“Nadie puede imaginar La Mancha ni España sin la mirada de Cervantes”, destacó ayer Julio Llamazares durante la mesa redonda que protagonizó junto a los escritores Sergio del Molino y Ernesto Pérez Zúñiga, en Alcázar de San Juan , en el marco de los ‘Encuentros con Cervantes’, organizados por la Diputación de Ciudad Real. Una mesa redonda que, bajo el simbólico título ‘La lluvia vacía’, fue presentada y moderada por el también escritor y periodista Juan Cruz.
Y es que, para Llamazares,“un paisaje no existe hasta que un escritor lo inventa o un pintor lo pinta”, de modo que al igual que Soria es inseparable de la mirada de Machado, dijo, o la Provenza francesa de la mirada de Van Gogh, “La Mancha no existiría sin Cervantes”. De tal modo, apuntó, cómo la grandeza de Cervantes, aparte de ser el creador de la novela moderna con la incorporación de la metaliteratura, monólogo interno, etc. estriba en la invención del paisaje a través de los personajes que habitan la novela y sus diálogos.
En este sentido, se expresó el también periodista Sergio del Molino, autor de La España vacía, quien destacó que lo que sorprende del Quijote es que sea capaz de condicionar la mirada sobre La Mancha sin ser descriptivo y cómo “la construcción imaginaria acaba condicionando el territorio real”.
Asimismo, Llamazares puntualizó cómo la mirada de Cervantes se asienta en esa España vacía, “una España abandonada frente a la otra España que, no sólo no es consciente, sino que la desprecia”, señaló, y para quien “nuestro país siempre ha tenido un complejo con su historia, geografía y eso ya está recogido en El Quijote al dar voz a aquellos que no la tienen, a los marginados, a los que acuden a las ventas buscándose la vida.”
Sin embargo, para Ernesto Pérez Zúñiga “La Mancha es un lugar vacío en apariencia” porque, como en la propia novela, señaló, está lleno de encuentros en las ventas donde se van cruzando personajes reales y ficticios, la realidad y la fantasía, y en definitiva “lo aprendido y lo soñado”. Y es que para el poeta y escritor Cervantes era “un absoluto aventurero de la vida”y lo que hace en sus obras, al fin y al cabo,dijo, “es plasmar su propia trayectoria vital y experiencia”. En este sentido, Llamazares aludió a los viajes como propia metáfora dela vida, subrayando cómo “todos los libros fundacionales de toda la literatura son libros de viaje”, aunque puntualizó que lo importante no es el destino, sino el camino,para concluir que “la literatura es la memoria histórica de un país, lo que queda del paso del tiempo contado a través de sus personajes».
