La huida de Cervantes a Italia (III)

Ramón Fernández Palmeral

La influencia italiana en Cervantes

   Nadie duda de las influencias italianas en Cervantes donde residió durante cinco años en Italia, nos queda por dilucidar en qué obras, por qué, cuando y dónde.

   Italia es la cuna del Renacimiento que con su filosofía neoplatónica llegó a España y habría de influir grandemente en La Galatea de Cervantes con la novela pastoril Ali asolan de Pietro Bembo, El cortesano de Baltassare Castiglione y Los diálogos de amor de León Hebreo. Y nadie puede negar la tradición literaria italo-hispánica, desde que el reino de Nápoles pertenecía a la Corona de Aragón.

   Miguel Cervantes estuvo cinco años en Italia, cerca de un año en Roma como camarero del purpurado Julio Acquaviva, y cuatro en la milicia, tiempo en el que debió leer cuanto pudo de los clásicos Horacio y Virgilio, de los italianos: Dante, a Petrarca, Boccacció… Leyó obras como la Arcadia de León Hebrero, que representa el triunfo de la tradición pastoril. Tenía tiempo, había huido de un lance en Madrid y se encontrar en la libre y espiritual Italia. Su La Galatea es un compendio de su influencia italiana, su primera obra, aquí está la novela pastoril. Cervantes no fue ningún italianista como el Inca Garcilaso de la Vega, era un defensor de las obras de autores españoles. El cap.6, I, «El escrutinio de la librería» de don Quijote es una muestra de los libros que conocía Cervantes, que podemos leer en las ediciones anotadas como la de Martín Riquer o Francisco Rico y que Cervantes, seguramente, tenía en su biblioteca personal de Valladolid.

   Ha quedado demostrado por Geoffrey Stagg que Cervantes leía en italiano, porque al parece ignoraba la traducción de Gli asolani («los habitantes de Asola»), de Pietro Bembo, en Salamanca de 1551, al que hace referencias en La Galatea. Escribe Ángel Mazzei que: «Venía en los versos ilustres que leía en idioma original, en la eterna primavera lírico-épica del poema del caballero cristiano Ludovico Ariosto». Nadie duda de que en cinco años que estuvo en Italia aprendiera el idioma italiano.

   No hay dudas de que vivó intensidad el ambiente cultural que el Renacimiento italiano derrochaba en todas las artes. Digamos, en definitiva, que presenció en directo la estética a la cual se había inscrito en sus primeras composiciones de la mano de Garcilaso de la VEGA, «cuyas poesías se sabía de memoria». Tomas Rodajas lleve un libro de «Garcilaso sin comento» en la faltriquera y Horas de Nuestra Señora. Se ha estudiado La Ausencia y presencia de Garcilaso en Cervantes, por Jorge Aladro-Font y Ricardo Ramos Tremolada.

   …Garcilaso es mencionado quince veces (ver Apéndice). Ya 1947 don José Manuel Blecua había destacado “el extraordinario fervor con que Cervantes leyó la obra del divino toledano” (Blecua 141) y en 1948 don Juan Antonio Tamayo insistía en el bien conocido “entusiasmo de Cervantes por Garcilaso, a quien constantemente leyó y a quien sabía de memoria, como todos sus contemporáneos alguna afición a las letras” (Tamayo 391). El porqué de dicha admiración cervantina era entonces el problema que se planteaba resolver Blecua y Tamayo.

   En la novela corta del Curioso impertinente, (cap. XXXIII al XXXV, I) inserta en El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha) que, además es totalmente independiente a la narración quijotesca, se sitúa en Florencia, empieza la novela (aunque no la consideró Cervantes una Novela Ejemplar). Empieza el Curioso Impertinente:

   «En Florencia, ciudad rica y famosa de Italia, en la provincia que llaman de Toscana, vivían Anselmo y Lotario, dos caballeros ricos y principales, y tan amigos que, por excelencia y antonomasia, de todos los que los conocían los dos amigos eran llamados.

   Según la notas de Martín de Riquer la novela del Curioso impertinente, se situarse un siglo antes de la acción principal de El Quijote, puesto que Lotario, amigo de Anselmo, había muerto en una batalla que dio Lautrec al Gran Capitán Gonzalo Fernández de Córdoba en el reino de Nápoles, se refiere a la batalla de Ceriñola (1503).

   La novela del Curioso impertinente desarrolla un conflicto que, con elementos mágicos y caballerescos, se encuentra en el canto XLIII del Orlando furioso de Ludovido Ariosto, que a su vez aprovechó Cristóbal de Villalón en su Crotalón…

   Nuestro Azorín escribió un artículo titulado “El secreto de Miguel”, publicado en Ahora que puede leerse, hoy día en Internet, gracias a la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes que han tenido la diligencia de publicar la obra de uno de los más diestros criticos de Cervantes:

   …En tus viajes por Italia [se dirige a Cervantes] debiste de tropezar con algún ejemplar del «Elogio de la locura». Llego a creer que sin ese libro de Erasmo tu «Quijote» no existiría. El «Elogio» es la exaltación de las ilusiones. No hablemos de locura, ni de estulticia. Y tu libro es la consecuencia práctica de esa exaltación. Ningún complemento más cabal, más profundo, más armonioso, del «Elogio de la locura» que el «Quijote». El héroe de tu libro lleva a la práctica en la seca tierra manchega, la doctrina erasmiana. No hablemos del «Enquiridión». Lo religioso y lo político es aquí lo de menos. Lo importante es la serie de afinidades psicológicas, finísimas, que existe entre el espíritu de Erasmo y el tuyo. Las coincidencias son innúmeras.

   Las influencias del toscano Guiovanni Boccaccio (1313-1375) en Cervantes son evidentes, aunque algunos críticos lo han negado como Menéndez y Pelayo, que asegura que recibe influencias pero no copia (Los orígenes de la novela Española). No plagia. Cervantes usa un estilo serio y trágico en contraposición al estilo festivo de Guiovanni Boccaccio en el Decamerón (La edición de editorial Vergara de 1969 tiene un interesante ensayo preliminar de Martín de Riquer, traducida y prólogo de Francisco José Alcántara). Cervantes supera al italiano en ambiente e individualización de los personales. El autor italiano sentencia «Los lazos de la amistad son más estrechos que lo de la sangre y la familia». En realidad la novela del Curioso impertinente es una novela más de prueba de amistad que de prueba de amor. Cuando Anselmo pone a prueba la fidelidad amorosa de Camila al proponer a su amigo Lotario que la corteje, lo que en realidad intenta es probar la fidelidad del incondicional amigo y no de la amada. Lo vemos en El Mercader de Venecia de William Shakespeare, cuando Basanio entrega su anillo de compromiso de su esposa Porcia por una deuda de amistad.

   El personaje del cuento I de la Jornada Séptima del Decamerón se llama Gianni Lotteringhi, muy parecido a Lotario, o es simple coincidencia. En las obras teatrales o comedias cervantinas los actos están divididos en jornadas como los relatos o cuentos del Decamerón.

   Las obras de Cervantes más italianizantes se pueden considerar Las dos doncellas, La señora Cornelia, La española inglesa, La fuerza de la sangre. El amante liberal.

   Esta influencia de Italia la ha estudiado varios ensayistas, entre ellos Victoriano Santana Sanjurjo, que nos dice:

   …autores italianos de la talla de León HEBREO Jacopo SANNAZARO y de autores españoles como Garcilaso, junto con la presencia de obras como las Dianas de Montemayor y Gaspar Gil Polo, y otras como el Pastor de Fílida de su amigo Luis Gálvez de Montalvo, habrían de ser determinantes a la hora de componer su Galatea.

   La Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes ha publicado un interesante y erudito trabajo titulado “Los autores italianos en la biblioteca de Cervantes” de Daniel Eisenberg, donde nos expone:

   Hay tres obras que Cervantes menciona a través de un elogio de la traducción, sin comentar directamente la obra misma. La primera es La Aminta de Tasso, traducida por Juan de Jáuregui, poeta, pintor y retratista de Cervantes. La segunda es la traducción de Suárez de Figueroa de El pastor Fido de Baptista Guarini; estas dos traducciones las menciona Don Quijote durante la visita a la imprenta barcelonesa. Por último, hay la traducción de Enrique Garcés de los Sonetos y canciones de Petrarca, elogiada en el «Canto de Calíope» y publicada con soneto preliminar de su buen amigo Pedro de Padilla.

   Porque la amistad entre caballeros de aquella época era más importante que el amor. Edward Dudley, ya estudió “Boccaccio and Cervantes: Novella as Novella,” Hispano-Italic Studies, Vol. 1, no. 3 (1979), pp. 23-40. Barbagallo [1994]: Barbagallo, Antonio, «Los dos amigos, El curioso impertinente y la literatura italiana», Anales Cervantinos, XXXII (1994), pp. 207-219.

   Es interesante señalar que en su primera etapa en Italia trabaja como camarero personal para el cardenal Julio Acquaviva, un año mayor que él. La escasa diferencia de edad que existía entre ambos y el hecho de que Cervantes fuese el camarero del citado cardenal debía que, a la larga, debía traducirse en una mejora sustancial de la posición social de Cervantes con respecto a la que tenía en España. En Italia era nuestro autor un hombre versado en lecturas, con cierta sensibilidad y reconocido ingenio; si hubiese querido sacar buen provecho de su situación, sin duda lo hubiese conseguido. ¿Qué mejor mecenas que un cardenal y el Vaticano con la ciudad Eterna?

   Cervantes admira y canta a Roma, y en palabra de Ángel Mazzei que no dice mejor que yo:

   Roma, reina de las ciudades y señora del mundo y así como por las uñas del león llegaba al conocimiento de su grandeza y ferocidad, así sacaba la de Roma por «sus despedazados mármoles, medias y enteras estatuas, por sus rotos arcos y derribadas termas, por sus magníficos pórticos y anfiteatros grandes, por su famoso y santo río que siempre llena sus márgenes de agua, y la beatífica con las infinitas reliquias de cuerpos de mártires que en ella tuvieran sepultura, por sus puentes que parece que se están mirando unos a otros, y por sus calles, que con sólo el nombre cobran autoridad sobre todas las de las otras ciudades del mundo, la Vía Apia, la Flamina, la Julia.

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