Encadenados al silencio

Al despuntar la mañana finalizaba en la Iglesia de San Pedro la estación de penitencia de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora del Mayor Dolor. La procesión, en silencio, roto solo por el redoble de tambores y el metálico roce de las cadenas sobre el asfalto, daba comienzo a las tres de la madrugada desde el mismo templo.

Jueves Santo - Silencio - 1La túnica que visten los hermanos es de paño negro, con capucha baja y terminada en pico por la espalda que llega a la cintura mientras que por delante es redonda. En la parte delantera el capillo lleva la cruz de Jerusalén, escudo de la Hermandad. La túnica tiene botonadura blanca y se ciñe con un cíngulo doble de pita. Los hermanos portan hachones de madera y llevan guantes, calcetas blancas y sandalias negras.

Dos pasos
José María Rausell Montañana y Francisco Lloréns Ferrer son los autores del Santísimo Cristo de la Buena Muerte (1947) y de la Virgen del Mayor Dolor (1944). Tanto el Cristo como la Virgen procesionan sobre tronos de estilo barroco dorados en pan de oro, de la carpintería de Francisco Hurtado. Ambos pasos son llevados por cuarenta portadores a un hombro, aunque al llevar varales telescópicos puede aumentar el número de esto.

Historia
Fue creada en 1942 por un grupo de jóvenes pertenecientes a Acción Católica y que tras la Guerra Civil, habiendo participado en ambos bandos, salvaron la vida e inspirados en el espíritu franciscano de paz y bien, fundaron la Hermandad dedicada a la oración, la penitencia y el silencio. Desde su fundación su fundamento es salir a la calle como testimonio de fe y penitencia rezando el vía crucis.

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16 COMENTARIOS

  1. En la Semana Santa conviene recordar que celebramos la pasión, muerte y sobre toda la resurrección de un rebelde que lo compartía todo y que se rodeaba de gente de mal vivir, de esa gente a la que un padre normal no aconsejaría jamás acercarse. Un tipo que a veces sacaba el mal genio e incluso el látigo porque le dolía que se mercantilizase el templo y que los mercaderes precapitalistas lo convirtiesen en “una casa de ladrones”.

    Por todo esto es necesario pensar qué haría ahora con una iglesia más cerca del poder y del dinero que del pueblo. Era un carpintero sencillo de Galilea en la Palestina del siglo I que anunció un mundo nuevo, sin ambiciones, sin discriminaciones, sin violencia, sin armas, sin guerras, sin hambre y que llamó a construir una sociedad igualitaria, justa, solidaria y fraterna. Alguien que solo vivía para aliviar el sufrimiento humano.

    Las cosas que Jesús decía despertaron tanto entusiasmo entre la gente pobre y marginada como pánico entre los poderosos y las autoridades religiosas y políticas que, no en vano, lo veían como peligroso para sus intereses.

    Y por eso, este que ahora sería tildado de antisistema acabó como acabó, ajusticiado en una cruz, instrumento de tortura frecuente en esa época para castigar delitos de orden político.

    Contra todo prosnostico materialista algo me dice que en estos días no recordamos a un perdedor y que Jesús de Nazaret no se rindió ni después de ser asesinado. Por eso, muchas y muchos creemos que hay suficientes alimentos para que nadie pase hambre, que hay viviendas de sobra para que a nadie le falte techo y que sobran recursos para educación y sanidad si dejamos de destinar ingentes esfuerzos a proveernos de armamento para matarnos unos a otros, Jesús no necesitaba ni necesita de grandes boatos procesionales «el que quiera ser el primero de entre vosotros que sirva de los demás» les dijo a sus apóstoles tras de lavarles los pies a todos ellos.

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