Mujeres de nadie

María José Alfonsea.- La educación es la puerta a una sociedad más justa, más libre y, sobre todo, más igualitaria. Quienes nos dedicamos al mundo de la enseñanza tratamos de inculcar a nuestros alumnos una serie de valores que los ayuden a entender que tienen que seguir trabajando por construir un mundo mejor.
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Nos esforzamos día a día por hacerles comprender que, a pesar de lo luchado hasta ahora, ellos aún tienen una larga tarea por delante para conseguir una quimera que, por desgracia, las mujeres de mi generación no hemos disfrutado. Estos últimos días me han servido para comprobar en mi propia piel que el camino que nos queda por recorrer para alcanzar una sociedad igualitaria está aún más lejos de lo que yo creía. Y lo que es aún peor, me hace temer que mis hijas tampoco conocerán esa sociedad por la que lucho y educo.

Cuando nos planteamos el por qué de la conmemoración de días tales como el de la Mujer o el de Erradicación de la Violencia de Género, no es raro encontrar argumentos de personas que se preguntan por qué continúan celebrándose ese tipo de eventos ahora que legalmente ya hemos conseguido conquistar las grandes proezas reclamadas por el movimiento feminista durante décadas. En efecto, en países como el nuestro hemos conseguido grandes cuotas de igualdad legal gracias a décadas de lucha. A través de un progresivo cambio social también hemos logrado que las letras de las leyes y decretos sobre igualdad hayan llegado hasta las calles y cada día seamos más conscientes de que no solo duelen las bofetadas y los insultos. Gracias a ese cambio cada día somos más los que consideramos que un piropo de un desconocido también es una forma de violencia, de discriminación y de humillación contra la mujer.

Durante estos últimos días he tenido que enfrentar en mi propia piel una de esos comentarios que se consideran como “micromachismos” -esos que están en nuestro día a día y que es complicado erradicar-, que en realidad no son más que una muestra de que hay una parte de la sociedad que continúa pensando que la mujer es un simple objeto. Han sido cuatro palabras dirigidas personalmente a mí, las que me han denigrado como mujer y me han entristecido profundamente como educadora. “Ser la mujer de”. Un total de doce letras cuya meta es empequeñecer mi carrera profesional para convertirme en un simple florero, en definitiva, en la posesión de alguien. Una frase que busca obviar que llevo dedicados a la enseñanza más de veinticinco años de mi vida, que quiere ensombrecer mi labor como docente y como responsable de un centro educativo público que tengo la suerte y el honor de dirigir junto a un grupo de profesionales responsables.

El fin no justifica los medios. Por muy lícita que pueda llegar a ser una causa o una lucha. Es por ello por lo que considero que el comentario dirigido expresamente hacia mí por parte del AMPA del Colegio concertado Trilema de Villanueva de los Infantes en un comunicado merece una rectificación. Porque considero que se ha dañado mi honor y mi imagen y se ha despreciado mi trabajo, dedicación y labor profesional para relegarme al papel de “mujer de”. Solicito a dicha AMPA que corrija sus formas y no ataque mi dignidad como docente y como mujer que lucha por conseguir un mundo igualitario en el que no seamos juzgadas por nuestros lazos matrimoniales, sino por nuestra valía profesional.

Esta vez ha sido mi dignidad la que se ha visto ultrajada, pero si continuamos consintiendo y callando ante comentarios como el que ustedes han utilizado para dirigirse a mí, es bastante probable que dentro de unos años sean sus propias hijas las que sientan la rabia que hoy siento yo por ver cómo se infravalora su profesionalidad.

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2 COMENTARIOS

  1. Todos creemos que cada generación es más moderna, igualitaria y tolerante que la anterior. No estamos equivocados y así ha sucedido desde los revolucionarios años 70.
    Pero esta tendencia ha sufrido un retroceso inesperado. Los jóvenes nacidos entre 1982 y 2000, han dado un paso atrás en su visión de la igualdad entre el hombre y la mujer dentro de la familia.
    Nacidos en la abundancia, se han dado de bruces con la crisi económica y la revolución digital.
    El 58% de ellos prefiere un hogar en el que el hombre sea la principal fuente de ingresos y la mujer se ocupe de la casa. En 1994, este porcentaje era sólo del 42%.
    Pero tiene una explicación. Los jóvenes que hoy tienen entre 18 y 30 años, han sido testigos de los problemas de sus padres para llegar a fin de mes y para conciliar la vida familiar y laboral.
    Este es el principal motivo de este cambio de tendencia.
    Ellos han reflejado con esta vuelta a la idea del matrimonio tradicional las tensiones sufridas para mantener la igualdad en la pareja en el actual clima político y económico.
    Aunque las leyes son imprescindibles, existen obstáculos que impiden que exista una igualdad real.
    Por ello es necesaria la aplicación de una serie de políticas y medidas que compensen las situaciones de desigualdad que se dan….

    • Lamentablemente, aún persisten en nuestro país las enseñanzas de la formación político-social de la Sección Femenina.
      De aquellos polvos es bien seguro que provienen los lodos de eso que llamamos hoy ‘violencia de género’ o ‘maltratos’.
      En casi todos ellos, la Sección Femenina aparece como triste protagonista.
      Las mujeres ya han recorrido un pequeño tramo del largo camino para construir la igualdad política, social, económica y cultural con los hombres.
      Aunque queda mucho trabajo por hacer y este es un camino de TOD@S…..

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