Compromiso con la educación, compromiso con la vida

   José Valverde (Consejero de Educación y Ciencia)

   Nos encontramos en el inicio de un nuevo curso escolar. Un curso que nace con la esperanza puesta en nuevas leyes educativas que nos ayuden a seguir mejorando el servicio que prestamos a la sociedad. Un nuevo curso no es volver a las mismas rutinas, sino un verdadero compromiso, pues la educación es mucho más que una mera tarea de enseñar y aprender. La educación no es sólo aprender las habilidades para ganarse la vida; es aprender a comprender la vida misma.
   Por eso los grandes objetivos que persiguen las normas que vamos a tener ocasión de pensar, comentar y discutir, para aportar soluciones positivas, tienen que ver con la mejora de la convivencia y con la mejora de los resultados en la formación de nuestros alumnos y alumnas. Queremos unas leyes que no sean papel de despacho, sino que tomen el pulso real a la sociedad en la que vivimos, pues la sociedad es consciente de la importancia del sistema educativo para la distribución de oportunidades vitales y la realización personal de las personas, así como para la convivencia política, la cohesión social y el progreso económico de la colectividad.

   Estoy convencido de que actuar en un ámbito tan importante y complejo como el educativo requiere un elevado grado de consenso entre la comunidad social y los profesionales de la educación, que no puede proceder sino de un amplio debate que permita penetrar en los conceptos de calidad, relevancia y justicia social que deben orientar la política educativa y la práctica escolar.

   Soy optimista porque creo en la participación que tiene que ver con el hecho de utilizar nuestra inteligencia no para defender opiniones tomadas de antemano, sino para conseguir lo mejor con la aportación de cada uno. La genuina educación es algo que llega muy profundo en cada uno de nosotros, en la familia y en la escuela, en la Administración responsable y en cualquier ámbito de la sociedad.

   Por eso creo en el compromiso de todos y mantengo la esperanza en las nuevas leyes, que nos ayudarán a entender que educarnos significa sensibilizarnos: a nosotros mismos, a nuestros amigos y a nuestra familia, a todo el mundo en verdad. Educar es un compromiso con un bien mayor que el de nuestros propios deseos.

   En Castilla-La Mancha no vamos a ser ajenos a este debate y a estas posibilidades de mejora. Hablaremos de profundizar en la formación inicial y permanente del profesorado, de proyectos educativos de centro y de ciudad, de seguir creciendo en número de profesores y de tareas que personalicen la atención al alumnado, de buscar el valor de la igualdad desde la diversidad que nos rodea, de seguir invirtiendo en nuevos centros educativos y mejorando los programas… Tendremos los pies en el suelo e intentaremos seguir desarrollando aquellas acciones, propias de una sociedad democrática, que nos hagan ver a las claras que la educación es un bien público fundamental que debe ser ofrecido a toda la ciudadanía de manera integral, capaz de satisfacer las necesidades y los intereses de todos, en todos los ámbitos del desarrollo personal y colectivo.

   Iniciamos un nuevo curso con la esperanza segura y el compromiso cierto de que la nueva ley nos va a dejar ideas comprensibles y directas en torno a las cuales debe girar el mundo educativo, son las ideas de la igualdad como principio cívico, la asunción de la diversidad y la diferencia como hecho incontestable, la equidad como principio para conjugar igualdad y diferencia en la provisión de oportunidades y recursos, la justicia, la convivencia y la cohesión social. Este es nuestro compromiso con la educación y con la sociedad.

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