Por un programa patriótico y republicano de izquierdas (III)

David Alcázar. secretario político local del Partido Comunista de España en Ciudad Real.- 3. España: la revolución democrática truncada: En España podemos ver como de forma progresiva el estado burgués se está volviendo más reaccionario y represivo.
opinion
Bien es cierto que aparentemente no existe una extrema derecha que pueda obtener buenos resultados electorales como sucede en otros países europeos, pero esto es una ilusión y dice mucho de nuestro país, y no precisamente algo positivo… Los partidos que representan los intereses de la oligarquía española, como son Ciudadanos, el PSOE o el PP, aglutinan la mayor parte de los sectores sociales representantes del “franquismo sociológico” que persiste en la democracia liberal parlamentaria, además de a la extrema derecha española. Es solo una cuestión de tiempo que la extrema derecha, que hasta ahora estaba aglutinada por el Partido Popular (los partidos ultraderechistas solo agrupaban a grupúsculos fascistas), se constituya en partido político único (o se infiltre como de forma clásica ha hecho en el partido mayoritario de derechas liberal).

La “tragedia española” consiste en la ausencia crónica de una revolución democrática, y esto se traduce en un país no soberano que sigue siendo dirigido por oligarcas, terratenientes, banqueros, clero, militares reaccionarios y demás vende patrias. Por desgracia, el pueblo español continúa siendo explotado y pisoteado por los mismos de siempre… No obstante, esto no fue siempre así, durante la guerra civil (en la zona republicana) se construyó una España alternativa, popular y federal, que plantó cara al fascismo, defendió la democracia con mayúsculas y luchó por la independencia nacional (contra invasores italianos, portugueses y alemanes que salvaron el culo a Franco en numerosas ocasiones). Las fuerzas populares que ganaran en las elecciones de febrero de 1936, aglutinadas en el Frente Popular, ni mucho menos se trataban de peligrosos bolcheviques como los reaccionarios las pintaban, sino que constituían un frente democrático amplio que buscaba transformar España en una verdadera democracia y no en una ficción de la misma. Y el pueblo español así lo comprendió, y si no hubiera sido así, no se entendería el fracaso del golpe de Estado fascista, abortado gracias a la acción popular (que no al gobierno republicano el cual mantuvo posiciones vacilantes que objetivamente beneficiaron a los golpistas).

Pero, como sucedió en anteriores momentos en la historia de España, la oligarquía financiera, la patronal y los grandes monopolios, la Iglesia Católica, los grandes terratenientes y los militares más reaccionarios, que fueron los principales promotores del golpe de estado, no solo sumieron al pueblo español en una guerra sino que lo sometieron a una dictadura criminal durante cuarenta años que devolvió al país de nuevo al oscurantismo. Sin embargo, hombres y mujeres del pueblo no se rindieron y continuaron luchando heroicamente por esa República española de Nuevo Tipo, popular y federal, sin oligarcas y verdaderamente democrática.

La “modélica” transición a la democracia, no supuso tampoco una ruptura con el régimen fascista anterior, solo un cambio de chaqueta por parte de aquellos fascistas y burgueses que se habían enriquecido con el saqueo del país y con la explotación del pueblo español tras la guerra civil. Es más, dichos sectores que acumularon capital después del conflicto bélico lo hicieron a base de trabajo esclavo (de miles y miles de presos políticos), a través el mercado negro (a costa de que el pueblo se muriera de hambre), gracias a la expropiación a represaliados (cuando no robo directamente) y mediante las más diversas formas de corrupción endémica al régimen franquista (herencia que a día de hoy todavía sufrimos); son los mismos que siguen actualmente expoliando a nuestro país, explotando a los trabajadores y trabajadoras, empobreciendo a las capas medias, recortando derechos democráticos y laborales al pueblo, expoliando el erario público, entregando la soberanía popular a las grandes empresas, permitiendo la ocupación militar del país por potencias extranjeras, etc.

Más bien, la “modélica transición” se trató de una oportunidad desaprovechada, de una vil traición a España. En nuestro país no tuvo lugar una verdadera revolución democrática tras la dictadura, y se debió fundamentalmente a que la “izquierda”, que se suponía que debía ser la vanguardia de la ruptura con el régimen fascista del general Franco, decidió pactar con la oligarquía y los sectores franquistas reformistas (travestidos en ese momento como demócratas luchadores por la libertad) a pesar de que la correlación de fuerzas era favorable al pueblo y a la clase obrera. La situación de la dictadura era tan crítica a comienzos de la década de los setenta que los sectores más reaccionarios fueron perdiendo influencia ante el empuje de los sectores franquistas reformistas que con visión de futuro se dieron cuenta de que el régimen no iba a sobrevivir, de ahí que plantearan la necesidad de cambiarlo todo para que no cambiara nada: solo quedaba instaurar una democracia profundamente limitada que no diera cabida a una ruptura que pusiera en peligro la situación de privilegio de la oligarquía española.

Fue así como la oligarquía española, enriquecida y fortalecida gracias a los cuarenta años de represión que le ofreció el fascismo, trazó su plan de transición a una democracia pero “de orden” como la llamaban ellos mismos. Vamos, una farsa de democracia en la que los que siempre habían ostentado el poder y gobernaban lo siguieran haciendo aunque ahora con mecanismos “democráticos”. Para ello era indispensable tergiversar el pasado republicano de resistencia antifascista y democrática, así como ocultar los crímenes de los vencedores y conseguir que éstos salieran impunes (la tristemente célebre Ley de Amnistía es un buen ejemplo).

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4 COMENTARIOS

  1. En España, la derecha en el poder se ha apropiado del concepto del ‘reformismo’ para desvirtuarlo.
    Para el Gobierno del Partido Popular, ‘reformar’ significa desmantelar el Estado del Bienestar, arrojar a amplias capas sociales a la desesperación y menoscabar derechos fundamentales como el de expresión o manifestación.
    Si los socialistas de 1982 tuvieron que transformar una España gris tardofranquista e injusta en un Estado moderno dentro de una Europa que ha hecho mucho por este país como éste por la Unión, y si los socialistas en 2004 tuvieron que empeñarse a favor de los derechos de ciudadanos y ciudadanas que no los disfrutaban, los socialistas de ahora están emprendiendo cambios estructurales de gran envergadura, buscando apoyos, negociando, cediendo, haciendo política en el más digno y honorable sentido del término.
    Eso es, en fin, el reformismo progresista, de profundo calado y que no puede quedarse en lo epidérmico.
    Los socialistas están a la altura, ejemplos tienen en su historia lejana y reciente. Eso pesa, pero también estimula.
    Las revoluciones casi nunca son buenas…..

    • El PSOE es el aliado del PP, es que el que mantiene al PP en la Moncloa ahora mismo, el PSOE es el partido culpable de que continúen en vigor los acuerdos con la Santa Sede y de que existan los colegios concertados en detrimento de un sistema público universal como en el resto de Europa.

      El PSOE y la gente que lo ha venido apoyando en las últimas décadas, es la garantía de las políticas más reaccionarias y de «reformas» que dan una de cal y dos de arena.

      En pocos países de Europa se puede encontrar a personas afines a un partido socialista que digan abiertamente «las revoluciones casi nunca son buenas» mostrando ese miedo, ese timoratismo reaccionario tan característico del partido llamado socialista más de derechas de Europa occidental.

      • Las revoluciones empiezan con las mejores intenciones pero, en la inmensa mayoría de los casos, los resultados han sido diametralmente opuestos a esas buenas pretensiones……

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