OCM del vino: reflexiones urgentes en torno a la propuesta de reforma

Juan Sebastián Castillo Valero

Acaba de salir la Propuesta de la Comisión Europea para reformar la OCM del vino, el resumen que podríamos hacer de su contenido y notas características es:

A) Liberalización total del sector (desaparición de todas las medidas de intervención en los mercados, destilaciones, almacenamiento, ayuda a mostos, etc.) y como consecuencia desaparición de derechos y restricciones a las nuevas plantaciones.
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B) Ajuste traumático sin período de transición, no hay compensación de rentas vinculadas a la desprotección, todo ello, unido al punto anterior, genera una inmediata desvalorización del patrimonio y aminoración de la renta de los vitivinicultores, a muchos de los cuáles se les ha incitado a inversiones millonarias en el marco de la política de reestructuración y reconversión.

C) Renacionalización de medidas y desestructuración de políticas agrarias en el sector, con un ‘sobre nacional’ que se llevará la mitad del actual presupuesto de la OCM, para temas tan dispares e incongruentes entre sí, como la promoción a terceros países, la reestructuración y reconversión, la vendimia en verde, mutua de seguros, etc., imbuyendo al sector en una estrategia europea localista, dispersa y tan poco efectiva como inoperante.

D) Inexistencia de un marco flexible y adaptativo que fuese la base de una  política productiva y una macroestrategia comercial capaz de dominar el mercado mundial, en un sector en que Europa tiene una posición oligopolística.

En definitiva, una política ultraliberal de ajuste (en ninguna otra OCM se ha sumido en la desprotección total a un sector, ni siquiera a las acogidas, desde el primer momento, al Pago Único desacoplado), de posicionamiento pusilánime ante la globalización y de sesgo snobista y mal fundamentado en la ‘equívoca’ etiqueta de la calidad, y en un vestido a medida con apariencia de condicionalidad medioambiental y de desarrollo rural.

Pero esta deriva se anticipaba ya, la Comisión, que, después de tantos años, ya sabemos es muy previsible, lanza el globo sonda, con alguna medida de impacto e impactante (en este caso el arranque obligatorio), lo convierte en tema estrella, luego lo suaviza (o en este caso lo reduce a la mitad y lo hace voluntario), y da la impresión de haber mejorado la propuesta y hacerla ‘menos agresiva y peligrosa’ para los intereses de los productores.

Desgraciadamente el sector y las administraciones ‘entran al trapo’ del debate que quiere fomentar la Comisión: hacen desde Junio del año pasado una oposición frontal a la medida de choque (el arranque) y defensa de medias anteriores que claramente no tienen ningún futuro (las destilaciones), situando así los argumentos del debate en el nivel que quiere la Comisión. Craso error, el de España, y también el de todos los agentes sociales y administración en Castilla-La Mancha. A estas alturas, no conocemos qué propuestas defiende España, ni Castilla-La Mancha, sólo sabemos a todo lo que se opone, pero ¿cómo se puede influir en construir una buena reforma para España sin propuestas positivas?

Eso sí, en esta Región llevamos ‘inertes’ desde que apareció la propuesta en Junio del 2006 y en paralelo, asistimos en muchos encuentros, ferias o jornadas con grandes loas y presentaciones como modelos de experiencias exitosas de algunas empresas y empresarios que dedican su producción a segmentos altos del mercado (media-alta calidad, eso sí, con altísimos precios), los cuales son presentados, en algún caso, como ejemplo, a la propia Comisaria Europea; de llamadas al famoseo y a la farándula (la edición de FENAVIN este año ha sido un triste estandarte); de promociones exóticas (como la contratación publicitaria de la Plaza de Toros de Valencia) que realiza esa Fundación de Tierra de Viñedos que es el ejemplo de lo que no debe ser la promoción, el marketing y la comercialización, y que jamás debería realizar un ente semipúblico. Pero no se dice que ese segmento no representa una parte cuantitativamente significativa del consumo y no absorbe más del 4% de la producción, y ese segmento, obviamente,  no es la salida para los más de 20 millones de hectolitros anuales de vino de mesa y DO de Castilla-La Mancha. Ni las cooperativas, ni las pequeñas empresas familiares tienen, ni deben tener, los mismos problemas y planteamientos y tomar como referencias sus planteamientos, como subconscientemente se les ha ido adentrando con la falsa simbiología de la calidad.
Hay unas exigencias concretas y mínimas que en mi opinión deberían defenderse desde Castilla-La Mancha:

GARANTIA DE RENTAS: Debe presionarse para establecer, de una vez, AYUDAS DIRECTAS, sin margen de opción, como está en la propuesta, a la renta para los productores que, a su vez, sirvan de mecanismo regulador de producción, no por acoplamiento del Pago Único, sino como condicionalidad. Deben estar dotadas en cuantía suficiente para cumplir su función, en orden a lo que han recibido herbáceos u olivar.

PLANO COMERCIAL: Se debe exigir que las dotaciones nacionales sean de ámbito regional y se gestionen en el marco de una interprofesión. En un producto tan complejo como el vino con parámetros que van desde la influencia de la diferenciación de la materia prima, la potencialidad del origen, del valor añadido, a la elaboración, la imagen, la estética, la salud, los componentes sociales y territoriales, etc. la gestión de esos fondos debe tratar desde dentro, en un plano endógeno, la programación por objetivos, a largo plazo, junto a la reacción a coyunturas, a situaciones variables o cambiantes (nadie se ha parado en analizar el impacto en el mercado de la aparición de más de 6 millones de Hls que se están destilando para alcohol de uso de boca).

MARCO MULTIFUNCIONAL: Definitivamente, hay que presionar desde Castilla-La Mancha para que la nueva OCM se inserte, de una vez, dentro de esa PAC más social y con una dimensión multifuncional que es precisamente el argumento de Europa frente al mundo. Por ello debería apostar por una articulación en la perspectiva del desarrollo rural y con una label cultural y medioambiental para el cultivo del viñedo, con una diferenciación territorial: cultivo del paisaje, el fundamento antierosivo, mantenimiento de la cultura rural ancestral, en el caso manchego, enoturismo con vinculación a la cultura del Quijote, etc..

En paralelo a la regulación comunitaria, Castilla-La Mancha debe dejar de hibernar y despertar definitivamente con un verdadero Plan Estratégico moderno, agresivo, ambicioso, eficaz y eficiente; y situarse, definitivamente, en la escala y plano mundial con el potencial que le corresponde, y les puedo asegurar que todo el mundo estará pendiente de ese despertar si somos capaces de que se produzca. Se debería imbricar el sector con el desarrollo rural, aglomerando las dimensiones sociales, medioambientales o culturales para dar viabilidad al sector en estas zonas sin entorpecer la vertiente liberalizadora del escenario mundial y apostando en el marco multifuncional por una  dinámica comercializadora en un estrategia global de grandes producciones para grandes consumos.

Y todo ello debe hacerse en el marco de una política de rentas y de acuerdo social que tan buenos resultados ha dado a la economía y a la sociedad de esta Región en los últimos años: Es imprescindible que todos los agentes sociales (empresarios, OPAS, Cooperativas, partidos políticos, etc.) como la administración autonómica, se sienten en una mesa y se vinculen a una posición única y negociada con medidas concretas que sean alternativas a la posición de la Comisión y que la referencia del mayor viñedo europeo, Castilla-La Mancha, sea ineludible para la plasmación de la OCM final en Bruselas.

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