«Los ladrones somos gente honrada», una versión excelente del mayor representante español del teatro del absurdo

Carlos Etxeba. Presidencia de Cultura de ARQUICMA.- El Grupo Teatral Epidauro ha tenido el acierto de reponer LOS LADRONES SOMOS GENTE HONRADA de Jardiel Poncela enestos días en los que no dejamos de admirarnos de la gran cantidad de ladrones de guante blanco que pululan en las filas de los políticos que hasta hoy se creía incorruptibles. Conviene recordar en esta ocasión lo que dijo Jardiel Poncela de los políticos: El que no se atreve a ser inteligente, se hace político.
epidauro
Noel Clarasól tampoco tuvo pelos en la lengua, cuando dijo: un hombre de estado es el que se pasa la mitad de su vida haciendo leyes y la otra mitad, ayudando a sus amigos a no cumplirlas.

Jardiel Poncela tuvo que convivir con la república y con el franquismo. Con la república le fue fatal. Como consecuencia de una falsa denuncia dio con sus huesos en la cárcel. La denuncia le acusaba de haber dado cobijo en su casa a un exministro que fue ejecutado varios meses después. Se comprobó que la denuncia era falsa y salió de la cárcel.

Les hechos hablan por sí solos. No hace falta efectuar intrincadas suposiciones para saber por qué tomó importantes determinaciones que marcarían después toda su existencia.

Decidió marcharse a Argentina. es decir, se exilió voluntariamente. Allí estuvo el tiempo mínimo para saber que la república se extinguía. Es decir, añoraba una España ordenada y sin sobresaltos y le faltó tiempo para volver a San Sebastián, donde las tropas de Franco acababan de conquistarla y se esperaba que pronto conquistarían toda la península.

Durante el franquismo consiguió imponerse como escritor de comedias porque a pesar de ser un excelente periodista, novelista y guionista cinematográfico no consiguió deslumbrar en este sentido. Como comediógrafo renovó el teatro español del absurdo aportando un nuevo humorismo que criticaba la sociedad de su tiempo.

Conquistó al público español que asistía fielmente a todas sus representaciones. A pesar de todo oficialmente para el franquismo siguió siendo un escritor incorrecto, achacándole de política, social y moralmente dudoso, cuando lo que él pretendía, era simplemente hacer reír, sin establecer pautas de comportamiento.

Obtuvo el premio nacional de teatro y consiguió formar su propia compañía de teatro, viajando por Hispanoamérica.

La sombra del franquismo pesaba fatídicamente sobre su cabeza. Fue en Uruguay donde la colonia exiliada de republicanos y público antifranquista reventó las representaciones de sus obras de teatro. Como consecuencia de ello se arruinó y su salud comenzó a fallar.
Murió a los 50 años de edad de un cáncer de laringe. Lo llamativo fue el epitafio que mandó poner en su tumba: SI BUSCÁIS LOS MÁXIMOS ELOGIOS, MORÍOS.

SOBRE LA ACTUACIÓN ACTORAL HAY QUE SEÑALAR QUE EL GRUPO TEATRAL EPIDAURO HA TENIDO UN GRAN ACIERTO AL ENCAJAR ESCÉNICAMENTE A LOS NUMEROSOS ACTORES QUE INTERVIENEN EN LA REPRESENTACIÓN. ES UNA ESPECIE DE ROMPECABEZAS CÓMICO QUE HA SABIDO SOLUCIONAR FAVORABLEMENTE.

Se ve claramente que el autor en aquel tiempo al representar sus comedias no tenía ninguna dificultad en diseñarlas con un número elevado de actores. En esta obra puso nada menos que veintidós actores, lo cual en la época actual representa un serio contratiempo actoral y económico para la mayoría de las compañías teatrales. Esta es la razón por la que EL GRUPO TEATRAL EPIDAURO ha tenido que prescindir de algunos actores. Lo curioso del caso es que en ese número está incluido nada menos que Castelar, el famoso tartamudo, creación fulgurante del teatro de Jardiel Poncela. En su lugar en esta nueva versión han situado a Gladys, creación de Gema Céspedes, una gran actriz muy experimentada que sabe sobrellevar la situación, confirmando la comicidad del conjunto de una manera excelente.
Hay que destacar que el autor para aumentar la hilaridad de la trama introduce en el segundo acto siete personajes nuevos desconocidos en el prólogo y en el primer acto, aunque en Epidauro no suponga esto ningún obstáculo representativo.

Marta Solís, en el papel de Herminia ha sabido dar toda la determinación y firmeza que requiere el personaje femenino más atractivo de la obra, utilizando los recursos sutiles de una ambigüedad convincente.

Daniel, representado por Jose Luis Lajara, ha ahondado favorablemente en los matices de una personalidad enamoradiza y contradictoria.

El pelirrojo, interpretado por Miguel Ángel Moraleda, ha sabido ocultar su pésimo pasado delincuente adaptándose con elegancia y firmeza.

El Tío, representado por José Sobrino ha sabido actuar como un auténtico delincuente en su porte y maneras. Siempre ha sido y será un activo importantísimo de interpretación en el grupo Epidauro, capaz de mantener elevada constantemente la acción teatral de todo el conjunto.

Germana, representada por Mª del Prado Solís logra convencer como una señora de la alta sociedad en su porte y maneras.

Los papeles primarios y secundarios como los criados en el teatro del absurdo ofrecen la singularidad de tener que adaptarse aquí a la alta sociedad en la que se incluyen.

Eulalia, representada por Maria de Gracia Gomez, ofrece adecuadamente un papel de llorona creíble que acrecienta el misterio de la acción con sus lágrimas.

Menéndez, interpretado por Juan José Osorio, sabe ocultar su identidad con maestría, una identidad clave para el desarrollo de la acción.

Felipe, interpretado por Castor Horneros sabe hacer vislumbrar un personaje dudoso en la comedia.
Monchita, interpretado por Anais Arcediano incrementa la comicidad de la obra con un canto desbaratado.

Marifé, interpretado por Natalia Sobrino, aquilata con naturalidad su personaje en el conjunto.

Ríos, interpretado por Juan Luis Zamora, convence y contrasta con su actuación interpretativa.

Hay que destacar que el autor para aumentar la hilaridad de la trama introduce en el segundo acto siete personajes nuevos desconocidos en el prólogo y en el primer acto.

Todos los personajes resultantes de la trama pasan por el escenario complicando más el nudo argumental.

El escenario se convierte en un entramado de diferentes puertas situadas estratégicamente, donde se sitúan personajes insospechados,situaciónes solucionada aquí en esta versión con una nueva escenografía moderna convincente.

Laredo. interpretado por Juan Vicente Gavilán cumple adecuadamente su interpretación comprometida.
Lucía, interpretada por Mª Esther León cumple con su cometido actoral, culminando la labor perfeccionista del conjunto.

El Grupo de Teatro Epidauro tiene un plantel de actores muy adiestrados, como es el caso de Ilea Sobrino, Diego Rodriguez, Mª Esther León, María Martinez, Victor Donoso, y Amparo Visiedo los cuales en sus respectivos papeles cumplen adecuadamente una actuación esmerada.

El resultado es una versión excelente del Grupo de Teatro Epidauro del mayor representante español del teatro del absurdo.

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