Velo morado

joseRivero2Hay quien mantiene que escribir de lo que se repite, con precisa circularidad y con meridiana exactitud, es más complejo, difícil y aventurado que escribir de lo que acontece esporádicamente.
La sorpresa como intuición creadora y la repetición como paralización y suspenso de la intuición, operan justamente al revés.

Y la paradoja no esconde ninguna inexactitud.

Ni ninguna imprecisión.

Todo ello es pura certeza. Pura certidumbre.

Expresa la certeza de la autenticidad advenediza de lo insólito y la previsibilidad cargante de lo ya conocido.
Ss Peter and Paul Cork

Y todo ello al margen de la sentimentalidad onomástica que retorna a la cultura, como tantas cosas concuerdan ahora en la naturaleza.

Aunque, pese a todo, estemos insertos en un aura cultural que elude la repetición como argumento, y sólo busca el placer de lo novedoso, la excitación de lo nuevo.

Lo novedoso como novelesco y aún como novelero.

Sin construir ello un sólo argumento narrativo.

IMG_3414Todos los años y todos los calendarios de todas las creencias, están recorridos por estos precipicios esperados e inquietos, de la repetición de diversas celebraciones.

Pura ritualidad del círculo, pura circularidad del rito.

SS1927Celebraciones que asemejan la apertura de un viejo y ahumado armario (¿almario?) olvidado y clausurado todo el año, y sólo abierto en ocasiones solemnes y tenidas por definitivas.

Ocasiones en las que los olores guardados en ese armario, y ya desconocidos aromas viejos, vuelven a reconocerse.

Y se esparcen por la sala y aventan los recuerdos aromatizados.

O así lo creemos.

Justo ahora, estamos en una de esas repeticiones extraordinarias del calendario: la Semana de Pasión, la Semana Santa.

Que ahora se viste y se diseña como ‘un periodo vacacional más del año laboral’.

Que ahora se viste y se promociona como una sola meta turística.

Para hacernos ver la importancia del calendario religioso  en nuestras vidas laborales o no, religiosas o no.

Para hacernos ver la importancia del calendario religioso, incluso en nuestras memorias perdidas.

Unos acontecimientos de estirpe religiosa que se han asentado en nuestras vidas, para construir una cronología tan exacta, como minuciosamente relatada por toda la literatura evangélica y por toda la sentimentalidad creyente.

Unos acontecimientos jalonados hasta en sus prolegómenos y preparativos: El Adviento para la Natividad, la Cuaresma para la Semana Pasional.view

Acontecimientos que se adensan memorialmente en olores, músicas y colores.

Antes el Rojo comercial de la Navidad, ahora el Morado cuaresmal de los velos que cubrían las imágenes petrificadas en templos e iglesias.

En un raro colapso visual de pudorosos velos morados, dispuestos sobre retablos, hornacinas, camarines y sagrados nichos.

Velos que ocultaban y expresaban cierta iconoclastia imposible.

Imposible en la era de la imagen. Y por ello su extinción.

Velos que hablan de un pasado. Y por eso su desaparición.

Velos suspendidos que dificultaban la contemplación previa de lo que acabará emergiendo después, en una súbita proliferación de imágenes en procesión, en desfile y en Estación de Penitencia.

Un Velo morado que tapando todo la iconografía pasionaria y religiosa, producía un efecto posterior de dilatación y acumulación de lo ocultado.10-18-2008_036

Inundando las horas de lo anteriormente velado.

Ahora, desaparecido el ritual de ocultaciones, son otros los velos y son otra las veladuras moradas.

Aún a costa de hacer desaparecer a sus nuevos promotores.

José Rivero
Divagario

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7 COMENTARIOS

  1. Lo real es permanente y circular.

    El ritual de las certezas serena muchas almas.

    Y las torrijas también contribuyen a la serenidad, está vez del estómago.

    Sin certezas, el morado es solo efecto del trompazo.

    Me embriagan las certezas a las que está ciudad se entrega.

    En paz y tranquilo, observador y al tanto de lo que pasa en el mundo, vive el castellano en su plácida existencia.

  2. Es interesante el tema de los colores litúrgicos de la Semana Santa.
    El color morado desde el Miércoles de Ceniza hasta el Miércoles Santo, con su significado de ayuno, oración, arrepentimiento y penitencia.
    El color blanco para la misa del Jueves Santo por la mañana como símbolo de la importancia de la comunión de los sacerdotes con el Obispo.
    El color rojo para el Viernes Santo, en señal de martirio y sobriedad.
    Y vuelta al color blanco el Sábado Santo, que denota fiesta, alegría, luz y agua. Éste también puede ser sustituido por el color dorado.
    Una vez hecho este breve recorrido por los colores de la Semana Santa, es importante detenerse en los otros «velos» a los que no se refiere el artículo: el «velo» de la mujer cristiana y el «velo» islámico.
    La obligatoriedad de llevar el «velo» cristiano fue eliminada en el nuevo Código de Ley promulgado el 25 de enero de 1983.
    Por otro lado, respecto al «velo» islámico, el Capítulo 2, Versículo 256 del Corán indica que «no cabe la coacción en religión».
    Cabe concluir que, tanto uno como otro, se trata de un acto voluntario acorde con una decisión hecha en libertad.
    El problema aparece cuando la religión y el Estado se confunden…

    • El problema sólo habita en la cabeza de alguien que como usted tiene el cuajo de, en el año 2017, comparar el trato que a la mujer da Cristianismo e Islamismo. Lo mismo se puede decir de la separación Iglesia-Estado en los países de cultura cristiana: igualitos que los países de raíces y cultura musulmana. Y velos no, pero velas hay que poner miles por los cristianos masacrados en Egipto o Iraq, por ejemplo. Dígame, Sr. Charles, ¿cuál fue el último terrorista cristiano suicida, el de París o el de Londres? Se le ve muy iraní, Sr. Charles…

      Y a nadie se le obliga, por cierto, a soportar «Celebraciones que asemejan la apertura de un viejo y ahumado armario».

        • No hay más que darse una vuelta por Riad o Teherán para certificar la no obligatoriedad de que las mujeres musulmanas lleven velo. Unos sunníes, otros chiíes, todos iguales. Tampoco celebran la Semana Santa, esa “Celebración que asemeja la apertura de un viejo y ahumado armario”. Como si el sacrificio de cristianos por su fe no se asemejara al sacrificio de Cristo hace dos mil años. Costumbres muy vivas algunas. Y no olvidemos que, cuando los terroristas musulmanes nos matan, nos matan por ser cristianos.

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