Buscando a Azorín por la Mancha (15)

Ramón Fernández Palmeral

Alcázar de San Juan, nudo ferroviario

Señor Azorín:

   La historia de Alcázar se pierde en la edad de piedra como bien dice una señera histórica de la ciudad. Usted también creyó en la posibilidad que, sin bien Cervantes había nacido en 1547 de Alcalá Henares, fuera bautizado en la iglesia de Santa María la mayor de Alcázar de San Juan el 9 de noviembre de 1558. Esta idea del Cervantes de alcazareño ha sido desmentida. Se supone que Miguel de Cervantes nació el 29 de septiembre de 1547, porque se piensa que como el día 29 es San Miguel, le pusieron el santo del día como era y es costumbre en algunas zonas de las dos Castilla, de ahí algunos nombres tan pintorescos además de impronunciables. Teorías que más adelante trataremos o intentaremos de dilucidar. Tiene 26.022 habitantes en el censo de 1998, ahora debe tener quinientos más.

   Como se nos había acabado el carrete de fotografías en el cerro de los 4 mayordomos, nuestra prioridad era comprar uno en Alcázar de San Juan, entramos en la ciudad y con muy buena suerte, la suerte del novato, fuimos directos a encontrar al parking subterráneo, cuya boca de lobo se abre en la plaza del Ayuntamiento, una vez el coche en el pesebre, subimos por la escalera de peatones con gran contento porque nos habíamos evitado el problema de aparcar y además estábamos en el centro de la ciudad, desde allí veíamos la torre de una iglesia cuyo ojo gigante nos daba las doce y media.

   Preguntamos por un lugar de venta de material fotográfico; una pareja de jóvenes de ochenta años nos mandaron a una tienda de regalos, que estaba allí mismo en la plaza, y crease señor Azorín que estos negocios los regentan los chinos, los dos dependientes eran chinos, todos los artículos a precios muy económicos, un carrete Kodak, 1.60 céntimos de Euro, seguramente fabricados en algún lugar de Taiwan o de Kong Kong. Los chinos se han hecho amos del comercio de tejidos y de zapatos. Mientras yo pagaba mi carrete, mi mujer recorrió la tienda en un momento e hizo unas compras para no variar, regalos, que nunca falten, y como la famosa pareja «donquijotesanchista» son internacionales, había figuras Made in China.

   Como era la acertada y apacible hora del aperitivo entramos en un bar junto a la tienda de los chinos, y nos sentamos en una mesa circular junto al hueco de una columna de forjado, pedí un vino tino y una tapa de queso en aceite, y mi mujer un mosto con frutos secos.

—Cariño, cómo te metes en el cuerpo todo ese queso rancio con ese aceite que no sabemos el tiempo que lleva ahí en la bandeja de la barra.

—Es por probar las joyas de La Mancha: vino con queso de oveja.

—Nunca me haces caso y luego que si tengo tripa.

   La verdad es que a mí me chifla el queso picante en aceite, cualquier tipo de queso, me hace feliz, y tengo la misma costumbre que mi padre, que antes de acostarse se llevaba a la boca unos pezones de queso, y es que cuando te acuestas con un trozo de queso en la boca sueñas con pastoras griegas.

—¿Dónde puedo comprar queso como este? —le pregunto al camarero.

—Ahí, en la esquina hay una tienda de embutidos que tiene muy buen surtido —dijo un cliente, sin darle tiempo al camarero a contestarme.

   Cuando salimos del bar nos encontramos en la plaza con un monumento de bronce, el famoso don Quijote de Alcázar que con lanza y adarga arremete con su caballo en una aventura, y al lado Sancho prudente montado en su rucio. La acometida de don Quijote, parece esculpida con toda la intención para semejar al escudo de armas de Alcázar donde se ve a un caballo acometiendo con su lanza a un castillo, que podría transmutarse en un molino de viento si a usted le parece bien la metáfora.

   Los alcazareños están convencidos, y nadie les baja de su convencimiento, de que Miguel de Cervantes nació en Alcázar, desde que el alcazareño don Francisco Lizcano y Alaminos publicó en 1892 un libro apócrifo con el largo título: «Historia de la verdadera cuna de Miguel de Cervantes Saavedra y López, autor de Don Quijote de La Mancha, con la metamorfosis bucólica y geórgica de la dicha obra, vida y obra del Príncipe de los Ingenios españoles, con una refutación analítica de las biografías de este autor se han impreso hasta el día». En el que expone una partida de bautismo de un tal Miguel, hijo de Blas Cervantes de Saavedra y de Catalina López, fechada el 9 de noviembre de 1558 en la parroquia de Santa María la Mayor de Alcázar. Hallada en 1758 y que se publicó en 1776, con letra al margen atribuida a don Blas Antonio Nasarre, erudito y bibliotecario en la que dice: «este es el autor de la Historia de Don Quijote de La Mancha». Me hubiera gustado entrar en la iglesia para poder ver la pila bautismal donde se encuentra una estela que da fe de que allí se bautizó a Miguel de Cervantes el 9-11-1558.

   Esta versión quedó desmentida por un erudito ensayo de Rodríguez Marín aparecido en septiembre de 1955, titulado: «Cervantes y Alcázar», en el que se dice que la ceguera de Lizcano es sorprendente: el Cervantes alcazareño tendría menos de catorce años en octubre de 1571, y mal le hubiera confiado Francisco de San Pedro, capitán de la galera Marquesa, el mando de doce soldados durante la batalla de Lepanto. Incluso ante esta versión, arguyó Lizcano, que los antiguos no reparaban en minucias tales como la corta edad de Miguel. Por ello esta versión no se sostiene. Se habló de la burda falsificación de dicho documento alcazareño para ligar a esta tierra con el nacimiento de Cervantes.

   La polémica se cerró argumentando que Miguel nació en Alcalá de Henares en 1547 pero que se bautizó onde años después en 1558 en Alcázar, porque como se dudaba de la limpieza de sangre, del linaje de nobleza de la familia y antigüedad como cristianos, porque el abuelo paterno se había establecido en Córdoba, y se le suponía judío converso, y los padres no quisieron bautizarlo allí no fuera a ser que, por ser tierra de refugiados moriscos, se le confundiera y manchara su linaje. Cervantes era cristiano nuevo. Yo no creo que se bautizara Miguel a los once años de edad.

   El de Oliva, don Gregorio Mayans, primer biógrafo de Cervantes, en La vida de Cervantes Saavedra (1737), dice que tanto Sevilla como Lucena pretenden que Miguel naciera allí. La patria de Cervantes es España. Defiende la parte de Esquivias don Tomás Tamayo de Vargas, varón eruditísimo, quizá porque Cervantes llamó famoso a este lugar, pero el mismo Cervantes se explicó diciendo: «Por mil causas famoso: una, por sus ilustres linajes, y otra, por sus ilustrísimos vinos».

   Lo cierto es que no hay constancia documental de que Miguel naciera el 29 de septiembre de 1547 en Alcalá de Henares, sin embargo, lo que sí existe es la partida bautismal hallada tras la iniciativa del benedictino Fr. Juan de Iriarte Martín Sarmiento, donde se da fe documental de que fue bautizado el 9 de octubre de 1547 en la iglesia de Santa María la Mayor de Alcalá de Henares. (Folio 192 del libro primero), del calendario Juliano. Y se presupone que, por la proximidad de su onomástica con el día de San Miguel (29 de septiembre), y ser costumbre bautizar a los niños con el Santo del día; se ha convenido que debió ser este día. Habría que tener en cuenta los cambios del calendario gregoriano o actual, que se conformó el jueves 4 de octubre de 1582, que lo hacen pasar al viernes día 15 de ese mes y año.

   Entramos en la tienda de embutidos, pequeña, de esas que cuidan la calidad y atienden al cliente como un médico de pago.

—Buenos días, ¿a cómo están los quesos? —los quesos «puestos como ladrillos encajados», tenían el aspecto de legados del archivo de un juzgado, todos cerrados y empapelados, con sus etiquetas y números de diligencias, encausados, gladiadores dorados, dispuestos a salir a la arena del sacrificio de bocas exquisitas y delicados dientes, porque el queso manchego está en la cumbre de los derechos del hombre, es como los derechos fundamentales, necesarios en toda comida que se precie, el oro amarillo.

—¿Y los mostachones, a cómo están? —peguntó mi mujer que como es andaluza se cree que está en Triana, en Antequera o en Vélez-Málaga, u otros pueblos donde los mostachones son la especialidad de muchas reposterías, mostachones para el desayuno.

—Son tortas alcazareñas, tienen fama —contestó el dependiente con ganas de explicarnos sus secretos—, salidas antaño de las cocinas de los conventos, tortas hechas de harina, huevos y azúcar. Pero también tiene sus secretos el pastelero que las hacía, mandaba al aprendiz a tomarse un vino, cuando él le iba a echar el secreto de la tortas, cuando se murió se lo llevó consigo.

   A mí me gustaría oír que los había inventado un pastelero llamado Miguel que fue en su juventud confitero de la Mahonesa de Madrid, pero no, parece ser que son originarias de los conventos de Santa Clara.

   Me quedaba que preguntar si se llamaba Miguel, pero llegaron unos amigos del dependiente y ya no fue ocasión de hacerlo. Me quedaron dudas sobre el carretero de Alcázar.

   En el kiosko de prensa compro Lanza, Diario de La Mancha, es el número 20.692, Año LXII, al precio de 1 Euro, para convencerme de que hoy es 11 de mayo. El titular de primera plana dice: «Más de 90.000 turistas visitan la provincia en el primer trimestre. El entradilla: La promoción del IV Centenario y la Ruta del Quijote aumentan hasta un 13,5% el número de pernoctaciones». Datos aportados por Juan José Fuentes delegado de Información y Turismo. En las noticias de Ciudad Real se dice que Gabriel Gallego Sánchez-Gil fue reelegido ayer secretario general de Comercio, Hostelería y Turismo de CCOO en el II Congreso Provincial de la sectorial. En la sección de Teatro se anuncia que Verónica Forqué interpretará la vigente obra de García Lorca «Doña rosita la soltera», el día 13 en el teatro Municipal Quijano de la capital. En Alcázar se anuncia que el día 14 Martín Taffarel impartirá la lección literaria «Claves de la ficción en el Quijote». Quien pudiera asistir, pero nuestro acomodo, nuestro destino, es buscarle a usted por tierras de La Mancha.

   Alcázar es un nudo ferroviario, nunca mejor dicho, que ahoga a la ciudad y la estrangula. Desde aquí parten las líneas para Andalucía y para Valencia por el llamado corredor del Mediterráneo: Alicante y Murcia, y también a Cataluña. El tren para Ciudad Real parte desde Manzanares. Ciudad Real no tiene envidia de trenes porque por su capital pasa el Ave a casi 300 kilómetros por horas. Créaselo, los trenes ya no anda sino que vuelan. Alcázar es una ciudad sitiado por el ferrocarril, su estación es un edificio de ladrillo visto, donde continúa la famosa Fonda Museo (actual cafetería de la Estación) decorada con los 1.000 azulejos sevillanos. Usted no entró en la Fonda Museo del Ferrocarril de Alcázar, de lo contrario nos hubiera comentado los azulejos del zócalo de la sala cafetería, son mil azulejos sevillanos fabricados en 1875 con diferentes escenas pintadas a mano, a modo de cliché de una película, con toda la obra del Quijote. Una verdadera joya del mosaico andaluz. En el primer azulejo vemos un retrato de Cervantes y en el siguiente la primera frase: En un lugar de la Mancha…

   Al final de su libro aparece el artículo «Pequeña guía para los extranjeros que nos visiten con motivo del centenario» que es un artículo suyo: «The time they lose un Spain», que había sido escrito un año antes en 1904 para el diario España, y que usted se lo atribuye a un imaginario y extraño doctor Dekker que vive en Madrid y está encantado pero no deja de hacer anotaciones en su «diminuto cuaderno»; el tiempo que tardan los españoles en servirle y lo que tardan los tranvías.

   Salir de la red de líneas férreas de Alcázar me costó, porque siempre cuesta salir de una ciudad asediada, en la que has encontrado acomodo. Tomamos dirección levante hacia Campo de Criptana.

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