Invertir en hábitos saludables es el mejor seguro de vida

José María Barreda (Presidente de Castilla-La Mancha)

   La salud materno-infantil. Este es el lema que, con gran acierto, ha escogido este año la OMS para conmemorar el Día Mundial de la Salud. Esta elección está respaldada por unas cifras dramáticas. Cada año, 530.000 mujeres mueren durante el embarazo o el parto; más de tres millones de niños nacen muertos; más de cuatro millones de recién nacidos fallecen durante los primeros días o las primeras semanas de vida; y supera los diez millones el número de muertes infantiles antes de cumplir los cinco años.
   Ese funesto saldo no debería tener cabida en este tiempo, que se ha dado en llamar de las nuevas tecnologías, de la sociedad de la información y de los grandes avances en medicina y ciencias de la salud. Tenemos un reto que debemos asumir, una responsabilidad que nos concierne a todos porque afecta a algo esencial, el origen de la vida, la salud materno-infantil.

   Esta conclusión y los datos que he mencionado se desprenden del ‘Informe sobre la Salud en el Mundo 2005’, elaborado por la OMS, que, bajo el epígrafe ‘¡Cada madre y cada niño contarán!’, estima que de un total de 136 millones de nacimientos al año en todo el mundo, menos de dos terceras partes de las mujeres de los países menos desarrollados y sólo un tercio en los países menos adelantados reciben asistencia de personal capacitado cuando dan a luz.

   La atención por personal sanitario cualificado durante el parto puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte para la madre y el niño en caso de que surjan complicaciones.

   Castilla-La Mancha dispone en la actualidad de una asistencia sanitaria y de unos programas de promoción de la salud que son equiparables a los más avanzados del mundo, con unos parámetros de calidad de vida que, en muchas ocasiones, superan la media nacional.

   Afortunadamente, la tasa de mortalidad infantil ha experimentado en nuestra Región y en nuestro país una reducción espectacular en las dos últimas décadas. En Castilla-La Mancha se ha conseguido pasar de 21 fallecimientos por cada mil nacidos, en 1975, a 3,27 por mil nacidos en 2002.

   Esto no sólo es reflejo de las mejoras que se han introducido en los cuidados asistenciales en nuestros pueblos y ciudades, sino también de que hemos incrementado nuestra calidad de vida y bienestar. Especialmente desde que nuestra Región obtuvo la autonomía política.

   El bien más preciado, sin duda alguna, es la salud. Por este motivo, velar por un sistema sanitario de calidad que satisfaga las necesidades y demandas de los ciudadanos es una prioridad para el Gobierno de Castilla-La Mancha.

   Nuestros recursos pueden ser limitados, pero el Gobierno que presido tiene claro que la sanidad constituye una prioridad en el reparto de los recursos presupuestarios de Castilla-La Mancha. De este modo, cada día que amanece los castellano-manchegos invertimos y el Gobierno regional administra cinco millones de euros en sanidad pública.

   Esto, unido al gran esfuerzo de los profesionales de la salud y al compromiso del Gobierno de Castilla-La Mancha por mejorar nuestro sistema sanitario y para optimizar la atención que reciben nuestros ciudadanos, es una garantía de que el camino iniciado es el correcto.

   Aquel que comenzó en el año 2002, cuando la Región asumió las competencias sanitarias y que ha supuesto un punto de inflexión, que nos ha permitido, año tras año, incrementar la partida presupuestaria para sanidad.

   Nunca antes habíamos tenido la oportunidad de aplicar nuestras propias recetas, y ahora sí la tenemos. Esto es lo que está posibilitando que Castilla-La Mancha salga del atraso en el que ha estado a lo largo de demasiados siglos.

   Sin las transferencias sanitarias no podríamos abordar proyectos emblemáticos y ambiciosos para mejorar nuestro sistema sanitario, para los que también es crucial contar con un apoyo social amplio, de hombres y mujeres que están dispuestos a afrontar desafíos de esta naturaleza. Y en Castilla-La Mancha así ocurre.

   Pero las inversiones y el esfuerzo presupuestario en nuevos edificios, en infraestructuras o en nuevas tecnologías no valdrían para nada, si la Región no dispusiera de un conjunto de profesionales en el sector sanitario ampliamente cualificado, porque lo fundamental es la profesionalidad de los hombres y de las mujeres que se ocupan de la sanidad.

   Por su compromiso permanente y diario que tienen con aquello que más interesa al conjunto de los ciudadanos, la salud, quiero felicitarles y darles las gracias. Pero también pedirles que sigan manteniendo ese esfuerzo sostenido y continuo para conseguir, poco a poco, ir mejorando cualitativamente nuestro sistema sanitario.

   La salud no lo es todo pero sin ella, todo lo demás es nada. El Gobierno de Castilla-La Mancha comparte esta máxima y, por ello, no nos conformamos, aspiramos a mejorar los niveles de salud y a incrementar la calidad de la asistencia sanitaria que reciben los castellano-manchegos, velando, con especial atención, por el colectivo materno-infantil.

   Por este motivo, un año más participamos activamente en la celebración del Día Mundial de la Salud, un evento que ha demostrado su capacidad para concienciar a la sociedad de que invertir en unos hábitos de vida saludables es el mejor seguro de vida que podemos suscribir.

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