La Iglesia

Manuel Piqueras Gómez  (Director Caritas Diocesana de Ciudad Real)

Siendo con toda seguridad la Institución que a lo largo de la historia más ha hecho por la sociedad, por la cultura, por los pobres, por el hombre en definitiva, y aún en nuestros días sigue siendo ejemplo de dedicación en favor de la justicia, la paz, hoy que la sensibilidad sobre el respeto a lo más inverosímil se ha exacerbado hasta la defensa de lo insospechado, por más anodino que resulte, se ha patentado como deporte nacional la crítica a la Iglesia Católica.

La crítica suele ser buena si se hace de una forma constructiva, no ha sido el caso en ciertos ambientes donde no sólo se critica, sino que se vitupera, maltrata y hasta se veja a la Iglesia.

Como hijo de la Iglesia que me siento, me gustaría que estas líneas, sirvieran de alabanza y exaltación pública, no de defensa, pues no la necesita, por el trabajo, la dedicación en silencio, la autoridad, la generosidad, y cómo no,  la Oración por todo el mundo,  por lo que obvio decir el dolor que me causan los ataques a “mi madre” y como a mí a un gran número de personas que somos la Iglesia, ese pueblo peregrino guiado por nuestros pastores.

{mosgoogle}Estamos siendo frívolos, hasta la mala educación, criticando duramente a nuestros Obispos, personas humanas a veces muy valientes, por cierto,  ¿quién está haciendo por nuestra sociedad más que esta jerarquía? Sabemos acaso que la dedicación de los curas y obispos es exclusiva, de disponibilidad 24 horas diarias, con una formación que en otro sector estarían ganando una media de 8.000 € mensuales y que lo hacen por 600 ó 900  € al mes,  de los cuales, me consta en muchos casos, una buena parte lo dedican a la caridad, siendo consecuentes con la idea de pobreza que predica el Evangelio.

También diré que la mayor parte de los que ejercen este deporte no conocen lo que critican, por lo que hay más de inconsciencia que otra cosa, además gran parte de los que actúan así han utilizado la Iglesia  en varias ocasiones bien para casarse, bautizar sus hijos o  enterrar algún familiar, todo ello libremente. Subrayar que la Iglesia nunca ha puesto reparos a la solicitud de la administración de sacramentos o aliviar los estómagos, y si no que se lo pregunten a las monjas de la caridad.¿Cuánto han limpiado en esta sociedad a lo largo de la historia? ¿Cuántos hospitales han humanizado? ¿Cuántas huelgas han hecho para subirse el sueldo, o quejarse de tanto trabajo de acogida a huérfanos, moribundos, leprosos, enfermos de SIDA…? Estas también son la Iglesia.

No sé cómo se puede olvidar esto, que se hace en nombre de Dios, y ocultarlo bajo la capa invisible de la infamia.

Con cierta amargura puedo ver como católicos convencidos, pertenecientes a algún partido político,  que han tenido la valentía de contribuir a la sociedad con su vida, o que desde sus ocupaciones sirven al bien común, priorizan sus convicciones políticas a las religiosas, y sólo en “pétit comité” critican y reconocen como disparates ciertas propuestas del partido de turno pero las asumen, aunque sean auténticas ruedas de molino. Según mi opinión para un cristiano la fe es prioritaria porque ilumina toda la vida del creyente. La Santa Madre Iglesia, a través de sus documentos nos enseñan, el camino del Evangelio de Jesús y no otra cosa, y éste nos habla de Libertad, de Vida, Familia, Pobreza, Inmigración, Unidad, Verdad, … y si no hacemos interpretaciones torticeras creo que más radical que el Evangelio no existe ningún programa político, pero eso sí siempre desde la fe en el Señor, la acción social no lo es todo, ni mucho menos y en muchas ocasiones confundimos esta acción con la Caridad que es otra cosa.

En cuanto a documentos que reflejen el magisterio de la Iglesia donde inspirarnos, los hay de todos los tamaños y antigüedad, sin ir más lejos “La doctrina social de la Iglesia” creo que es la referencia más fresca, actual y clarificadora de lo que opina la Iglesia de los diversos temas que atañen al hombre, a la luz  del Evangelio, desde el hombre y su dignidad, libertad, pasando por las  nuevas  tecnologías, la economía, pobreza, desigualdad… para terminar hablando de bioética.

También  me gustaría dejar claro que hemos de reconocer La Autoridad de la Iglesia que ha participado en los grandes acontecimientos de la historia y lo sigue haciendo en los foros de debate más importantes del mundo.

Como he dicho antes apuntar sólo en una dirección sería erróneo por mi parte, constructivamente reconocemos que  cometemos  errores y seguramente más gordos porque así nos lo hace ver todos los días Nuestro Señor Jesucristo, y pedimos perdón humildemente. Por ello creo sinceramente, que debemos caminar en una misma dirección, dejar de atropellarnos y con buena voluntad,  sumar y crecer en esta sociedad que nos reclama dedicación y no división.

Para finalizar  decir  que los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón. La comunidad cristiana está integrada por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la Buena Nueva de la salvación para comunicarla a todos. La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria con el género humano y  su historia.

Esto es lo que se espera de todos los que nos sentimos cristianos y parte de  la Iglesia Católica, lo demás importa poco.

 

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