¡Tenemos territorio!

Julio Plaza Tabasco (Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio – Universidad de Castilla-La Mancha)

   Nunca es tarde si la dicha es buena. Me refiero a la agradable noticia que aparece hoy en el portal de la Junta de Comunidades (www.jccm.es) sobre el inicio de la tramitación del Plan Estratégico Territorial de Castilla-La Mancha. Particularmente se trata de un Plan que los geógrafos hemos venido exigiendo desde hace bastante tiempo; si hubiera que poner una fecha de referencia, esta sería cuando se aprobó el Estatuto de Autonomía en marzo de 1982.
   Veinticuatro años después, por fin, vemos como el gobierno regional inicia un proceso de análisis sobre lo que es nuestro territorio. Aunque en este largo periodo de tiempo la región ha evolucionado considerablemente, este cambio se ha logrado sin referencia concreta y participada sobre cuáles eran los problemas y oportunidades que ofrecía el territorio. De esta ausencia de debate podemos destacar algunas conclusiones muy evidentes. La más pragmática es que muchas de las potencialidades que aún podemos aprovechar, no cuentan ahora con toda la ayuda que hubiera sido posible cuando España se incorporó a la Comunidad Económica Europea. Una explicación puede estar en la escasa capacidad de los Planes de Desarrollo Regional para resolver los problemas estructurales del territorio, precisamente por la escasa consideración del factor geográfico: de lo local, de lo ambiental, y de lo cultural.

   Lo mismo sucede con los problemas ambientales que ha provocado la sobreexplotación de los acuíferos como consecuencia de un modelo insostenible de usos del suelo; o los problemas de enjuiciamiento territorial debido a la ausencia de un modelo más inteligente de gestión del agua. Los castellano-manchegos hemos sido muy generosos con el resto de España. Hemos cedido durante muchos años nuestros recursos hídricos al levante, quizá más por ignorancia que por solidaridad. Ahora es el momento de exigir, en la reforma del modelo territorial español, la existencia de una deuda histórica hacia Castilla-La Mancha que no sólo debería resolverse con la participación de la región en los órganos de gestión de las cuencas hidrográficas, sino con la financiación extraordinaria, entre otros, del Plan Especial del Alto Guadiana para resolver de una vez por todas la sobreexplotación a la que hemos llegado y el salto hacia una economía más desarrollada y sostenible. El modelo desarrollista y abusivo de los recursos naturales más valiosos y escasos también ha acabado con una gran parte de nuestra diversidad ambiental, que continúa con la defensa de un sistema de transportes que no está orientado a nuestro modelo territorial y entra en conflicto con nuestro patrimonio natural.

   También ha sido destacable el silencio sobre nuestro modelo urbano, acéfalo y dependiente de Madrid; sin rentabilizar al máximo los efectos metropolitanos de la capital de España hacia su área de expansión más natural que es La Mancha, además del Corredor del Henares o de La Sagra, ahora ambas congestionadas. Del mismo modo que no hemos aprovechado adecuadamente las oportunidades en la logística del transporte, mientras se debilitaba el sistema ferroviario y no se localizaban adecuadamente los sistemas intermodales, incluyendo posibles aeropuertos. O la ausencia de un centro territorial en La Mancha que articulado con las capitales provinciales absorbiera la conexión con los extremos orientales y occidentales de la península, con el sur y con la capital de España, hacia Europa. Una solución interesante para reducir las dificultades de cohesión del actual modelo urbano, ante las excesivas distancias entre capitales, radique en la localización de un nuevo campus universitario especializado en la coordinación de los departamentos, las nuevas titulaciones de postgrado, o el acceso documental, recuperando aquel primer sueño de la Universidad en Alcázar de San Juan.

   Por último, cabría citar como un ejemplo más, el problema de la organización territorial de la administración, muy lejos de los deseados modelos comarcales en los que se puede reforzar la acción de los ayuntamientos en la planificación y gestión de lo local. Nos encontramos con zonas dominadas por la despoblación o el envejecimiento y la incapacidad de ofrecer servicios para mantener o captar el interés de los jóvenes y al mismo tiempo evitar la degradación de los ecosistemas naturales, como son los bosques por los incendios. En otras zonas, sin embargo, los problemas radican en el desbordamiento ante la presión urbanística, la inmigración o la desarticulación de los sistemas productivos locales. Mientras, el modelo de mancomunidades ha ido generando unas relaciones entre ayuntamientos escasamente eficaces (existen municipios que participan en cuatro mancomunidades de servicios), y los territorios LEADER y PRODER han sido considerados como algo coyuntural y sectorial.

   Gran paradoja la de estos Grupos de Acción Local que han dinamizado con creces el mundo rural, y constituyen territorios cohesionados en torno a sus programas de desarrollo. Iniciativas que se pueden calificar como modelos primarios de los Planes de Ordenación Subregional que deberán desarrollarse tras la aprobación del Plan Territorial de Castilla-La Mancha, del que hoy nos alegramos.

   A pesar del retraso, es muy posible que el ejercicio de participación y debate al que esta nueva estrategia nos obliga, facilite que las generaciones futuras no se sientan en desigualdad de oportunidades y recursos en el nuevo modelo autonómico o federal español y garantice un modelo de desarrollo sostenible para todos nosotros. Por todo ello es tan importante nuestro territorio.

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