Ante el 8 de marzo: Día de la Mujer trabajadora

Secretariado Diocesano de Pastoral Obrera
(Diócesis de Ciudad Real)

  
El 8 de marzo de 1908 en Nueva York se vivió el levantamiento de las mujeres trabajadores, en la fábrica de «Cotton», en demanda de sus derechos hasta entonces muy conculcados. La represión a la que fueron sometidas, con resultado de muerte para muchas de ellas, desató las iras de las trabajadoras del mundo. En recuerdo de este trágico suceso quedó esta fecha como el Día de la Mujer Trabajadora.

   Aún persiste en muchos lugares del mundo una infravaloración de la mujer respecto del varón que tiene su resonancia en el trabajo, en el reconocimiento de sus derechos. Algunos indicadores de esta situación los conocemos.

   Nos decía Juan Pablo II en 1995: «Hay que hacer mayores esfuerzos para eliminar la discriminación contra la mujer en áreas que incluyen la educación, la asistencia sanitaria y el empleo. Donde se excluyen sistemáticamente de estos bienes a determinados grupos o clases y donde las comunidades o países carecen de infraestructuras sociales básicas y oportunidades económicas, las mujeres y los niños son los primeros que experimentan la marginación. Y aún así, donde abunda la pobreza, o frente a la desvatación de conflictos y guerras, o la tragedia de la emigración, forzada o por otras causas, muy a menudo es la mujer la que conserva las huellas de la dignidad humana. La historia se escribe casi exclusivamente como una narración de las conquistas del hombre, cuando de hecho, en su mayor parte ha sido plasmada más a menudo por la acción decidida y perseverante de la mujer en busca del bien»

  
La igualdad social es una labor aún por conseguir en nuestro país. Es preciso hacer propuestas centradas en medidas para incrementar el empleo de las mujeres con tasas lejanas a los objetivos europeos. Acabar con las diferencias salariales entre hombres y mujeres que rondan en torno al 30%. La creación de un verdadero permiso de maternidad-paternidad y la efectiva conciliación entre la vida laboral y familiar. La emigración femenina, el régimen de las Empleadas de Hogar, las redes de prostitución, la violencia de género, son otros tantos temas pendientes. Que a pesar de las leyes, como la de «La acción protectora de la atención a situaciones de dependencia», y del Diálogo Social, necesitan ir calando en nuestra sociedad.

  
Algunos dicen, que no hay que celebrar un día específico, que así se muestra más la discriminación, pero hay datos que apuntan que ésta existe en el mundo laboral, social, político, religioso y cultural. Por eso, desde el Evangelio y la realidad, hacemos un llamamiento a todas las mujeres y todos los hombres a construir un mundo, una sociedad, una Iglesia sin discriminaciones, en la justicia y para la fraternidad.

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