Valero bifronte

José Rivero

Soñó que su mano delineaba caligráficamente el origen minero de Pueblo y su progreso y los años de la destilación…(El esplendor y la ira página 575)Hay quien ante la denominación de este texto sobre Manuel Valero, denominado como Valero bifronte, se preguntará si no debería haberse llamado mejor como Valero tetrafronte. Toda vez que ante el último trabajo de Manuel Valero El esplendor y la ira, se cierra un extenso ciclo sobre el Puertollano que le vio nacer en 1954, y que en su elaboración y escritura se remonta a unos orígenes en torno a 1852. Ciclo novelístico que se iniciara en 1999 con Balneario, proseguiría en 2002 con La tierra negra, avanzaría en 2006 con Ultramar y que cierra ahora, en 2018, con la obra citada. Ciclo memorial que supone un esfuerzo inmenso por darle forma literaria a la memoria de su ciudad, que muta de Puertollano a Pueblo, a través de su propia escritura y de sus propios testimonios. Un “Pueblo que no es el Poblado”, y que no es enteramente Puertollano. Esfuerzo que no se sí será agradecido por parte de sus paisanos, pero que, obviamente, deberá de ser reconocido como un empeño singular con pocos precedentes.

IMG_0353Una voluntad de memoria literaria como sólo ha desplegado episódicamente, Francisco Correal, y una estilización de la historia estructurada en cuatro obras, como hiciera García Pavón en su memorable artículo Puertollano ciudad mestiza de 1955, donde contraponía cuatro estampas argumentales a los tres iconos de Puertollano introducidos por Víctor De la Serna (Peñarroya, Calvo Sotelo y Puertollano propiamente dicho) en su trabajo Por tierras de La Mancha. Reportajes de viajes por España. Pavón establecía, de su mano y de su olfato, cuatro edades posibles sobre Puertollano: la de Espiga, la del Agua, la de Carbón y la de la Pizarra bituminosa. Estructura cuaternaria pavoniana visible en paralelo con la tetralogía de Valero sobre Puertollano camuflado como Pueblo. Incluso de las aguas y del carbón, ha tomado Valero argumentos para sus libros de 1999 y 2002. De igual forma que algunos ecos de Los nacionales de García Pavón escrito en 1977, como el viento leve de marzo de 1939 en el Tomelloso final, soplan en algunos cuadros sueltos del valeriano Pueblo a punto del final guerrero y memorial de victoria de 1939. Cuando los nacionales avanzan por El Valle, desde Pozoblanco y Castuera al centro minero de Pueblo, desde la Estrella del sur a la Cruz del norte. Y se disponen prestos al ajuste de cuentas con el pasado destrozado.

IMG_0355El carácter aludido de su escritura bifronte, podría ser enunciado desde su apostura periodística hasta sus hechuras novelísticas, de lo que ya escribí en estas páginas de Miciudadreal, hace justamente tres años, bajo el título de Literatura y periodismo. Sin olvidar otros registros diversos que caminan desde el talante experimental a la vena poética, incluso en esa cuna de ensayos del folletón vertido desde 2013 en Miciudadreal, marcan las líneas de las escrituras valerianas. Carácter de su escritura bifronte que vendría además dictado por la particular singladura formulada en estos más de veinte años, dedicados a la construcción y fabulación de ese imaginario literario de Pueblo y el Valle.

Enclaves centrales del bloque narrativo valeriano durante los ciento veinticinco años que transcurren entre la llegada de Narváez a la casa de Baños y la muerte de Franco; donde las sagas familiares de los Montero, Infantes, Borrás y Albaniego trenzan un tiempo y definen un espacio cabal. Relato cuajado de hechuras realísticas que no eluden la incorporación de lo fantasmal y mágico en la figura ¿sobrenatural o hiperrealística? de La Arcángela. Figura de peso en el relato, mitad icono local, mitad fábula alegórica que planea sobre las vicisitudes de Pueblo y traza lecturas y adivinanzas.  Proceso histórico-literario el referido que demanda unos recursos estilísticos concretos y perfilados, bien diferentes de los desplegados en otras escrituras, que han coexistido con la fundamentación y ensamblaje del orden literario de Pueblo. Me refiero, particularmente, a la vía poética de Veinte poemas desesperados y una  canción emocionada (2013) y al ejercicio más experimental de Carla y el señor Erruz (2015) como novela doble o como ejercicio de escrituras sucesivas  desplazadas.

Frente a estas posiciones estilísticas más libres, el despliegue formal del ciclo narrativo de Pueblo, se ahorma en el modelo canónico de los Episodios nacionales de Pérez Galdós, al cual se remite Valero en sus declaraciones y reflexiones. Así si en la pieza inaugural Balneario, estamos en presencia de un asunto netamente novelesco del Puertollano de mediados del XIX, el avance de la escritura del proyecto literario de Pueblo dotará de ecos de crónica urbana y social al devenir del siglo XX. Crónica, Saga, Friso o Retablo para comprender el apareamiento de dos voluntades precisas: la de describir y la de inventar. La de la crónica histórica y la de la escritura misma.

Por ello Gómez Porro, en sus respectivos trabajos (A cielo abierto, 2002, y La tierra iluminada. Un diccionario literario de CLM, 2003) hablaba de Manuel Valero como narrador galdosiano y de sólida formación. También barojiano, podríamos decir, siguiendo la estela de la Lucha por la vida. Siendo estos dos autores los modelos narrativos visibles que se acomodan al asunto tratado, a los que el propio autor suma la lejanía rusa de Tolstoi.  De igual forma que  en Entre las balas (2010), que se sitúa en la guerra civil y en la inmediata posguerra, el modelo narrativo bebe tanto de Malraux, como de Hemingway, Max Aub o Arturo Barea. Y esta peculiar preocupación por la Guerra Civil, constatable en el gran espacio dedicado a sólo tres años del proceso, que ocupan 110 páginas del libro, nos trasladaría a otros tratamientos literarios de autores más próximos como Mendoza o Cercas que no renuncian a quites literarios en el fondo de una historia documentada crónica. Aquel con la presencia de José Antonio Primo de Rivera en Riña de gatos, que aquí comparece en francachela con David Montero en cafés madrileños, para organizar la pronta aparición de Falange Española en Pueblo;  y éste con el fantasmal Sánchez Mazas falsamente fusilado en Soldados de Salamina y aquí el fusilamiento cierto y a bocajarro del Indiano Montero por mano de Chinato, un peculiar minero de brega y empuje.

La-novela-se-presenta-el-primer-día-de-la-Feria-del-Libro-será-en-el-Museo-Municipal-949x712Esa proceso de la escritura bifronte, es incluso advertido por Manuel Juliá en su lejana recensión de Balneario, en el texto Médico de su fábula (2000), aunque referida la dualidad a características propias de la primera entrega del proyecto narrativo y el desempeño habitual de Valero en su profesión periodística. Donde indaga entre “el Valero columnista y el Valero novelista… que aspira a fundir lo caduco con lo permanente”. Dualidad de escrituras entre el periodismo y la novela, que se prolongan en la dualidad de personajes entre Luisito y Mestre. Como aquí comparecen, igualmente, los dos modelos de escritor en ciernes y formación y que prefiguran el cometido posterior de Manuel Valero en un viaje de la memoria a la escritura. Tanto Gregorio Luján Montero como Samuel Infantes, personajes o sombras personales, aspiran a la escritura de la crónica civil y familiar de las sagas a las que pertenecen y que quieren hacernos ver como sujetos literarios que ocupan el espacio de una novela. Sin ser ellos la voz narradora.

Finalmente, y en ese viaje de las escrituras posibles, en la obra anterior de Valero Carla y el Sr. Erruz (2015), lo novelesco ha ido cediendo espacio a lo literario, lo histórico a lo formal.  Por lo que los modelos de escritura puestos en circulación ya serán otros. Como ya ocurriera tempranamente en Los cuentos de la Havana (1996) y su  peculiar estructura entrevista por Egido y en donde aparece el mismo Valero como uno de los cuentistas que se añade a los cinco iniciales. Incluso la circularidad del lugar, que se repite como presencia en alguno de ellos y que aquí en El esplendor y la ira aparece tardíamente. En Carla y el Sr. Erruz se repite la estructura abierta de un relato dual, con las preocupaciones literarias sostenidas sobre todo proyecto de escritura.  Y es que este, es un texto con una gran preocupación literaria, como queda claro por la repetida obsesión sobre los problemas de la Literatura y su sentido en la sociedad.

Ahora Valero abandona en parte lo literario, para sumergirse, o volver a ello, en lo estrictamente novelesco de El esplendor y la ira. Aunque para ello, Valero antes tuviera que escribir como una mujer llamada Carla Vives, y Carla Vives tuviera que hacerlo como un joven llamado Hipólito Vozmediano. Y ahora Valero tenga que robarle el título de su novela al pintor Florencio Montero. Incluso Valero se vea obligado a copiar el texto elaborado por Gregorio Luján Montero, cronista oscuro de Pueblo, y llegado el manuscrito a manos de Samuel Infantes. Texto que Valero, en plan del manuscrito toledano de Cide Hamete Benengeli, quiere hacernos aparecer como un trabajo propio y otras veces como documento prestado. Un asunto este, de los manuscritos aparecidos o encontrados en Toledo o en Zaragoza, de larga estirpe literaria por el efecto doble de los espejos y sus reflejos, de las scrituras yde sus representaciones. Como el final mismo de  El esplendor y la ira que no es sino el comienzo de Balneario. El final como el principio, o volver a empezar por el final.

Periferia sentimental
José Rivero

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4 COMENTARIOS

  1. Alguien es bifronte cuando tiene dos admirables o no, empero inocultables, aspectos: simultáneamente talento y humildad, soberbia tanto como sabiduría, conducta inmoral y maledicencia; así, ‘ad infinitum’……..

    • Decía Wilde que la prueba de la suprema inteligencia es pensar, simultáneamente, una cosa y su contraria. Por ahí van las cosas. No busque más sentidos de la bifrontalidad que la riqueza dual frente al monopolio de la monofrontalidad.

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