El caso de la estatua desaparecida (3)

Un relato de Manuel Valero.- ¡El que faltaba!- dijo Gilow neutralizando el aparato con la mano derecha para evitar ser oído.

-Nada de particular. Amigo Sisón-contestó- si exceptuamos que, efectivamente, anoche había una estatua en la Plaza y ahora ya no hay una estatua en la Plaza…

-Eso ya lo sé, Gilow, y es precisamente por eso que te llamo, Pero… ¿cómo, quién, por qué?

estatua-quijote-Ah, ¿que no lo sabes? Pues fíjate, por un momento creí que me ibas a resolver el acertijo.

El alcalde levantó la voz pero la reprimió para no llegar al grito. Con los dientes apretados los carrillos se le plegaron como una cortina de pueblo. Su interlocutor no se arredró y también tiró de volumen en un tono de recriminación.

-¡Pero tú eres el alcalde!

-¿Qué quieres decir, exactamente?

Carnation y la señorita Red seguian la conversación con interés.

-¿Que qué quiero decir exactamente? Pues que como alcalde tienes la obligación de encontrar la estatua y a los maleantes que la han robado. Y cuanto antes, y … Oh, por la Musa de la Generosa Subvención… -Sisón pasó del grito al sollozo- ¡Cómo voy a presidir una asociación que lleva el nombre del Higaldo y significa tanto para nosotros…

-Bueno, basta de lloriqueos.

Francis Gillow espachurró el cigarro contra el cenicero, luego se desanudó el nudo de la corbata, se desabrochó los botones del cuello .

– ¡Cómo voy a presidir una asociación que lleva el nombre del Higaldo y significa tanto para nosotros…- siguió gimoteando el prócer de la oficiosa cultura…

-Que yo sepa no es la Asociación del Ingenioso Bimilenario la propietaria de la estatua. Así que cálmate que todos estamos un poco huérfanos

-Encuéntrala, Gilow, por lo que más quieras. Y antes del jueves. Hemos organizado un acto cultural en la Plaza ante los pies del Genio y Figura por Antonomasia y hemos invitado al embajador japonés.

-¿Al embajador japonés?

-Tiene…, tiene mucho interés con todo lo relacionado con la cultura cervantina y nos había prometido una jugosa subvención, una viaje pagado a Tokio a nosotros y al Grupo Mozalbertini y montar un distribuidor de suchi cuando se termine el Aeropuerto. ¡Sería terrible suspender el acto porque han robado la estatua!

Al alcalde Gillow se le acabó la paciencia.

-Mira, Carlitos Sisón, ¿adivinas a dónde puedes irte tú, tu asociación, el grupo Mozalbertini y el samurái ése?

Gillow colgó el teléfono con brusquedad. Carnation y la señorita Red que estaban inclinados hacia él, recobraron temerosos la verticalidad.

-Valiente cretino. Sólo porque me acompañó a un mitin se cree con derechos- Se lamentó derrotado en el sillón bajo la atenta mirada de sus compañeros críticos de crisis.

-Un matiz, Gillow –dijo la señorita Red

-Puede que la Asociación Cultural Alternativa Rinconete, Cortadillo, Vidriera y la Compaña esté ahora mismo brindando con cerveza. En más de una ocasión me dijeron que están hasta … ahí, de Don Quijote y que Cervantes escribió más cosas…

-¿Que estarán brindando esos anarquistas antisistema? ¿Y con cerveza? ¿En La Mancha? Virgen del Prado, socórreme…

En ese momento entró en su despacho el segundo del alcalde, Luis Housman. Pasó en silencio, se fue acercando lentamente hasta la mesa de crisis y se sentó serio y circunspecto, si un gesto, grave, académico, ceremonioso y calmo como un cardenal. Cuando se hubo sentado, puso las palmas de la mano sobre la mesa como un virrey de provincias y dijo:

-Tiene cojones lo de la estatua.

(Continuará)


Puedes leer la primera parte, en este enlace.

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