a buscar libros de electricidad. En este contexto comprendería su casi nula posibilidad de acceder a la escuela de ingenieros, aunque conoció que un tal profesor Joseph Wetzler enseñanza electrotecnia por correspondencia a través de un curioso anuncio en la revista Mecánica Popular, aunque el nombre de J. Wetzler pudo haberlo conocido por un libro llamado “The Electric Motor and Its Applications”, de los autores T. C. Martin y J. Wetzler, libro conocido en el continente europeo aunque no tanto en suelo patrio.

Aparato de Rayos X portátil (Programa de Ferias y Fiestas 2013, de Juan Pablo Rozas)
Aparato de Rayos X portátil (Programa de Ferias y Fiestas 2013, de Juan Pablo Rozas)

Este libro estaba escrito en inglés, lo que obligó a Mónico a hacer un nuevo sobreesfuerzo al desconocer en su totalidad la lengua de Shakespeare.

El curso que impartía J. Wetzler estaba promovido por una institución neoyorquina llamada Electrical Engineer Institute of Correspondence Instruction, y el rigor con que el joven Mónico siguió el curso hizo que el mismísimo Wetzler contactara con él, relación a través de correspondencia entre ambos que culminaría en la recomendación que hizo el profesor de ingeniería eléctrica al joven para que continuara sus estudios cruzando el Atlántico en la sede neoyorquina del instituto de enseñanza por correspondencia. Su precariedad para dar este salto contó con la ayuda del aval del profesor para que le dieran trabajo en una empresa de Nueva York. Del profesor Wetzler Miguel A. Delgado nos indica lo siguiente:

“Joseph Wetzler, uno de los nombres más destacados del mundo eléctrico internacional. Wetzler trabajaba en Electrical Engineer, una de las publicaciones de referencia del sector (…). Wetzler conocía a todos los nombres importantes que estaban liderando la industria eléctrica: por supuesto, era amigo de Edison, había narrado las espectaculares demostraciones públicas de Nikola Tesla, …, y contribuyó a la entronización del joven Guglielmo Marconi…” [11]

En 1904 Mónico Sánchez Moreno embarcaría hacia los Estados Unidos, aunque este viaje no estuvo exento de dificultades hasta el mismo momento de embarcar, tal y como nos cuenta Miguel A. Delgado, y el escollo final que tuvo que solventar nuestro personaje. Así lo relata (y lo recordaban sus nietos en el Programa de Ferias antes citado):

“un problema que a punto estuvo de dar al traste con su plan: tres días antes de irse, descubrió que necesitaba un certificado del ayuntamiento afirmando que estaba exento del servicio militar (que estaba haciendo por él su hermano Jesús). Tenía que entregarlo al día siguiente, lo que convertía en una odisea, dados los medios del momento, el trasladarse hasta Piedrabuena, conseguir el documento y estar de vuelta a tiempo para presentarlo y embarcar.

Pero no había llegado Mónico hasta ahí para quedarse tan cerca de su sueño, y mucho menos por un simple trámite. Así que consiguió un tren hasta Ciudad Real, y desde allí fue caminando hasta Piedrabuena, a unos veinticinco kilómetros de distancia. Cuando llegó al pueblo ya era noche cerrada, pero eso no le impidió ir a la casa del secretario y golpear la puerta hasta conseguir levantarle y convencerle para que fueran al ayuntamiento, donde el hombre le dio lo que necesitaba. Mónico emprendió entonces el regreso, esta vez a lomos de una mula prestada, que le dejó en Ciudad Real con el tiempo suficiente de tomar otro tren que le llevó de vuelta a Madrid, donde entregó el documento casi en el último minuto.

Una vez superados todos los obstáculos, finalmente embarcó hacia Nueva York, adonde llegó el 12 de octubre de 1904. Aún no había cumplido los veinticuatro años, pero ya había recorrido un largo camino hasta el corazón del mundo.”[12]

Mónico Sánchez en Nueva York(Familia Sánchez)
Mónico Sánchez en Nueva York(Familia Sánchez)

El gran universo norteamericano

Tras partir desde España por Cádiz hacia La Habana y posteriormente hacia Nueva York en un nuevo barco, Mónico llegaba a la Isla de Ellis en el otoño de 1904 con apenas 60 dólares que le servían para sobrevivir apenas un par de meses en la gran urbe.

Su gran reválida en Estados Unidos fue la entrevista de trabajo con el contacto proporcionado por el profesor Wetzler, pues Mónico no dominaba el nuevo idioma al que se enfrentaba y tuvo que utilizar en sus conversaciones tanto una libreta como un pizarrín, algo que pondría a prueba la paciencia de sus interlocutores de habla inglesa.

El resultado de la entrevista fue un modesto puesto de ayudante de delineante, aunque suficiente para mantenerse. Paralelamente, Mónico lo compaginaría con los estudios en el Instituto de Ingenieros Electricistas, algo así como un centro de formación profesional.

Aunque inicialmente entró como delineante, cada vez fue ejerciendo más funciones de electricista. A ello se uniría su progreso económico, sin dejar de estudiar, y un mayor control de la lengua inglesa tras su estancia de cinco años. Ya con el título de ingeniero, a la edad de veintisiete años, obtendría un empleo que sí le marcaría en su futuro: fabricaría aparatos de telegrafía y de medidas eléctricas de precisión en la Foote, Pierson and Company. Empleo que satisfacía a Mónico, aunque sin dejar de olvidar su deseo de ir a la universidad, siendo la de Columbia la elegida, y a la cual accedería a través de un curso de electrotecnia en calidad de externo, cuyo título no es equiparable al de físico o ingeniero al uso aunque serviría para completar con algunos fundamentos teóricos toda la práctica de la electricidad que había acumulado (además de los libros de Lozano, las revistas de Wetzler, el curso por correspondencia, su formación profesional de cinco años y su práctica laboral).

En junio de 1907 conseguía obtener el título de ingeniero, y así pudo comenzar a trabajar para la Foote Pierson Co., dedicada a fabricar equipos para el telégrafo. La lengua de Shakespeare ya no constituía una barrera insalvable (que siempre tendría en el recuerdo pues con su puente de Wheatstone – Sánchez, llegó a elaborar un manual al que los electricistas españoles pudiesen acceder en igualdad de condiciones que los ingenieros extranjeros, tan y como apunta su biógrafo Juan Pablo Rozas en el libro de Miguel A. Delgado) y podía conversar y entablar relaciones de amistad que sirvieron de gran apoyo en su futuro profesional. Además, se matriculó en Columbia, donde Pupin daba clases, para seguir un curso de ampliación de los estudios de electricidad.

Para medir la resistencia de una manera más precisa, durante décadas de estudio y aprovechamiento de la electricidad se utilizaba el invento del físico inglés sir Charles Wheatstone conocido como puente de Wheatstone, siendo la primera patente de Mónico Sánchez una mejora de dicho aparato (las innovaciones de Mónico permitieron que el aparato fuera más preciso al medir la resistencia, el aislamiento y la capacidad eléctrica. Y, sobre todo, por primera vez consiguió que fuera transportable). Así el puente de Wheatstone – Sánchez fue más preciso en la medición de la resistencia de los elementos de los circuitos eléctricos de lo antes conocido, aunque nuestro D. Mónico tenía en mente muchas más mejoras, siendo una de ellas la de los rayos X.

En este mundo de electricidad, saltaban incluso más chispas más allá de las corrientes, pues existía una “guerra” entre el personaje arrollador que poseía más de mil patentes y creador de la General Electric Company, conocido de sobra por todos: Thomas Alva Edison. Y, por otro lado, un científico e ingeniero genial procedente de Serbia y que trabajaba en la Westinghouse conocido como Nikola Tesla.

En esta disputa, Mónico sería testigo de algunas de las crueldades de Edison –el asunto de la elefanta Topsy, por poner un ejemplo- o los espectáculos de Tesla –ante el público asistente hizo pasar la corriente alterna a través de su propio cuerpo sin sufrir daño alguno, por ejemplo-. Así pues, en esta guerra “Edison no pudo con él (Tesla, se sobreentiende), y menos aún con su rival empresarial Westinghouse, ya que le adjudicaban todos los concursos de electrificación a los que se presentaba con un presupuesto a veces la mitad que el de la General Electric de Edison a base de generadores y transformadores de corriente alterna diseñados por Tesla.” [13]

Además de estos grandes personajes, en aquella época Mónico conocería a otros como Steinmetz, que sería fichado por la General Electric de Edison.

En suma, “Mónico Sánchez no tenía la genialidad de Tesla ni el profundo conocimiento teórico de Steinmetz ni la formación de la mayoría de los generales que habían luchado en la guerra de las corrientes, pero sin duda aprendió de ellos, porque muy pronto fue codiciado por las grandes empresas eléctricas del momento que surgían a la estela de las dos gigantes, la General y la Westinghouse. Así, en 1908, con veintiocho años de edad, Mónico Sánchez Moreno obtuvo el primer puesto importante de su carrera como ingeniero de la Van Houten and Ten Broeck Company. Esta empresa tenía un interés muy concreto en la electricidad y muy distinto a lo que Mónico había desarrollado hasta entonces: su aplicación en los hospitales.” [14]

El mundo hospitalario sólo poseía tres equipos eléctricos: las fuentes de corrientes, los tubos de rayos X y, el último grito, los electrocardiógrafos.

El uso de la electricidad con fines terapéuticos cabría remontarlo a la antigüedad, aunque nuestro personaje donde mostraría su genialidad sería en el mundo de los Rayos X.

Mónico Sánchez en el Madison Square Garden de Nueva York(Familia Sánchez)
Mónico Sánchez en el Madison Square Garden de Nueva York(Familia Sánchez)

Retorno al Viejo Continente … y a su pueblo

En el año 1908 Mónico Sánchez patentaría un aparato que llevaría su nombre en diversos países de América y Europa, un generador portátil de corriente capaz de alimentar un tubo de rayos X.

Mónico Sánchez utilizó ese descubrimiento tesliano (en la década de 1890 Nikola Tesla inventó la bobina que hoy lleva su nombre, capaz de alimentarse de la corriente doméstica elevándola a altísimas tensiones, las necesarias para la generación de las radiaciones de alta frecuencia) y lo aplicó a una máquina que no debía superar el tamaño de una maleta que pudiera transportar el propio médico. Sus investigaciones fieron finalmente fruto, y en 1909 registró la patente de su “Aparato portátil de Rayos X y corrientes de alta frecuencia”. Se trataba de la versión más avanzada de un aparato capaz realmente de funcionar en cualquier lugar. La aportación crucial de Mónico Sánchez consistió en reducir el tamaño de la bobina. Entre otras cosas, había observado que, si en lugar de usar una frecuencia de 50 Hz, utiliza una de 7 Mhz, 26 conseguía reducir la cantidad de hierro necesaria y, como consecuencia, el tamaño y el peso. Por primera vez, un aparato de rayos X cabía perfectamente en una maleta. Y lo que era más importante: podía enchufarse directamente a la red doméstica, fuera cual fuera la intensidad de la misma.

Este invento de Sánchez llamó la atención de Archie Frederick Collins, una estrella en alza del nuevo mundo inalámbrico. Más tarde, llegaría a un acuerdo con la Collins Wireless Telephone Company, logrando así mediante esta empresa la fabricación de dicho aparato aún manteniendo sus derechos, e incluso pasaría a ser ingeniero jefe de dicha Compañía.

Collins era considerado un apóstol de las nuevas tecnologías inalámbricas, y contagiaba sus entusiasmo de tal forma que los medios siempre estaban dispuestos a publicar sus anuncios, de la misma forma que lo hicieran con Marconi, Tesla o Edison.

En 1909 asistimos a un acontecimiento sin parangón que muestra la importancia de nuestro personaje (la foto que reproduce el evento muestra a un triunfador, el mundo de la invención se encuentra a sus pies, un hombre con traje a rayas que contrasta con aquel niño que saliera de su pueblo y que caminaba descalzo para no desgastar el único par de zapatos que poseía), cuando, con motivo de la III Feria de Electricidad, en el Madison Square Garden de Nueva York Mónico Sánchez exhibiría su aparato en un stand, teniendo cerca del mismo a los dos gigantes del momento: Edison y su empresa General Electric, y la Westinghouse Co., en la que trabajaba Nikola Tesla. A partir de ahí Mónico Sánchez iniciaría la aventura en solitario fundando su propia empresa en Nueva York, la Sánchez Electrical Company.

Sin embargo, la relación laboral de Collins y Sánchez no perduró en el tiempo, ya que el espíritu emprendedor – y casi embaucador – de Collins, propició que su empresa provocara una burbuja tecnológica en Wall Street y el valor de las acciones de la Collins, ahora denominada Continental Wireless Telephone & Telegraph Co., subiesen por las nubes.

Como en nuestro país hemos asistido recientemente a una “burbuja inmobiliaria” y aún perduran las consecuencias de su fracaso, el caso de la Collins no iba a ser distinto: el globo explotó y todo el equipo directivo de la empresa sería acusado de manipulación y falsedad en cuanto a la atracción de inversores, cuyo delito condujo a la cárcel al propio Archie Collins y parte de sus hombres de confianza.

Mónico Sánchez y paciente
Mónico Sánchez y paciente

Aunque tras cumplir condena, Collins se reinventase, el futuro de Mónico Sánchez ya no se encontraba ligado a él, pues ya había iniciado una nueva etapa, en la que tenía por destino su país natal.

En 1910 asistiría en Madrid a la Exposición de Aplicaciones de la Electricidad donde recibiría una medalla de oro por su invento; y también viajaría a Barcelona, donde asistiendo al Congress d’Electrologie et Radiologie celebrado en Barcelona, dio a conocer a la élite europea su aparato portátil de rayos X. En estos momentos ya había modificado la patente original de su aparato y consigue vender todos los equipos que lleva.

Su éxito le anima a firmar un acuerdo con Edmundo y José Metzger para que fueran sus distribuidores en nuestro país, y registró en Barcelona la European Electric Sánchez Company S. C. para la explotación de sus inventos. Y, aunque no habría sido necesaria su permanencia en Europa para la venta de sus aparatos, en 1911 regresa definitivamente al Viejo Continente, no sin antes asegurarse las patentes de su invento en países como Inglaterra, Francia, Italia, Alemania, Austria, Suiza, Portugal, Estados Unidos, México, Cuba, Argentina, Brasil, etc.

Este éxito le anima a fundar la European Electrical Sánchez Company y a plantearse su regreso a España, volviendo a su pueblo, Piedrabuena.

Sería entonces cuando Mónico Sánchez iniciaría una gran labor de difusión de su invento a cuantos médicos e instituciones alcanzase. Todos ellos quedaban fascinados ante el poder cautivador y la convicción que mostraba el inventor y su creación.

En el terreno personal, también hubo otra novedad: en enero de 1911 contraería matrimonio con Isabel González, con quien tendría seis hijos. Su esposa, menos aventurera que él, de vida más sencilla, ayudaría a que Mónico conectara de nuevo con la gente del pueblo que había dejado atrás.

Aquí, con los beneficios obtenidos lleva a cabo la construcción de una fábrica y una central eléctrica – el conocido Laboratorio Sánchez –,donde podrá continuar exitosamente la explotación de su invento.

La Gran Guerra y los rayos X portátiles

Con el comienzo de la Gran Guerra, en 1914, Mónico Sánchez viajaría a Francia donde presentaría su invento en la Sociedad de Electrología y Radiología de París al ejército francés, el cual adquiriría en torno a 60 aparatos que formarían parte del servicio de ambulancias radiológicas conocidas como “petites curies” que había sido creado por la afamada Física y Radióloga Marie Curie – aunque con motivo de la difusión que había llevado a cabo de su invento por diversos países del continente europeo, la conocida como la “Marie Curie alemana”, Lise Meitner, también adquiriría algunos de estos aparatos para Alemania.

Mónico Sánchez y el doctor Ruiz Ibarra se trasladaron a Francia para supervisar la entrega y formar a los médicos del ejército en su utilización. Su encargo se aceleró cuando llegó un telegrama urgente enviado por el Dr. Bergognie, jefe del servicio central de radiografía, que le hizo ponerse manos a la obra, no sin antes superar la animadversión de parte de los médicos franceses, que desconfiaban de un técnica que aún no había entrado en funcionamiento..

Aunque el aparato de Sánchez tendría vigencia hasta la década de los treinta, su tecnología se había quedado obsoleta por la progresiva adopción del tubo de rayos X de Coolidge, inventado en 1913 (Cuando estaba construyendo el laboratorio, el tren de la historia ya estaba pasando. A partir de la década de 1920, comenzaron a aparecer modelos más evolucionados, y la tecnología inicial fue quedándose anticuada). No obstante, la trascendencia del invento de Sánchez queda patente en que aún pervive durante muchos años como complemento a la docencia de la Física, y no sólo por su capacidad de producir rayos X, sino por otra larga lista de usos, hasta la tecnología móvil actual.

El Laboratorio en Piedrabuena y la Cámara de Comercio e Industria de Ciudad Real

Nuevamente, volviendo a Juan Pablo Rozas, le planteábamos el por qué estando en la cumbre de su carrera, con sus patentes y demás, decidía Mónico Sánchez volver a su pueblo y enclaustrarse en un lugar que era la prehistoria (sin apenas electricidad, con carretas, sin equipos de trabajo suficientemente formados para estar a la última en tecnología y no quedarse obsoleto) del mundo que en esos momentos conocía, o si existían más motivos aparte de lo que podría ser el sacar a su pueblo de la oscuridad eléctrica o algo más. Sencillamente, nuestro experto fue claro al respecto: “Mónico volvió para poner a Piedrabuena en el mapa del siglo XX. Para que tenga las mismas ventajas que las grandes ciudades. De paso su aparato de rayos X fue el más difundido entre los médicos hasta que su uso principal fue el de la enseñanza experimental. El profesor demostraba las propiedades físicas que explicaba en clase, siguiendo el método científico. La mayoría de los institutos y universidades de la época dispusieron de su aparato Sánchez con sus accesorios. Para su fabricación trajo de Alemania a sopladores de vidrio, los mejores de la época”.

Según nos señala nuevamente Miguel A. Delgado, otro paisano del genial inventor, Francisco Caro, es un auténtico conocedor de la gran construcción de Mónico Sánchez, su Laboratorio Eléctrico, y según se indica “el 25 de noviembre de 1913 se formalizó oficialmente, ante un notario de Madrid, la compra por parte de Mónico Sánchez de un terreno de secano con una extensión de 3.219,78 m2. El importe, mil pesetas, que salieron en buena medida del premio de dos mil quinientas que Mónico Sánchez había obtenido en la exposición especializada de Barcelona.” [15]

Este laboratorio, inicialmente conocido como Sánchez Electrical Laboratory, acabaría españolizando su nombre por el de Laboratorio Eléctrico Sánchez. Como aún hoy sucede con muchas obras públicas, la construcción tuvo que hacer frente a las protestas de algunos vecinos de fincas cercanas, que temían que el nuevo edificio bloqueara el acceso a sus casas.

Cuando se comienzan a superar dichos problemas, allá por 1914 la construcción mantiene un buen ritmo, mostrando un edificio sencilla que se refleja igualmente en la fachada, de sobrio estilo neomudéjar, diseñado por el propio Sánchez – recordemos que ya había sido delineante en Estados Unidos y era hijo de un tejero -. Su construcción requirió la participación de gran parte de la población local, y el laboratorio revertiría como fuente de ingresos importantes para la mayoría de las familias de la localidad.

Anuncio del Laboratorio Eléctrico Sánchez(Familia Sánchez)
Anuncio del Laboratorio Eléctrico Sánchez(Familia Sánchez)

Sin embargo, el proyecto de Mónico Sánchez iba más allá, quería que el laboratorio fuese la primera piedra de un complejo que convirtiera a Piedrabuena en un epicentro de la radioterapia y las nuevas aplicaciones de la electromedicina. Esta ambición estaba basada en la sempiterna dependencia tecnológica que siempre había tenido España y que constituía un lastro para su desarrollo. Sin embargo, la falta de formación de ciertos oficios especializados obligó a Mónico Sánchez a contratar a trabajadores extranjeros, como fueron los sopladores de vidrio procedentes de Alemania para la fabricación de lámparas de vacío y el instrumental de precisión. El cómo llevó a cabo esta contratación sólo queda en el “savoir faire” de nuestro inventor y sus dotes de cautivación para atraer a personal tan cualificado, e incluso que llegasen a formar parte del paisaje y paisanaje local.

El funcionamiento del eficio principal seguramente funcionaría a pleno rendimiento a finales de 1916, aunque no fuese más allá que un edificio formada por tres partes: un laboratorio de unos 1.537 metros cuadrados y de forma cuadrangular, una casa para el guarda y los corrales de servicio, y una central eléctrica.

Durante los años 20, el periodo de máxima actividad del laboratorio, se enviarían aparatos desde allí a gabinetes, universidades y consulta de médicos de toda España y a varios destinos de Europa, como Alemania. Aunque seguía existiendo la carencia de un personal adecuado. Para ello, recurriría al reclutamiento de familiares y vecinos para llevar a cabo las tareas diarias del laboratorio, e incluso a personas conocidas del pueblo de San Clemente.

Sin embargo, la mayor resistencia se la encontraría en su propio pueblo, pues las fortunas procedentes de las rentas de la tierra no le consideraban un igual, ya que desdeñaban sus orígenes de familia de tejeros del pueblo, a pesar del reconocimiento institucional del que no carecía, como fue el caso de ser Presidente de la Cámara de Comercio de Ciudad Real.

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Mónico Sánchez, en su vejez (Familia Sánchez)

Otro hecho curioso fue que cuando a Mónico Sánchez le concedieron una calle en su pueblo, ese mismo año el pueblo tuvo que movilizarse ante la retirada de la pensión del que había sido maestro de muchos paisanos, don Ruperto Villaverde, entre los que se encontraba el propio Mónico. La protesta lograría revertir la situación y hoy en día incluso goza de una calle propia muy próxima a la que homenajea al sin duda alguno el alumno más aventajado.

Con la llegada de la dictadura de Primo de Rivera, en 1923, los cargos oficiales serían ocupados por designación y uno de los concejales sería Mónico Sánchez, pasando a convertirse en el auténtico flagelo contra los representantes de las familias tradicionales.

Uno de los choques más importante tuvo como piedra de toque la renovación de la concesión del suministro eléctrico que se encontraba en manos de la Electro Harinera en la que participaban las principales familias de caciques del pueblo, a modo de monopolio.

Aunque dicho contrato finalizaba en 1924, las disputas entre Mónico y su primo Juan Mota frente a las familias tradicionales, prolongaron el litigio hasta que en 1926 Mónico se hiciera con los servicios, comercializando así la energía que sobraba mediante la venta de bombillas a sus paisanos por una cantidad fija al mes, suministro de luz incluido.

A pesar de la animadversión de los “poderes fácticos locales”, el reconocimiento de Mónico Sánchez continuaba como es el caso de la concesión de la Medalla de Oro de Ciudad Real en 1914 o la de la Exposición Universal de Barcelona de 1929, o incluso el Doctorado Honoris Causa en Ciencias Electrotécnicas por la Escola Livre de Engenharia do Rio de Janeiro. Su prestigio le convierte en un conferenciante cotizado, codeándose con científicos y catedráticos de la época como Julio Palacios, Antonio Reyes o Blas Cabrera, e incluso publicando artículos tanto en Estados Unidos como España.

Para estas conferencias encontraría un nuevo aliado en un medio como la radio para impartir a todo tipo de instituciones educativas de Ciudad Real y el resto del país, debutando en Radio Valladolid en 1930 y en Unión Radio en 1932.

Desde 1935 hasta su muerte pasaría a ser Presidente de la Cámara de Comercio de Ciudad Real, en cuya fundación había participado.

Cuando estalla la Guerra Civil, Sánchez, a pesar de ser pro-republicano, pasó a ser sospechoso por parte del gobierno republicano y de los milicianos, que veían en él a un oligarca más. Los milicianos ocuparon las instalaciones del laboratorio, que incautaron junto a su contenido. Señala Juan Pablo Rozas que un día acudieron a buscarle, pero él logró librarse de acompañarlos, aduciendo que estaba demasiado ocupado terminando unos equipos para el ejército. En su lugar se llevaron a su primo Juan Mota, su segundo. Nunca volvería a verlo.

Asustado por el cariz que estaban tomando los acontecimientos, Mónico Sánchez huyó a Valencia, donde pasaría el resto de la guerra. Aunque al no refugiarse en bando nacional, sería instigado por el jefe local de la Falange. Finalmente, le fueron devueltas sus propiedades y su puesto al frente de la Cámara de Comercio, pero para entonces el negocio estaba herido de muerte.

España, además, se había sumido en los años de la autarquía y, si ya era complicado aspirar a mantener la actividad, la escasez de materiales, la pobreza general y la imposibilidad de contar con el mercado exterior amenazaban en asfixiar definitivamente al Laboratorio Eléctrico Sánchez. Por si todo esto fuera poco, la desgracia se cebó en su familia: presenció la muerte de cinco de sus seis hijos, entre ellos el único varón, Mónico, el destinado a sucederle.

A pesar de los reveses recibidos, Mónico Sánchez no solo no se amilanó, sino que con sesenta y cinco años emprendió un viaje a Estados Unidos con su yerno, José Estébanez López – Bravo, con escalas en Lisboa y La Habana. Sería una gira en la que adquirió los derechos de numerosas patentes para la fabricación de aparatos electromédicos de última generación. Su intención era producir una nueva versión de su invento adaptándole la nueva tecnología.

Aún en la década de los 30, y hasta la de los 40, el Laboratorio Eléctrico Sánchez continuó fabricando los aparatos, con destino, sobre todo, a departamentos universitarios y escolares. La calidad con la que estaba construido es tal que todavía hoy no pocos institutos lo siguen utilizando con los estudiantes (unos alumnos del Colegio Inmaculada Gijón hacen una demostración de su funcionamiento en el siguiente vídeo: del apartato de rayos X Sánchez (https://www.youtube.com/watch?v=ELZPXYBgw9w), o el tubo de Geissler y máquina de rayos Sánchez:
https://www.youtube.com/watch?v=20CKhMbfjto). Además, en el laboratorio se fabricaron numerosos modelos de lámparas. Mónico Sánchez y su equipo no cejaron en ningún momento en su esfuerzo comercial. Además, abren una oficina en Madrid, primero en el paseo de Eduardo Dato, y después en la calle Fuencarral (véase fotografía de anuncio), una de las zonas de más movimiento comercial de la capital.

Busto de Mónico Sánchez en Piedrabuena
Busto de Mónico Sánchez en Piedrabuena

En cuanto al Laboratorio, en 1948, finalmente, las naves donde se encontraba el taller conocerán un nuevo destino: nace el cine de Piedrabuena, que para sus habitantes será conocido como “el cine de Don Mónico”. Primero, funcionará solamente en verano, pero más tarde también lo hará en invierno. En 1958, el laboratorio y la casa del guardia fueron vendidos al ayuntamiento por un millón de pesetas, y se adaptan para la instalación de la escuela, donde permanecería hasta que, en la década de 1980 se derribaron para construir un nuevo grupo escolar. En la década siguiente, el edificio que había albergado la central eléctrica también fue municipalizado y derribado, para construir allí el centro de salud y el centro cultural. Allí podemos observar en una plazoleta el busto que homenajea a este singular personaje.

Como se suele decir, Mónico Sánchez fue “genio y figura” hasta su muerte, pues ya en su vejez aún se le veía mucha actividad y agilidad, pero la ciencia era otra historia. Esa ya sólo quedaba para el recinto de su despacho en la casa familiar, donde fallecería en 1961.

Por último, retomando el relato de Miguel A. Delgado, cabría preguntarse cuál hubiese sido la vida de Mónico Sánchez allá en el gran gigante americano, porque, para valorar mejor su importancia, según señala por boca de su biógrafo Juan Pablo Rozas:

“Para una más justa valoración de la figura de D. Mónico, del valor potencial de sus aportaciones, es bueno establecer referencia con otro inventor parecido, aunque este alemán. Se trata de Christian Otto Erbe (1884 – 1965) que presentó en 1923 uno de los primeros aparatos de alta frecuencia, y en 1925 un aparato portátil de rayos X. Ambos, como se ve, posteriores a los de D. Mónico. Pero hoy, y esta es la gran diferencia, Erbe Medical es una empresa multinacional en el campo de la instrumentación médica. D. Mónico se adelantó a Erbe en tiempo y decisión, pero creemos que las circunstancias de capital, proyecto y país no permitieron al Laboratorio Eléctrico Sánchez convertirse en la gran empresa que actualmente compitiera con Erbe Medical y con las mejores del mundo. Necesitamos muchos españoles como Mónico Sánchez en una nueva época, en una nueva mentalidad.”[16]

Como se suele decir “nadie es profeta en su tierra” y el caso de Mónico Sánchez Moreno no iba a ser una excepción, pues a pesar de los reconocimientos iniciales que expresábamos al comienzo del artículo – una calle con su nombre hace más de una centuria –, a uno de nuestros “Quijotes de la ciencia” no les sería extraño el “cainismo” de la sociedad en la que él vivió, tan como nuevamente nos comentaba Juan Pablo Rozas señalando que “la mayoría de los grandes en España, tras un período de reconocimiento, los que lo tuvieron, cayeron en el ostracismo, perseguidos, olvidados, etc.”, o como apunte no señalaba “a Mónico, fíjate, que por la Guerra (in)civil le persiguieron desde ambos bandos por connivencias con el bando contrario”. Sin embargo, aunque tarde, el reconocimiento ha venido de la mano de entrevistas a expertos en su figura como Manuel Lozano Leyva o Juan Pablo Rozas Quintanilla, o en programas de gran repercusión mediática como “Cuarto Milenio” de Iker Jiménez (http://www.cuatro.com/cuarto-milenio/programas/temporada-09/t09xp19/Monico_Sanchez-Espana-Iker_Jimenez-Inventor-Electricidad_2_1731480073.html), y por supuesto, volviendo al comienzo del artículo, con una calle de un piedrabuenero en la capital de la provincia, Ciudad Real.

MANUEL CABEZAS VELASCO
Recuperando lo pasado

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[1] Programa de “Ferias y Fiestas 2013”. Piedrabuena del 13 al 18 de septiembre. Ayuntamiento de Piedrabuena.

[2] Op. Cit. Pág. 19.

[3] Martín Latorre, Rosa: “Piedrabuena – Madrid – A Coruña… La conservación y exhibición de un legado único”, en Ibídem cit. Págs. 26 – 28.

[4] Folleto de MUNCYT. Pág. 43.

[5] Ibidem cit. Pág. 20.

[6] Delgado, Miguel A.: Mónico Sánchez: Rayos en La Mancha, en “Inventar en el desierto. Tres historias de genios olvidados”. Turner Publicaciones S.L. Pág. 29, Madrid, 2014

[7] Las citas referentes a preguntas a don Juan Pablo Rozas Quintanilla, profesor de la Escuela Superior de Informática de la Universidad de Castilla – La Mancha y gran apasionado y conocedor de la figura de Mónico Sánchez Moreno, obedecen a una conversación mantenida entre el profesor y el autor de este artículo, 25 de Abril de 2016. Con motivo del 136 Aniversario del nacimiento de Mónico Sánchez Moreno, en el marco de la Jornada de Cultura realizada por el Instituto de Educación Secundaria “Mónico Sánchez”, Juan Pablo Rozas rendirá nuevamente homenaje al inventor conocido por sus convecinos como Don Mónico.

[8] Lozano Leyva, Manuel: El Gran Mónico. La insólita aventura de un ingeniero manchego en tiempos de crisis. Random House Mondadori, S. A. Editorial Debate, Barcelona, 2013. Págs. 18 – 23.

[9] Lozano Leyva, Manuel: Op. Cit. Pág. 30.

[10] Delgado, Miguel A.: “Mónico Sánchez: Rayos X en La Mancha”, en Inventar en el desierto. Tres historias de genios olvidados. Págs. 34 y 35. Turner Publicaciones, S.L. Madrid, 2014.

[11] Delgado, Miguel A.: Op. Cit., págs. 44 y 45.

[12] Delgado, Miguel A.: Ibídem cit., págs. 47 y 48, y Estébanez Sánchez, Isabel, María José y Eduardo: “Nuestro Abuelo Mónico”, Ibídem cit., pág. 21.

[13] Lozano Leyva, Manuel, Ibídem cit. Pág. 63.

[14] Lozano Leyva, Manuel: Ibíd. Cit. Pág. 65.

[15] Caro, Francisco: “Laboratorio Eléctrico Sánchez: Cien años de un edificio desaparecido”, en Ibíd. Cit. Págs. 29 – 31.

[16] Delgado, Miguel A.: Ibíd. cit., pág. 89.

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19 COMENTARIOS

  1. Excelente artículo.
    Ya era hora de poner en valor el invento de un genio de nuestra tierra, que como muchos personajes importantes de la historia ha sido olvidado por la historiografía.
    ¡Enhorabuena!
    Hace unos días, un inventor ciudadrealeño, Antonio Ibáñez de Alba, ha patentado un túnel de alta tecnología para ser instalado en zonas desérticas y facilitar el desplazamientos de trenes de alta velocidad evitando así los problemas de pueden encontrar en el desierto(evitar problemas como los que se está encontrando el consorcio español que construye el AVE Medina-La Meca, en Arabia Saudí, donde tramos del AVE están siendo ocupados por la arena del desierto).

  2. Un bonito recuerdo de un gran inventor qué se mereció mucho mas.Y él qué pudo tener mucho más éxito si se hubiera quedado en Estados Unidos,pero quiso traer prosperidad y riqueza a su pueblo y alrededores pensando mas en los demás qué en sí mismo.Un recuerdo a un paisano del pueblo de mi madre.

  3. Enhorabuena Manuel. Fantástico artículo. Mónico Sánchez, paisano y una figura que debemos recuperar. Gran trabajo.

  4. Gracias José Luis. Era lo mínimo que podía hacer, lo tenía pendiente desde que salió lo de la calle en la carretera de Carrión, pero quería que saliese un día tan especial como hoy, donde en el Mónico Sanchez lo están homenajeando.
    Hasta pronto

  5. Uda, seguramente el ponente lo habrás encontrado citado entre las líneas de este artículo, pues supongo que te referirás a Juan Pablo Rozas, al cual igualmente le tengo que dar las gracias, primero por homenajear nuevamente a un paisano, y segundo, por mantener su espíritu vivo al seguir mostrando la relevancia de Mónico Sánchez Moreno y lo que supuso en el mundo de la ciencia, aunque hayan pasado ya 136 años desde su nacimiento y 55 desde que falleció. Gracias por tu atención

  6. Estimado Manuel,
    Muchísimas gracias por este artículo sobre Mónico Sánchez.

    Tenemos la suerte de tener en la Escuela Superior de Informática (ESI) de Ciudad Real a Juan Pablo Rozas, que nos va transmitiendo detalles de la vida del Sr. Sánchez. Hasta el punto que para nosotros -ESI – Mónico Sánchez es la referencia de lo que debe ser un emprendedor: trabajador, valiente y tenaz. Quisimos homenajear su memoria dedicando su nombre a la Sala de Coworking que tenemos en la ESI. Así muchos alumnos conocen «la Mónico» como un sitio de reunión para compartir ideas, y experiencias y tienen la oportunidad de poder contagiarse que el espíritu emprendedor encarnado por la figura – que preside la Sala- de este gran ingeniero.
    Nuevamente, le agradezco enormemente el artículo.
    Reciba un afectuoso saludo!

  7. Gracias a ti Ismael, pues una de las fuentes principales de este artículo ha sido el mismísimo Juan Pablo. Gracias por ti seguimiento

  8. Gracias, Manuel, por tu enorme interés por las cosas de tu pueblo y el mío. Personas como tú nos hacen mucha falta. Recordar a D. Mónico nunca es poco y tú lo haces magníficamente.

  9. Gracias a ti Francisco, es un honor ver tu comentario y que este artículo haya suscitado tanto interés entre nuestros paisanos, y descubrir a los que no lo son la importancia de un gran personaje como fue Mónico Sánchez. La pena es no haber podido completar este artículo con la asistencia a las demostraciones de Juan Pablo Rozas ha realizado con el aparato de Don Mónico. Aunque también la ayuda de él en este artículo está presente y sé a ciencia cierta que por el gran conocimiento que también demuestra en la E.S. de Informática está sembrando una importante semilla sobre la figura de nuestro gran paisaje. Un abrazo Francisco, y espero que siga siendo digno de tus halagos en mis artículos venideros (en los anteriores firmaba como Estanislao Z. Navas, por si les quieres echar un vistazo). Hasta pronto

  10. Hola majo,
    Resumen, resumen…pero me lo he leído todo el día que pusieron el programa de iker tb me lo vi y la verdad me parece un hombre muy innovador para el tiempoen que vivía, e inclusive ahora hay genios por ahí dejándose las neuronas y nosotros no los valoramos, se van al extranjero a trabajar.

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