Faltan los niños

José Florencio Moreno Domínguez (Presidente de UNICEF Castilla-La Mancha)

Existen 2,5 millones de niños menores de 15 años y casi 10 millones de jóvenes de entre 15 y 24 años infectados por el virus VIH. Más de 15 millones de niños han perdido a uno o ambos padres por esta enfermedad.

Más de la mitad de las 14.000 personas que se infectan cada día son jóvenes, la mayoría chicas. Los casos de SIDA en menores suponen el catorce por ciento del total de infectados y el dieciocho por ciento de muertos por esta enfermedad. Tras 25 años de SIDA, se han conseguido avances globales, pero la ayuda está llegando únicamente al cinco por ciento de los niños afectados. Cada día se producen casi 2.000 infecciones pediátricas nueva, la mayoría por transmisión madre a hijo; la gran mayoría de los adolescentes y jóvenes no saben cómo prevenir la enfermedad; menos del 10 por ciento de las mujeres embarazadas seropositivas reciben servicios de prevención de la transmisión del VIH y tratamiento antirretroviral para su propia infección; y menos del 3 por ciento de los niños que han perdido a sus padres por causa del SIDA recibe apoyo o servicios públicos. La frialdad de estos datos no nos debe ser ajena, el SIDA está redefiniendo el significado de “infancia”, privando de derechos como la educación, la familia, la atención social y sanitaria a miles de niños, afectando a su posterior desarrollo en la sociedad.
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Cuando apareció el SIDA, no había tratamientos ni medicamentos para combatirlo; sin embargo, en los últimos años se han generado nuevos fármacos y terapias que hacen que la enfermedad no sea necesariamente mortal. Esto sucede en los países desarrollados, pero la realidad es bastante más dura en los países en vías de desarrollo. Apenas un 17 por ciento de la población tiene acceso a medicamentos y tratamientos. Si a esto sumamos que una inmensa parte de la enfermedad se centra en el África Subsahariana, nos encontramos con que el camino recorrido no es especialmente satisfactorio. Lo más desalentador es que el mundo tiene los medios para cambiar los impactos sobre la infancia, pero no tiene la voluntad política o el liderazgo para proteger a la infancia afectada por la pandemia.

Ante este escaso progreso, UNICEF abandera un movimiento global dirigido a coordinar y multiplicar las intervenciones, a proteger lo conseguido con respecto a la supervivencia de la infancia y a alcanzar los objetivos para otras prioridades como la educación, la sanidad, la protección y la atención a la infancia. Este 1 de diciembre, Día Mundial de la lucha contra el SIDA, puede ser un buen momento para reflexionar sobre esta dramática realidad.

La campaña “Unidos por la Infancia, unidos contra el SIDA”, apoyada desde UNICEF Castilla-La Mancha, trata de que el rostro oculto de los niños afectados por la enfermedad sea prioritario en los programas sobre VIH/SIDA. Los niños, los grandes olvidados, son testigos silenciosos de esta enfermedad; muchos de ellos pierden su infancia a causa de las nuevas responsabilidades que les toca asumir y de la vulnerabilidad a la que se ven expuestos, debido a la pérdida de sus progenitores o parientes a causa del VIH.

La campaña, está centrada en cuatro “P”: prevención de la transmisión vertical madre/hijo; proporción del tratamiento adecuado a los niños infectados; prevención de la infección en jóvenes y protección y apoyo a la infancia afectada; estará abierta hasta 2010, y con ella UNICEF quiere detener y revertir la propagación de la pandemia, colocar a la infancia en el centro de la agenda del VIH/SIDA y garantizar una generación libre de SIDA.

La infancia se pierde cuando faltan los padres (para 2025 habrá 25 millones de niños a los que les falte uno de sus progenitores por causas relacionadas con el SIDA). Falta infancia (los niños deben asumir el rol de adultos); falta futuro (no hay escuelas, no hay educación, hay explotación); falta una generación (en los países más afectados); falta información (sobre prevención y tratamiento, incluso en los países desarrollados); faltan opciones; faltan medicamentos (a cerca del 99 por ciento de los niños infectados por el SIDA les faltan las medicinas que podrían mantenerlos con vida y más del 90 por ciento de las embarazadas no tienen el tratamiento que evitaría que su hijo naciera seropositivo); falta protección y falta el esfuerzo individual para llegar al resultado colectivo. No se trata sólo de un esfuerzo económico, sino de la voluntad de exigir a los representantes políticos que actúen de manera decidida y real.

Son 15 millones los huérfanos que ha dejado tras de sí el SIDA, niños condenados a formar parte de una fatal espiral: han visto morir a sus padres a causa del SIDA y quizás ellos mueran por el mismo mal… o quizá no, una parte de ello está en nuestra mano.

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